Gente disfrazada de personas normales

Resulto tan cómoda a veces como un par de zapatillas viejas de andar por casa. Yo todo lo entiendo y así, algunos de mis amigxs y conocidxs, deben tomarme por una especie de confesionario de 24 horas, dispuesto siempre a escuchar y a aliviar la culpa.

Si algo me ha enseñado el feminismo es a no juzgar jamás a ninguna mujer por el camino que pudo tomar para sobrevivir en este mundo de machos. Por eso no condeno ni a la puta ni a la que decidió llegar virgen al matrimonio. Tampoco juzgo a la que usó sus curvas en beneficio de su carrera, ni a la que abraza al patriarcado, se hace fotos con los más rancios varones centenarios y, poco a poco, consigue un puesto cedido por esos mismos viejos. Yo todo lo comprendo: tengo amigas que se depilan y llevan tacones, otras que llevan hijab, otras que lucen axilas aterciopeladas. Todas están en mi círculo de amistades, todas caben en mi vida. Soy cómoda, ya digo. Tampoco me permitiría juzgar a los hombres, es mi amigo tanto el que sigue el dictamen de la tradición, como el que se acuesta con este o con aquella… cualquier cosa menos el machismo, claro está.

Trago con prácticamente todo… pero existe una tipología de persona que me toca mucho las narices. Es aquella que me juzga mal pero hace uso de mi confesionario cuando le conviene. Es esa persona que me critica por ser feminista, por denunciar en mi blog a la Iglesia, por decir palabrotas, por exponer a los cuatro vientos mi bisexualidad, por no respetar las reglas pero luego, cuando echa la canita al aire, viene a mí a ser escuchada y comprendida porque sabe que no conoce a nadie con el embudo más ancho que yo. Es la que en un momento dado me pidió ayuda para sobrevivir a algún ataque de misoginia y hoy me da la espalda porque cuelgo fotos guarras en Facebook. Es la que se lio con alguno de mis ex porque sabría que a mí me daría igual pero que si yo osase a tomarme una cerveza con alguno de los suyos me retiraría la palabra. Es la que obtiene todo el beneficio que puede del patriarcado y de mi amistad paralelamente pero después niega en público ser mi amigx y confidente porque tengo mala fama en ciertos ambientes. Es, en definitiva, el ser humano que vive disfrazado de persona normal, esa persona que en realidad no existe, nunca existió y aún así nos empeñamos en establecer como modelo único.

Queridxs amigxs monógamxs que os escandalizáis de mi vida sexual, estimadxs cristianxs, que tan devotamente lleváis al cuello vuestras medallitas de vírgenes y que os ponéis de mal humor cuando critico al clero, amadxs y respetadísimxs todos y todas, por favor, sabed: no me interesan vuestras canitas al aire, me aburren vuestras aventuras llenas de culpas así que, por favor, no vengáis a contármelas. Estoy harta de guardar los secretos aburridos de vuestras camas extramaritales, no me gusta la mentira y odio que me obliguéis a mentir. Me pone enferma que a la menor insinuación de que quizás debierais ser honestos con vuestras parejas y plantearles la poligamia me salgáis con esos aires de superioridad diciendo “no, no, si es que esto ha sido un desliz, yo no soy como tú” aunque sea ya la tercera vez que venís a mi casa a tomar café y a desahogar el lastre de vuestras culpas con la que en el fondo consideráis vuestra amiga la rarita. Llevaos vuestra normalidad a casa y sufríosla a solas.

La fierecilla

Esta tarde tres hombres me increparon por la calle. Me eran completamente desconocidos. No estaban borrachos, ni drogados, ni mal de la cabeza, tampoco eran indigentes ni nada parecido. Eran tres hombres jóvenes normales y corrientes. Uno de ellos me gritó algo que no quiero repetir, algo grosero, fuera de lugar y ofensivo. Lo de siempre, hasta ahí sin novedad. Los otros dos rieron escandalosamente. Suelo contestar de forma enérgica a ese tipo de agresiones y la respuesta del macho suele ser bajar la mirada. Normalmente me basta pararme y mirarlo fijamente y en seguida se ruborizan, se avergüenzan de su propio comportamiento. Algo bueno tiene la tradición judeo-cristiana: nuestros machos están llenos de culpas en lo que al sexo se refiere. Otras veces en cambio… eran tres, me miraban con desdén, me increpaban y se reían de mí con el paternalismo de quien se ríe de una fierecilla indomable. Así veían mi indignación, mi desplante, mi perder los nervios. Una fierecilla.

