No somos turistas transparentes, ni votantes en blanco, ni viejas/os sentadas/os al fresco observando la juventud pasar, ni inofensivas moscas. No somos nada de eso porque, en el mejor de los casos, según dicen, las mariposas crean un efecto arrasador con sólo un aleteo y, en el peor, nuestra visita a una ciudad exótica, llena de niños comidos por moscas inofensivas, está arropada por un hotel de camareras a 180 € al mes, 12 horas al día, sin descansar el domingo. Las/os viejas/as, nunca observan pasivamente, sino que analizan, intentan comprender y, finalmente, critican. No nos vamos a engañar, aquí nadie pasa por el mundo sin tomar partida. Los nihilistas miran hacia arriba y silban y después hacia abajo y ríen. Más tarde, junto a la almohada, también ellos se cagan de miedo, y quién sabe, puede que con más fuerza y concentración que los mortales. La cuestión es que la vehemencia es quizás ridícula, pero al menos es un intento.