Nochebuena

Hoy día 24 diciembre 2009, día de Nochebuena para los cristianos, Alá me ha hecho un regalo de Navidad, el mejor que he recibido en toda mi vida: me ha regalado una esperanza, una oportunidad. No te ilusiones y sobre todo no le cojas cariño. Hay que ponerle cinturón de seguridad al corazón ¿He sabido hacerlo alguna vez? ¿Podré aprender hoy? ¿Cómo no soñar con un final feliz?
F tiene una edad indefinida, un nombre de pila y un pasado triste. Yo tengo un sueño y tanto amor guardado para ella que mi problema será dosificarlo en el caso de que el quizás llegue a buen término. He pensado que un día podríamos leer juntas Momo, de Michael Ende, porque recuerdo que Momo tampoco tenía apellido ni edad, pero tenía esperanza. F está ahora dormida en una de esas camas del orfanato D.T. Los dormitorios son grandes y en cada uno hay alrededor de 20 camas. Ella estará allí, acurrucada, pensando en algo imposible de adivinar para mí, ahuyentando quién sabe qué pesadilla, disfrutando de quién sabe qué sueño. F no sabe nada de nuestra visita al procurador, de la esperanza que se ha abierto para su futuro y para el nuestro, no sabe que por fin hoy tuvimos el primer sí. Acabamos de empezar un lento proceso burocrático que no garantiza nada, que no debe darnos expectativas, que no debe ser una razón para tomarle cariño a la niña y todo eso… se le podrían poner todos los preservativos del mundo al corazón pero ésta es la vida que vivo yo y está llena de lágrimas y de esperanza.
Lo que quería contaros es que quizás dentro de unos meses vuelva a ser madre. Cruzad los dedos por F y por nosotros y quien crea que Alá existe, que le rece un padre nuestro por que todo salga bien y… ¡Dadme la enhorabuena, leñe, que estoy viviendo las Navidades más bonitas de toda mi vida!

La Marrakech que no os cuento

Nunca os hablo de la belleza de Marrakech, de sus jardines frondosos, de sus exquisitas comidas, de sus restaurantes elegantes, de las ryads de ensueño. Marrakech es también eso, aunque yo no lo cuente, aunque no quiera hablar de ello. No quiero contar cosas como que una comida en un buen restaurante, con espectáculo de música tradicional incluido, viene a costar lo mismo que una pizza en un italiano de segunda en Europa. Tampoco me gusta deciros que quien no puede disfrutar del golf en Francia o España lo hace aquí, en un maravilloso paraje, bajo en tibio sol del norte de África y la sombra de palmeras centenarias. No quiero contaros que por 15 euros un jovencito te come la polla en Jma Fan para poder pagarse unos estudios, cada vez más caros, que son el único medio para llegar algún día a trabajar por 400 € mensuales, 10 horas diarias (condiciones laborales de ensueño para muchos licenciados). No quiero hablaros de los hoteles, de sus piscinas, del paraíso que es Marrakech… Marrakech es un edén, aunque yo no lo cuente. No quiero que nadie lo sepa, no quiero que se sepa que las putas aquí son baratas y lo hacen sin condón porque no están en condiciones de exigir nada al cliente. No quiero que nadie sepa que en los hoteles de Hivernage no tienes que subir tus maletas porque hay siempre cinco o seis porteros dispuestos a hacerlo por ti a cambio de 200 € mensuales, 12 horas de trabajo diarias, 7 días a la semana. Este blog es el único lugar que frecuento donde Marrakech es de verdad Marrakech y no una postal orientalista, con puertas de madera tallada que se cierran a cal y canto a la verdad. Rkia Abuali, Aminatu Haidar y Zahara Boudkour no existen en Gueliz. Nadie habla de ellas, ni si quiera les suenan sus nombres y sin embargo son ellas, junto a los críos de los orfanatos y las prostitutas de los lugares donde canto, el único Marruecos que yo reconozco.
Mejor que nadie se entere. Que nadie sepa que Alá y Dios se pusieron de acuerdo para hacer de esta ciudad el paraíso en la tierra porque todos los paraísos apoyan sus cimientos en el infierno y si Europa supiese lo que ocurre cada día en Marrakech, los turistas empezarían a venir en masa y el infierno cada vez sería más profundo.