Sólo una mujer sabe lo que supone caminar por la calle con miedo a perder la dignidad cada dos manzanas. Llegué a la cafetería donde había quedado con mis amigas llorando.

Hola, soy feminista

El otro día en el curso sobre Igualdad de Género en el que participé me pasó que, al comenzar mi charla diciendo hola me llamo Alicia y soy feminista, un señor me dijo que por qué tenía que presentarme de esa forma, provocando al personal. Leo a Itziar Ziga estos días y a lo mejor ando muy metida en otros niveles, imaginando que la gente es toda como ella, tan perra, tan adelantada a su tiempo y tan sabia. Me pasa que después, al levantar los ojos del libro, me despierto en una realidad distinta con creces. Pero vamos, igual podría decirlo si estuviese leyendo las antiguallas de la Beauvoir. Ante ese tipo de comentarios, lea lo que lea, esté yo en las circunstancias que esté, me surge siempre la siguiente cuestión: ¿¿¿¿¿¿QUÉ COÑO DE PREGUNTA ES ESA????? ¿Se le diría a un pacifista que provoca al personal por presentarse como tal? ¿Y a un humanista? ¿Pero cómo puede la gente ser TAN SUMAMENTE IGNORANTE? ¿Cómo puede la peña estas alturas creer que machismo y feminismo son términos antagonistas? ¿Por qué no se informan un mínimo antes de abrir la puta boca? Por diossssssss. Me va a reventar un día el hígado. Menos mal que está el DRAE que a veces alivia (y mira que también ese es machista). Resulta que, en su tremenda y aburrida heterosexualidad patriarcosa, este señor, sin saberlo, tenía razón:
Provocar.
(Del lat. provocāre).
1. tr. Incitar, inducir a alguien a que ejecute algo. (Efectivamente sí, quiero inducir a la igualdad).
2. tr. Irritar o estimular a alguien con palabras u obras para que se enoje. (Efectivamente sí, quiero que los machistas echen bilis por las orejas, a menudo lo consigo).
3. tr. Intentar excitar el deseo sexual en alguien. U. t. c. intr. (Esto lo que más).
4. tr. Mover o incitar. Provocar a risa, a lástima. (Sí, también).
5. tr. Hacer que una cosa produzca otra como reacción o respuesta a ella. La caída de la bolsa provocó cierto nerviosismo. (Que sí, que sí, que también).
6. tr. coloq. Vomitar lo contenido en el estómago. U. m. c. intr. (Sí, a ser posible en la cara de un misógino).
7. tr. coloq. Col., El Salv. y Ven. Incitar el apetito, apetecer, gustar. (Estaría bueno ¿Quién no?).
8. tr. p. us. Facilitar, ayudar. (A ver el camino hacia la igualdad, sí).

Pues sí, feminismo entonces es provocación. Aunque el chico este, con toda su heterosexualidad masculina en lo alto, no podía imaginar cuanto.

Lo que no me pase a mí…

Me llama mi hermana esta mañana, improvisadamente, para preguntarme si podía hacerle el favor de ayudarla a impartir un curso sobre igualdad de género en su curro. Tomo mi bicicleta y, con mi habitual despiste, no consigo encontrar el lugar así que bajo de la bici y me pongo a caminar algo desorientada por la calle. Llevo minifalda. Un grupo de hombres fuman en la calle. Al pasar entre ellos uno me dice por lo bajini, así, en plan fiesta nacional, oooooleeee. La valentía torera se le acaba en cuanto me vuelvo y le pregunto abiertamente que qué quiere. Nada, no quería nada, obviamente. O si lo quería no se atrevió a pedirlo, así de cara, de igual a igual. Sigo adelante, cruzo la acera, aparco a la bici, llamo a mi hermana, niña, no encuentro el sitio, espera, Ali, que salgo, te estoy viendo, date la vuelta ¿me ves?… Y sí, la veo, agitándome la mano entre el grupo de hombres con el que yo acababa de cruzarme. Al acercarme me los presenta: son mis alumnos, el torero incluido. Al entrar en la clase la tensión y la guasa se respiran por partes iguales. Yo, haciendo gala de mi habitual mala leche, comienzo con el vídeo que os cuelgo a continuación y les hablo, entre otras cosas, del acoso callejero. El torero no abre boca durante toda la hora.

