Hace unas semanas, en respuesta a
una entrada mía en este blog sobre las empleadas de hogar en Marruecos, se creó una pequeña polémica acerca de qué es ser un/a ladrón/a. En resumidas cuentas, y justo por refrescaros la memoria, nos planteábamos si una mujer empleada en una casa como asistenta en unas condiciones completamente indignas, es o no una ladrona por robarle a sus patrones productos de primera necesidad (en concreto, ropa). Cada cual que saque sus conclusiones, aquel debate ya pasó a la historia de este blog. Hoy he querido recordarlo sólo porque
una noticia que leí esta mañana me ha traído a la mente el asunto. Nuestra vida cotidiana no es más que un microcosmos del día a día político. O quizás sea al revés. Dice Sarkozy, desde sus zapatos de drag queen, que al gitanito que pillen robando lo mandan pa’ su casa. Algún día dios me va a hacer caso. Algún día dios se va a despertar y dirá eso que yo quiero oír:
Alicia, te equivocabas en todo, en cambio el Papa, Bush, Aznar, Sarcozy y Mohamed VI tenían razón. Y en el mundo entonces se hará justicia porque si, por ejemplo, el Papa dice la verdad, él mismo irá al infierno por tener ya un montón de pecados acumulados. Y si la ley de Sarko es justa, él mismo será expulsado de Marruecos junto con la mayoría de sus compatriotas, que viven de lo que roban en África.
Está muy feo eso de generalizar, tan feo es decir que todos los rumanos vienen a Europa a robar como que todos los franceses van a Marruecos a explotar, estafar, violar los derechos humanos, acostarse con menores y a olvidarse de todo aquello de la liberté, égalité y frat
ernité. Pero vamos que la xenofobia me la llevo yo acuestas también contra mi misma especie porque no es que los españoles demos muestra alguna de coherencia moral en el Magreb. Todo es cruzar la frontera e irse olvidando, una a una, de todas los pautas de comportamiento habituales, desde el (casi) inocente fumar en sitios donde hay niños/as, hasta el acostarse con estos/as mismos/as niños/as simplemente porque allí no llega la ley y, si llega, no cuenta para los todopoderosos europeos.
Por eso, Sarko, desde tus tacones altos, no me vengas a hablar de quién roba en el país vecino porque la mansión que tienes en la lujosa Palmeraie de Marrakech fue construida a base de mano de obra de esa de limpiarse el culo con la venda de los ojos de la justicia de tu liberalismo.