Todos/as hacen como si ir al banco fuese una cosa de lo más normal, es más, todos hacen como si el hecho de que el banco exista fuese algo natural y entran y salen de él disimulando una cotidianeidad completamente absurda. El caso es que el día de la huelga Marcos vino al mundo. La pequeña Irene ya no es pequeña, salió del paritorio en la camilla, con su hijo en brazos y nos miraba con absoluta paz. Irene se ha convertido en una experta de vivir, pensé. También pensé en mi abuela que no iba a conocer a Marcos y en lo colorao que estaba mi sobrino y en que era la cosa más hermosa que había visto en mi vida. Pensaba muchas cosas, todas juntas, en mi hermana arqueándose en la cama durante una contracción, sola en el pasillo del hospital, a escasos metros de mí que la miraba atónita a través de un cristal (de ella me separaba una puerta y una normativa machista y deshumana que hace a las mujeres pasar por el trance de un parto en la más absoluta soledad). En todo eso pensaba y también en mi cuñado al que le permitieron entrar en los 15 minutos de la fase de expulsión. Yo era el plan B, si él se desmayaba al ver la sangre me llamarían a mí porque todos se creen que soy muy valiente. Se lo creen porque he vivido en África y en muchos sitios raros. Nadie sabe que esos viajes han sido sólo un disimulo, como aquellos de las personas que entran y salen de los bancos.
cosas mías
Quien roba al ladrón

Está muy feo eso de generalizar, tan feo es decir que todos los rumanos vienen a Europa a robar como que todos los franceses van a Marruecos a explotar, estafar, violar los derechos humanos, acostarse con menores y a olvidarse de todo aquello de la liberté, égalité y frat
ernité. Pero vamos que la xenofobia me la llevo yo acuestas también contra mi misma especie porque no es que los españoles demos muestra alguna de coherencia moral en el Magreb. Todo es cruzar la frontera e irse olvidando, una a una, de todas los pautas de comportamiento habituales, desde el (casi) inocente fumar en sitios donde hay niños/as, hasta el acostarse con estos/as mismos/as niños/as simplemente porque allí no llega la ley y, si llega, no cuenta para los todopoderosos europeos.
Por eso, Sarko, desde tus tacones altos, no me vengas a hablar de quién roba en el país vecino porque la mansión que tienes en la lujosa Palmeraie de Marrakech fue construida a base de mano de obra de esa de limpiarse el culo con la venda de los ojos de la justicia de tu liberalismo.
Una crisis profesional
Y cada día me repito aquello de el/la profesional no cobra por trabajar, al/a la profesional se le paga para que pueda realizar su trabajo. Pero también me oigo lo otro, lo de y con todo lo que yo tengo que decir ¿Me voy a quedar en casa sólo porque las mafias dirijan los teatros?
Algo bueno va a salir de esta crisis porque desde luego si no es para matarnos. Las grandes cosas siempre salieron en los peores momentos. Cuando el dinero se aleja, el ingenio está libre, deja de tener que rendir cuentas y ese es el ingrediente base de una obra de arte.
Mis mil casas
Hoy me veo inmersa de nuevo entre partituras, con mis manos sobre el teclado, con los/as viejos/as amigos/as a golpe de teléfono, con la ciudad controlada, con los códigos reconocidos y asimilados con naturalidad durante la infancia y con los otros, los impuestos y odiados. Aquí ando, en casa echando de menos mis otras casas. Aquellas donde yo no era cantante sino maestra, cooperante, extranjera sin permiso de trabajo, estudiante, turista, mujer blanca, mujer latina, mujer casada, mujer… todas las alicias que encontré en el camino quedaron para siempre unidas, a través de un hilo transparente, a esta del teclado y las partituras. Mi vida aquí me encanta, está hecha a mi medida, pero escucho el ritmo del latido de este enorme planeta y mis responsabilidades repartidas y olvidadas, sobre todo en cierto barrio norteafricano. No puedo hacer como que no vi nada.
Todo lo que tú quieras
personajes sino personas y en ellas no hay historias, hay vidas.Juan Diego Botto ha realizado en esta película la que ha sido, para mi gusto, su mejor interpretación hasta hoy. Me ha encantado Todo lo que tú quieras pero me da a mí que no va a gustarle a todo el mundo, de hecho mucha gente salió hoy disgustada del cine. Porque la realidad escuece y si hay de por medio homosexualidad o transformismo o feminismo o cualquier cosa que se le parezca, a la media España (el lastre histórico, la pena negra, digo) le entra el tic en el ojo y sale escaldada y con la dignidad herida. Pero vamos, que supongo yo que Achero lo habrá hecho para eso precisamente. Qué grande Achero, es el poeta. Y por si todo eso fuera poco, si se me permite decirlo, está como un queso.
Quiero ser un cuerpo adornado
Violà dos escenas que os invito a disfrutar. En la primera Marilyn deja muy clarito a un señor calvo y viejo lo mismo que decía yo en este blog en mi última entrada: el disfrute de lo frívolo y el acceso femenino al dinero de una forma rápida hace chirriar los dientes de una sociedad que, en cambio, aplaude las mismas actitudes en los hombres. Marilyn en cualquier caso, lo dice con mucho más arte y más agua oxigenada que yo, no vale perdérselo. La segunda escena muestra el baño que Jane Russel se da en un mar de cuerpos masculinos, tal cual, sin más pretensiones ni cerebros, sin menos perjuicios ni sentimientos de culpa. Es la reivindicación del hombre cachas que, por fin, hace justa y digerible su equivalente: la mujer objeto.
Espero que os gusten. Besos a todos.
(*) Todos los cines de verano del mundo gozan de una transformación medioambiental por la que se hace necesario el uso de “el rebequita”, independientemente de las circunstancias atmosféricas que den lugar en el resto de la superficie metropolitana).
Video 1: (Si preferís la versión original : http://www.youtube.com/watch?v=oHp3OO0DalE&feature=related )
Video 2:
El día que nací en serio
Torrot, torrot
Cada mañana está hecha de cosas difíciles. A veces pienso que no voy a ser capaz de realizar ninguna. Esas mañanas tengo miedo de la lista de cosas y de las ventanas. Esos son los días en los que me da miedo dejar de dar vueltas en mi Torrot. Porque una bicicleta tiene sólo dos ruedas. No siempre fue así, antes había cuatro, pero un día mi padre me dijo Alicia, le vamos a quitar las ruedas pequeñitas, no te preocupes que yo te agarro, y así aprendí a ir sola sobre dos ruedas que dejaban de moverse cuando yo dejaba de pedalear y de pensar torrot-torrot. Cuando me paraba se caía, a derecha o a izquierda, torrot-torrot. Ahora es igual por las mañanas, la lista de cosas se cae hacia los lados, pierde el equilibrio con gran facilidad y sólo la acción la mantiene en pie. Antes, cuando pensaba que la lista de cosas era demasiado difícil para mis piernas, cerraba los ojos, respiraba hondo y hacía una cosa fácil, como cambiarme de país o casarme con alguien que no conocía. Así la lista de cosas difíciles no tenía más remedio que esperar, creo que lo que yo quería era que desapareciera, pero nunca se dio el caso, jamás se cansaba de esperarme y al final siempre había un día en el que me levantaba con miedo a ir a la tienda de la esquina a hacer una fotocopia y cosas así, de esas difíciles, ya sabéis a cuales me refiero.
Las mañanas están hechas de una lista de cosas difíciles y de hacerlas.








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