Con respecto al resto del curso, lo de siempre, tener que andar explicando que machismo y feminismo no son términos antagónicos.

El Menda y yo

Yo no entiendo de fútbol. El tema no me interesa y me es completamente ajeno, por eso no opino sobre ello. Es costumbre bastante difundida entre los mortales, lo sé. El Menda (llamémoslo así) no entiende de feminismo. El tema no le interesa y le es completamente ajeno, pero opina sobre ello. Es costumbre bastante difundida entre los mortales, lo sé. Me resulta muy aburrido hablar con el Menda. Os cuelgo unos mensajes que me ha mandado con mis respuestas para que, en lo venidero, las personas que se encuentren a tan bajo nivel de conocimiento sobre el tema del género como El Menda, se abstengan de dirigirse a mí, encontrando en mis respuestas las reflexiones oportunas para su propio aprendizaje o, en cualquier caso, motivo suficiente para dejarme en paz. Conservaré las faltas de ortografía de El Menda para evitar modificar el mensaje original. Respirad hondo porque no usa signos de puntuación.

El Menda:
hay mucho retrasado por ahí
pero hay que relajarse un poco, que tambié tienes suerte de vivir en un país y en una época en la que tu también por suerte estas a salvo
la cosa ha cambiado mucho
y en ste país
salvo los cabestros sueltos que andan por pueblos de la españa profunda y algunos más
dio un giro hace muchos años
y esta en una situación de igualdad absoluta
incluso la ley ( y soy licenciado en derecho)
ampara a la mujer por encima del hombre en temas muy muy muy delicados y de vital importancia para la vida de los seres humanos
por lo que también he de decirte
que a veces incluso en la actualidad estáis por delante en derechos
por lo que considero, a muy modesto mod de verlo
que vuestra lucha, al menos en la España actual no tiene sentido
tan solo lo tiene en casos de violencia machista
pero ahi no es una causa feminista coño
ahí es una causa criminal
hay que parar a todo el hijo de puta que mate a alguien, sea mujer o hombre

Alicia Murillo :
Verás, Menda, tu mensaje, que no hay por donde cogerlo, revela una gran ignorancia en materia de género. El feminismo es una corriente sociopolítica que:
1. Se estudia en la universidad o bien…
2. Se llega a ella y se la conoce de forma espontánea por ser mujer y por tanto pertenecer a la clase subyugada o bien…
3. Por ser hombre y gozar de una sensibilidad especial.
No creo que estés en ninguno de esos tres casos por lo que te rogaría que no intentases, en lo venidero, dirigirte a mí para intentar iniciar una conversación aparentemente amigable acerca de un tema que te es ajeno por la falta de conocimientos y vivencias según demuestras a cada momento.
Tu mensaje es ofensivo y digno de un machista con mayúsculas, además de un completo ignorante. Me aburriría sobremanera ponerme, a estas alturas de mi vida, a discutir temas tan superados como los que me expones.
En fin, que cuando te hayas leído a Ziga, Despentes, Pardo Bazán, Nin, Beauvoir y Espina, entre otras me lo dices y te doy otra lista de autoras para ver si así podemos mantener una conversación sobre feminismo en la que ambos estemos a la misma altura de conocimientos. A nivel de sensibilidad creo que será imposible por mucho que leas.
PD: El Juez Serrano también es licenciado en Derecho. Y Vanessa (la feminista que te ha contestado en mi enlace) también.

El Menda:
todos los «ismos», son movimientos agresores contra otros, por lo que el feminismo basa su causa en la lucha de clases, más que en reivindicar una dignidad, que insisto, ya ha sido lograda en España.
La dignidad la reclaman los grandes
El orgullo es una reacción de débiles.
Por tanto, yo no soy machista porque, primero: no me enorgullezco de ser un hombre y segundo no baso mi existencia en imponer mi género a otro.
Así pues, al igual que rechazo a un machista, rechazo a una feminista, ya que al fin y al cabo, ambos son los culpables de que no podamos vivir en armonía, libres de complejos de inferioridad, de inseguridades y traumas y en definitiva de vivir una vida basada en el humor, la ironía y el sarcasmo, la vida de los que están un paso por delante, frente a la vida de sensibilidades extremas, que demostrado está, solo nos lleva a ser susceptibles y odiar el comportamiento del otro al sentirse ofendido o agredido…y así seguimos sin avanzar…hay que entrar en la siguiente dimensión Alicia, y con los ismos, la vida sigue fluyendo en la mediocridad

Alicia Murillo:
Me aburro. Adiós.