Pero si alguno quiere enterarse de qué es Marrakech, si alguno quiere verle la cara que yo no cuento, he encontrado este documento, muy bien narrado y mal reflexionado, que refleja a la perfección la vida de un europeo en la ciudad ocre.

Es lo que hay

En las últimas semanas mi relación de amor odio por Marruecos se hace cada vez más intensa. A veces paseo por Bab Ghmat, entre las gentes más humildes de la ciudad, niños/as descalzos/as, vendedores ambulantes de fruta, allí donde los turistas no llegan, entre el bullicio de sus calles, con las miradas de los/as transeúntes cada vez más habituadas a mi presencia. En esos instantes mi alma respira un aire nuevo que he reconocido como el único aire puro que se adapta a mi existencia sin contaminaciones. Me pregunto entonces qué será de mi vida lejos de ese bullicio, del caos de esta ciudad mágica y maldita. No puedo imaginarme más que inmensamente triste si me visualizo montada en un avión alejándome de este lugar.
Analizo mi blog, visito otros por internet y de pronto me doy cuenta de que David y yo somos dos casos extraños en la red. Debido a su trabajo, los artículos de mi marido aparecen en primera línea de los motores de búsqueda al introducir palabras clave de la ciudad donde vivo. Lo mismo ocurre con A través del espejo de Alicia. Esto, muy lejos de alegrarme, me preocupa porque me doy cuenta de que en este país nadie tiene el más mínimo interés en comunicar al mundo lo que está ocurriendo, ni marroquíes ni neocolonizadores. Es inaudito que las webs de dos desgraciados como nosotros, con un proyecto solidario completamente doméstico, que da mal a penas para pagarle el aparato de los dientes a una chiquilla un mes y comprar pañales y biberones para el orfanato de Issil al siguiente, sea el protagonista en Google.
Me doy cuenta de cómo me miran el resto de los europeos que conozco. Me consideran extremista y me instan, con ironía, cinismo y sin mirarme a los ojos y hablarme claro, a dejar de hacer y decir lo que hago y digo. A todos ellos les anuncio: no voy a moderar mis acciones, no me voy a hacer cómoda de escuchar, discreta de ver, moderada en el vestir, comedida en el andar. Mi paseo seguirá siendo carrera agotadora hacia la dirección que el corazón me dicte. No cedo ni negocio a la sonrisa de la especulación. No dejaré de exceder los límites. Todo esto me hace irreverente, bocazas, molesta, inoportuna, prepotente y honesta.
Es lo que hay, nací en Triana, porque yo lo valgo.

El valor de la palabra

El pasado viernes tuve el honor y la suerte de poder participar en unas jornadas organizadas en Marrakech por el Foum Marroquí por la Verdad y la Justicia (FMVJ). Allí tuve la oportunidad de conocer a expresos políticos marroquíes que fueron encarcelados en tiempos de Hassan II a causa de publicaciones poéticas y periodísticas consideradas de peligro para la estabilidad nacional. En las prisiones muchos/as perdieron la vida, otros/as fueron asesinados/as en plena calle por el simple hecho de manifestarse en defensa de la libertad de expresión. Los/as sobrevivientes hoy celebran estar en este mundo aún con las cicatrices físicas y psicológicas de las torturas sufridas en las celdas.
Estreché sus manos, escuché sus historias, me alimenté de sus sonrisas. ¡Y qué sonrisas! ¡Qué valor procurado al minuto de cada existencia! ¡Cuántas ganas de seguir luchando y dando todo el por culo que sea necesario! Sus rostros eran mapas de dolor y amor. Nunca vi miradas como esas. Las madres de los desaparecidos, vestidas con turbantes bereberes, surgían radiantes en las fotografías de la exposición, tatuadas de henna, melladas, arrugadas y gesticulando en imágenes en las que estaban, por fin, ante un micrófono.
Eso fue ayer. Hoy en cambio he ido a mi lugar de trabajo y, entre sillas de diseño y olor a ambientador caro y hortera, mi jefe me ha dicho (juro, cito textualmente) ya sé que te di mi palabra de honor, pero estamos hablando de negocios… ¿Cómo? ¿Que te hable como un ser humano? ¿Qué diferencia hay entre un ser humano y una empresa?

