Me lo estoy currando mucho. Las mañanas las paso de aquí para allá, visitando asociaciones de protección al menor, organizando mis funciones de marionetas para los huérfanos de Marrakech. Quiero ayudar y cuando se me mete algo en la cabeza lo hago: me ayudo. Todo ese esfuerzo no es más que una manera de dar sentido a mis mañanas. Es tan tonto el asunto que me asusto. Mi jefe (exjefe desde mañana porque lo voy a mandar a tomar por culo en su propio despacho mañana por la mañana, pero ese es otro tema)… mi jefe, decía, gana tanto dinero al mes que me hago un lío al pasarlo a pesetas. Hablamos de muchos kilos. Y el muchacho mata el tiempo en su despacho, haciendo no entiendo muy bien qué porque sus empresas son de las que marchan solas. Todos matamos el tiempo, la vida es una inmensa tontería. Me ha dado por ayudar(me) como podría haberme dado por hacerme rica con una empresa de telecomunicaciones y creerme por ello que puedo ser empresaria de espectáculos.
Marruecos
Al otro lado del espejo roto
Gbil- Takek. La montaña del primer hermano, compartimos ADN mal que le pese alguno y aquí Alicia está por fin al otro lado de su espejo. La inmigración es emigración; la señora de la limpieza, una tía que trae regalos en las vacaciones; el chaval que roba los monederos en la Plaza del Salvador, mi primo que pasó en patera; el senegalés que curra 16 horas al día en los campos de Almería, mi hermano que tiene papeles; Said, mi amigo de la infancia que me ha invitado a ir a Barcelona y dice que iremos a ver el Barça en el estadio.
Qué corta memoria la nuestra. Por la mañana, antes de disfrazarnos de nada, mirémonos en el espejo y encontremos por fin el África que todos llevamos dentro.
Reflexiones matutinas sobre la elegancia, tras una noche de insomnio después de un problema laboral en la sala de fiestas donde trabajo
Es de verdad elegante. Elige sus vestidos con buen gusto, su peinado es sencillo pero chic, bien pensado y bien sentido. Se ven pocas mujeres así, soy hija de pintor, valoro y reconozco las cosas que han sido estudiadas con criterio antes de exponerse. Además siempre habla en un tono suave, con una sonrisa calma y sin gesticular por eso parece que tiene razón diga lo que diga. Pero no la tiene y lo peor es que ella cree que sí. Habla de su marido con mucha admiración y respeto. Además a veces parece que le resulta desagradable hablar de cosas tan vulgares como el dinero. Cuando me planto delante y le esputo las cuatro verdades que le tengo que soltar casi semanalmente sobre su respetable esposo, sobre el dinero que nos debe a toda la plantilla de artistas, sobre las condiciones de inseguridad en los camerinos (calefactor de gas, ausencia de extintores y salida de seguridad incluidos) y sobre la falta de contratos y de vergüenza no siempre puedo estar a su altura en cuanto a las formas se refiere. Mi dialéctica la acorrala, eso sí, incluso en francés, y es entonces cuando me dice eso de: Ah, no sé, eso no es de mi competencia, debes hablar con el responsable del asunto. También dice cosas como: La mujer de la limpieza duerme en los sillones del restaurante y trabaja sin contrato por 200 € al mes porque quiere, al fin y al cabo le estamos haciendo un favor, no necesitamos de sus servicios.Pero ayer se alteró, cuando me negué a salir a cantar si no me pagaban lo que me debían. Le dije que se calmara, que me hablase con educación y ella respondió respirando (suspirando) que no debía preocuparme, que ella era una persona muy educada. Señora, le dije, brazos en jarra y con el regusto de trianera cañí saliéndome por los poros, jugar con el dinero de las familias de sus empleados no es una señal de mucha educación. Al fin y al cabo mi elegancia reside en otras cosas, yo soy más de boa de plumas, ella de traje de chaqueta blanco.
Esta mujer me despista porque cree en lo que dice. Mira a los ojos y defiende su postura con tanta clase y convencimiento que a veces me da pena estar viéndola desde la otra orilla. Me gustaría poder ser amiga suya, me gusta la gente valiente. Pero vive en la Palmeraie que es la isla de los ricos, allí no llega la verdad. Y yo no tuve el valor de incluir en la lista de injusticias que le enumeré anoche aquel caso de acoso a la chica de marketing a la que su marido le pagó 3000 € para que no lo denunciase. Es sólo una mujer enamorada, rica, ciega. Y elegante.