Kagaseya

Kagaseya, un señor acude en Tokio a un karaoke donde lo espera una mujer en su oloroso periodo de ovulación. Una vez juntos y a solas el señor se arrodilla, mete la cabeza bajo la falda y aspira lenta y profundamente. Sabe que sólo podrá disfrutar de ese placer unos pocos minutos. Después ella se irá y se llevará su aroma de Aldrovanda a donde quiera, a donde lo desee. Porque ella es la dueña de la esencia de todo.

Hace unos días alguien comentaba en Facebook que existe la costumbre en Japón de vender bragas usadas a un precio que oscila entre 30 y 50 €. Me resultó curiosa la reacción de las mujeres que comentaron la noticia. La mayoría de ellas escribieron cosas como qué asco o qué guarrada o qué porquería. Los chicos en cambio parecían divertirse más. Yo, personalmente, quedé consternada al darme cuenta de la cantidad de dinero que se me había escapado por el desagüe de la lavadora ¿Cómo iba yo a imaginar? Pero, en fin, vamos a lo que vamos, al flujo vaginal: líquido viscoso segregado por el cuello de la matriz y las paredes de la vagina con diversos fines. Según algunos misóginos nuestro cáliz de entrepierna no tiene más finalidad que la de favorecer la penetración. Ellos, como siempre, barriendo para adentro. Pero la realidad es que el flujo vaginal, su variedad de colores, sus diferentes aromas, sus numerosas texturas, dependen, favorecen y son causa y efecto de otras muchas cosas además de la penetración. Las mujeres segregamos nuestro jugo también para limpiarnos siendo el flujo vaginal un antibiótico natural que mantiene nuestra vulva fresca y sana. Las mujeres somos, pues, fuentes activas de vida y salud. El flujo vaginal además es un lubricante que favorece la función del clítoris que, como todos/as sabemos, tiene como única función la de dar placer sexual a su dueña. El flujo vaginal es además una especie de alerta médica ya que a través de sus cambios de color las mujeres, sin necesidad de visitar un ginecólogo, sabemos si algo no va bien. Nuestra mucosidad nos advierte de infecciones, de estrés, de que el hombre que nos hizo el amor el día anterior debe ser borrado de la agenda, de si estamos embarazadas y de un largo etc. Una vez más las mujeres llevamos intrínseca la sabiduría, la paseamos en lo más íntimo de nuestro cuerpo. Somos ciencia, somos brujas.

Pero la nefasta educación sexual recibida hace que hoy por hoy una mujer encuentre su propio flujo vaginal algo asqueroso. Señoras, mujeres del mundo, hembras del universo, desde este humilde blog os imploro, os invoco a que caminéis por la calle con la vista bien afilada, tenemos que aprender a darnos cuenta de nuestro poder, esta sociedad está llena de pistas que nos dicen que somos diosas.

La persona que comentó el asunto en Facebook habló sólo de la venta de bragas pero tras una pequeña búsqueda he sabido que el mercado se extiende también a la ropa interior masculina. Y es que el semen también tiene su aquel… no es precisamente moco de pavo.

Ahí van algunos enlaces de interés:
http://www.bragasusadas.com/
http://www.habitamos.com/post/5453777/calzoncillos_usados_boxer_slips_espaaa .
http://www.yavoymama.com/flujo-vaginal/