No es verdad que las cosas son relativas, no es cierto que todos somos un poco buenos y malos. Las cosas son bien simples: no todo el mundo es capaz de apretar la mano y ser consecuente con ese gesto. Hay gente amoral y gente con pundonor. Tan sencillo como eso.

Una harira cada cuatro meses


¿Qué necesidad tienes de colgar esas cosas en internet? Me preguntó ayer un amigo. Hacía más de cuatro meses que David y yo no salíamos a cenar (cosas de ser padres, no tener mucha pasta y además no encontrar baby-sitter) de manera que me dije ésta es mi noche, no voy a hablar de orfanatos, no voy a discutir la política del rey, no quiero dar explicaciones sobre lo absurdo de mi vida… ésta es mi noche, sólo quiero ir a un restaurante barato, comerme una estupenda harira calentita, echarme unas risas con mis amigos y volver a casa cansada y feliz. Pero seguimos nuestro paseo saliendo de Jma Fna y la pregunta me martilleaba la cabeza ¿Qué necesidad hay? El frío de la noche de diciembre me helaba los pies y la harira se hacía cada vez más apetecible ¿Qué necesidad tienes de andar provocando problemas?.
En Jma Fna hay una señora que vende galletas. Hay muchas, todas con niqab, pero ésta no lleva niqab, lleva hijab aunque eso no tiene mucha importancia porque lo que le pesa a esa señora no es el velo, es el bebé de 14 meses que lleva a la espalda, dormido, el frío de diciembre y sin harira que llevarse a la boca. También le pesan, supongo, los otros dos críos que se agarran a sus faldas, medio descalzos. Yo no puedo, no sé salir a la calle, dejar a mi hijo con la baby-sitter y comerme una harira en Jma Fna. No sé olvidarme de todo ni si quiera una noche. Hago como que sí pero me aguanto las ganas de llorar en tres esquinas del paseo. ¿Y qué necesidad tengo de colgarlo todo en internet? ¿Y por qué mi Marruecos no tiene nada que ver con el Marruecos de otros europeos que conozco aquí? ¿Por qué ellos me hablan de la sonrisa, del sol, de la felicidad? ¿Por qué ellos me preguntan por la necesidad de complicarse la vida? Te vas a buscar un problema un día de estos, del Sahara no se habla, ya lo sabes, ya lo sé.

¡Apoyemos a Aminatu Haidar!

Os invito a realizar el siguiente acto de protesta a través de la red:

1. Copie y pegue en el cuerpo del mensaje:
«Aminetu se nos muere. Le ruego que actúe rápidamente para que Aminetu Haidar pueda volver a El Aaiun sin condiciones y reunirse con su familia»
2. En «ASUNTO», ponga lo que le parezca oportuno, pero siempre desde el respeto.
3. Dirija el correo a:
acreditaciones@mpr.es, maciej.popowski@europarl.europa.eu, epmadrid@europarl.europa.eu, sonia.dona-perez@diplomatic.gouv.fr, InfoDesk@ohchr.org, dirk.debacker@consiliu.europa.eu, eurobarometer@ec.europa.eu, leonor.ribeiro-da-silva@ec.europa.eu, ofiprensa@psoe.es, atencion@pp.es, cdc@convergencia.cat, comunicacion@izquierda-unida.es, prensa@upyd.es, prensa@coalicioncanaria.org.
Le llegará a: La Moncloa, Parlamento Europeo, Oficina del Parlamento Europeo en España, Eliseo, Naciones Unidas – Alto Comisionado de Derechos Humanos, Consejo de Europa, Comisión Europea, y partidos políticos de España: PSOE, PP, CIU, IU, UPyD, Coalición Canaria.