La prisionera
-Sí, es que F acaba de vomitar.
-F ¿Estás enferma? Vete a casa, no deberías trabajar si estas enferma.
-No puedo ir a casa, no me deja la mujer del patrón.
– ¿Qué quieres decir?
El orfanato de Issil
Sin darme cuenta en los últimos meses he estado caminando hacia algo que una vez, a los 17, me atreví a soñar: trabajar como voluntaria en África. No podría explicaros lo que esos niños me hacen sentir. Desde que decidí venir a Marruecos me perdí en cosas como buscar trabajo, casa, visados… estaba tan ocupada en el cómo que se me olvidó el por qué y, de pronto, cuando me encuentro de cara con la recompensa a tantos esfuerzos me acuerdo de la razón primera por la que vinimos y me hago consciente, una vez más en mi vida (como aquella función en Teatro Lope de Vega o aquella noche de amor en Edimburgo) de que un sueño más se me ha cumplido.
Álgebra
Humo
Feliz 2009. Qué felicidad, sí. Otra vez la bola de espejitos que da vueltas, las luces de colores y sobre todo la máquina de humo en marcha, por supuesto, para que no se vea nada. Mi música no es más que un narcótico, debo dejarlos semiinconscientes para que puedan bailar, fumar, beber y sobre todo gastar. El humo lo tapa todo y mi voz adormece la poca conciencia que les pueda quedar aun alerta.
Todo es vulgar en una fiesta en la Palmeraie pero en realidad soy yo la que está fuera de lugar, yo soy la única hipócrita, la única que está ahí por el dinero. Todos los demás creen firmemente que el mundo es como es y no hay nada que se pueda hacer. Incluso hay muchos que ni si quiera saben cómo es el mundo. Están ciegos o equivocados pero al menos son coherentes con lo que sienten. Soy yo la sola energúmena que se planta delante de ellos a cantar canciones vulgares, en un espectáculo vulgar, con una sonrisa vulgar mientras en el barrio de al lado la gente se arrastra en el suelo para dormir al lado de una candela. Tengo que dejarlo. Porque yo no he venido a Marrakech a esto y me lo repito demasiado a menudo, cada noche, en cada canción y hay veces que odio al público y eso no pude ser.
La bella durmiente
S y yo somos tan diferentes que las pocas veces que podemos pasear juntas por la calle me da la impresión de ir formando una pareja cómica. Los Martes y Trece de la Menara. Ella con sus velos y sus carnes abundantes, a la moda de Marrakech y yo canija y larga, enfundada en mis vaqueros estrechos y con tacones altos (¿Quién sufre más en esos momentos?).
No podemos estar solo/as, las mujeres y los hombres somos animales sociales. Eso me decían en la escuela. Bueno, no, en la escuela me decían que sólo los hombres son animales sociales. Las mujeres no debemos ser ni animales ni sociales, no debemos ser nada en absoluto. O eso pretenden algunos. Pero S y yo no queremos estar solas y queremos ser animales que se relacionan y se contaminan. Nos saltamos de un plumazo el Corán y los decálogos democráticos de la igualdad para salir a disfrutar juntas del templado sol de diciembre de esta Navidad descafeinada de Marruecos.
S, querida, S, quisiera poder escribir tu nombre entero. Quizás algún día me des permiso, cuando tu nombre vuelva a ser tuyo, como cuando eras niña y no te poseía nadie. Ningún hombre era entonces dueño de tu cuerpo, nadie lo castigaba. Entonces tu mente también era tuya, esa ametralladora de preguntas que es aún hoy día, no se avergonzaba en tu niñez de funcionar, no tenía miedo de pensar. S, por favor, despierta de ese letargo antes de que él te mate.
No me llega ni para tres latas
Menos de 50 € sacamos. Entre el boicot del propietario y el pedazo de espíritu navideño de la peña… me va a llegar para dos o tres latas de leche y un par de bolsas de pañales. Niños, en el 2009 no se caga.
Y es que nada más entrar en la sala me di cuenta del plan. Habían puesto nieve de mentira sobre los manteles negros y al verlo me acordé del chiste de Forges: ¿Esto es nieve o caspa?