El regalo de Hugo

En estos días tan entrañables ando reflexionando sobre el tema que celebramos y he llegado a varias conclusiones importantes. Para empezar creo que lo de la Virgen fue una autofecundación. San Gabriel, asexuado como era, no pudo tener nada que ver en el asunto, aunque sí que pienso que contribuyó con algo importante: el éxtasis místico. La Virgen se autofecundó, de hecho, con orgasmo incluido. La Anunciación y la Divina Concepción fueron uno de los primeros actos feministas de la historia. La mujer no necesitó al hombre ni para crear vida, ni para gozar. Si me apuras se trató de un acto transfeminista por la impagable ayuda de la compañera San Gabriel que, desde hoy, debería pasar a ser patrona de las personas transexuales de este Valle de Lágrimas en el que vivimos. Otra conclusión a la que he llegado, de la mano de Hugo Pérez, es que la sublimación de María fue un acto misógino llevado a cabo por la iglesia y los hombres. Ellos adoraron al modelo femenino idealizado que destacaba por la frigidez, el sufrimiento y la pasividad pero lo hicieron como los hombres hacen todo siempre: en plan chapuza. Se les fue de las manos. La subieron a un baldaquín y la sacaron a pasear por plazas y calles. Ese fue su error. Nos decían mirad, mujeres, si no queréis ser quemadas como brujas, si queréis ganaros el cielo, sed como ella. Y la humanidad dijo ¿Cómo ella? ¿Una fuerza sobrenatural capaz de crear sin ayuda? ¿Cómo ella, sublimación de la magia? ¿Cómo ella? ¿Divinidad femenina mucho más potente que ningún Cristo? Porque la veneración mariana, es lo que tiene, y el pueblo llano lo mismo: nunca sabe una por donde van a salir.

En Sevilla 40 hombres se travisten con un solo disfraz de mujer en las tardes de primavera. Sacar un paso, mecer sus varales, sudar en las trabajaderas, sufrir por la sublimación de la Virgen es el acto de mayor sumisión masculina que yo haya presenciado en toda mi existencia feminista. Una cuadrilla de costaleros es exactamente igual que un travesti, es sólo que se necesitan 40 hombres para encarnar a una mujer como María. Y es que la Virgen era mucha mujer.

Empiezo el 2012 con un proyecto: reconciliarme con mi origen mariano, sublimar, adorar, venerar a la Señora de la Esperanza de Triana, ser su sierva, ser su sacerdotisa guerrera. Ser, por fin, costalera activa luchadora, asumir la responsabilidad que me toca como trianera del s XXI, la de verbalizar el proceso ocurrido por la Esperanza de Triana y sus comadres, que viajaron desde la idea misógina de virgen sierva hacia divinidad femenina indestructible. Ya es hora de que alguien lo diga: como una madre no hay nada en este mundo.

Gracias Hugo por devolverme todo esto, gracias por regalarme mi barrio como un día me lo regaló mi abuela ¡La Esperanza es queer!

En Madrid

Qué guapa eres, tú no eres una buscona, eres una encontrona y además todo en España lleva eñe, hasta España. Qué guapa eres y qué llena está Madrid, yo en realidad sé porque la gente vive en una ciudad tan tremendamente incómoda.

Me pegan pellizcos en las mejillas y me hacen fotos.

Adiós, Sofía Noel, ayer tú morías y yo cogía un tren en Valencia para conocerte y ninguna de las dos lo sabíamos, tú menos, claro, es mucho peor morirse que coger un tren, eso es verdad, pero lo que quiero decir es que nuestras vidas son hilos que se beben y mientras más hilos mejor, sobre todo si son hilos como los de la España que llena Madrid de eñes, ondas al agua y personas. Son vivos y vivas murientes, que a base de encontrones se van viviendo. Qué guapa eres, es de verdad muy guapa ¿De Triana? Y qué guapa y qué guapa y qué guapa y venga sonreírme y darme pellizcos en las mejillas y probarme vestidos bonitos y hacerme fotos y abrazarme y mirarme con ganas de quererme mientras antes mejor y de ponerme a cantar (asalto a partitura armada) y hacerme dormir en una cama enorme y Hugo en el sofá.

Hugo. Su casa es una especie de abrumadora mentira ritual. Hay un baúl con 25 mantones huérfanos y un maniquí que me da la bienvenida. Lo engalana un maravilloso vestido inglés de estilo victoriano, también huérfano, adopción internacional en esta ocasión, verde agua, encaje roto, es para ti, para el espectáculo, te estará algo corto, habrá que arreglarlo. Me estoy acordando de Italia, de la casa de Daniela, y de que ella no permitía entrar a nadie que no tuviese algún talento. Me estoy acordando de Marruecos y de cómo allí daba igual eso del talento porque había que andar esquivando los golpes. Me estoy acordando de mi abuela y de lo que habría disfrutado viéndome con este vestuario. Me estoy acordando de mi abuela, de cuando me decía que era muy guapa. Me estoy acordando de lo terrible que le resultó a mi abuela ser mujer.