Siempre presentes

Aminatu Haidar, activista saharaui.

Zahra Boudkour, la presa política más joven de Marruecos.

S ha venido a verme esta tarde, por sorpresa, como siempre, los ojos vidriosos que sonríen a medias, cansados, con la máscara que imita la normalidad. La bes? Sí, va todo bien gracias a Alá. Venga S, no me jodas, entonces por qué tienes esa mirada tan triste. Pisamos el mismo suelo, respiramos el mismo aire, mis ojos son marrones como los suyos y ni si quiera nuestra piel es diferente: ambas somos morenas claras. Ella parece trianera, yo me camuflo con las demás mujeres de Daoudiate en cuanto me coloco una yilaba. Pero se trata de un espejismo porque en realidad nuestras vidas son radicalmente diferentes. Mi casa está al otro lado del estrecho, con ayudas estatales que aguardan mi regreso de emigrante, con una vida repleta de libertad. Ella está enfrente de mí y al mismo tiempo está en otro planeta. Es un planeta donde ella sola se exilio, con la ayuda y los golpes de su marido, los empujones de sus padres y el qué dirán y el remate de un pasaporte impreso en papel de fumar.
S y su miedo. Aminatu Haidar y su valentía. Zahara Boudkour y las cucarachas con las que convive en una prisión de algún lugar de Marruecos.
Qué nadie se olvide ellas. Ni de las que ocupan las primeras planas de los diarios españoles y gozan de la admiración de occidente gracias al sacrificio que han decidido asumir, ni de las otras, las de las vidas anónimas, como S, que viven creyendo resignadas que el miedo es una barrera infranqueable.

Con dos vasitos de yogurt

Dos vasitos de yogurt, hilo grueso, un punzón y unas tijeras. Y ya tenemos un teléfono de juguete. Es fácil, sacas las tijeras del bolsillo, cortas el hilo, las vuelves a meter en el bolsillo Alicia, Alicia, métete las tijeras en el bolsillo no sea que algún crío la coja qué haces con el punzón dame eso ahora mismo, no metas las manos en los bolsillos de mi chaqueta nunca más… ¿Se lo puedes traducir? ¿A quién? A él ¿A quién? Se ha ido, da igual. Otro vasito de yogurt, otro agujerito con el punzón, me faltan yogures, saco las tijeras del bolsillo, imposible posarlas sobre la mesa, yo no tengo padre y madre tampoco ¿Dónde aprendiste a hablar francés tan bien, con lo pequeñito que eres? ¿Dónde está el punzón? Te he dicho que no lo cojas, Alicia, Alicia, Alicia… Otro vasito de yogurt, ensartar el hilo por el agujero, guauuuu, ya tenemos muchos teléfonos, vamos a cantar muchas canciones bonitas con esos teléfonos, dame tu teléfono Alicia, Alicia, tu teléfono para llamarte cuando te vayas, yo no tengo mamá ni tampoco papá, él si tiene mamá y papá pero yo no ¿Me llamarás? ¿Vendrás a verme? Vamos a tirarnos por el suelo, como hicimos la semana pasada cuando éramos primero gusanitos y después nos convertíamos en pájaros, qué risa también ladrábamos, otra vez, Alicia, Alicia, Alicia, Alicia, Alicia, por el suelo, sí, dando vueltas, yo no tengo mamá ¿Y tú? ¿Quieres ser mi mamá? ¿Tienes hijos, Alicia? Alicia, Alicia, Alicia. Otra vez, han dicho que quieren escuchar de nuevo la canción y que vuelva a bailar la marioneta india, otra vez, otra canción. Les voy a contar el mito de Orfeo y les voy a cantar Che faró senza Euridice porque adoran que les canten canciones. Les gusta seguir el ritmo con las palmas. Y qué ritmo y qué energía y qué ganas de vivir y qué falta de cariño. Sólo con unos vasitos de yogurt, un trozo de hilo grueso y unas tijeras.