Money, money…

Nunca vi a ninguna señora con burka comiendo en ningún restaurante de lujo de Hivernage. Tampoco vi jamás a ninguna en vaqueros pedir limosnas por la calle. Hay revistas valientes, sí, está Tel Quel y Le Journal, y la gente que escribe en ellas se la juega y seguro que se cree lo que escribe. Yo no digo que no. Yo lo que digo es que justo al lado de cada artículo hay un anuncio de un coche o de un ordenador o de un crédito bancario. Porque al final ¿Quién tiene acceso a esas revistas escritas en francés? Pues la gente que tiene pasta y acceso a escuelas bilingües.

Marruecos tiene una pinta un poco francesa del S. XVIII, sólo que aquí no van a rodar cabezas, aunque a muchos/as burgueses/as les encantaría. La Revolución Francesa estuvo muy bien, sobre todo en lo que se refiere a la teoría de la igualdad porque en eso de plantar las cosas bonitas sobre los papeles a los europeos no nos gana nadie. Pero digamos las cosas como son, la gente siguió con más hambre que un perrito chico. Ese es el plan que yo le veo a la creciente burguesía marroquí. De pronto se ha acordado de comer, verbo de la segunda conjugación y la primera necesidad, y quiere implantarlo en plan masivo, pero me parece a mí que tienen más cuento que Calleja. Y lo mismo digo de los otros, de los del hambre y los velos metreados, ni religión ni leñe, eso es puro control sobre el sector femenino (analfabeto en su gran mayoría).

¿Qué va a hacer el rey con eso y con tantas otras cosas? ¿Qué va a hacer si necesita personal cualificado y universitario pero también necesita mano de obra fiel y devota, de esa que no se queja nunca, de esa que, necesariamente, no debe saber leer y escribir? Si los manda al colegio allí se enteran de lo de la Revolución Francesa, de Marx, del Che… pero si no los educa ¿Quién pone en marcha los ordenadores de las oficinas turísticas? Porque los marroquíes no son los americanos ni los europeos, aquí la lucidez aflora, no se les puede dar carreras de esa técnicas de no pensar ni tener juicio crítico, de esas que nos desea la Comunidad Europea. A un/a marroquí se le da un libro y le da la vuelta tres veces para ver qué pone detrás y en medio de las líneas. Porque el hambre te vuelve listo/a.

Y ahí tienes al rey, que si doy el 50% del patrimonio nacional para educación, que si ahora privatizo las universidades. Marruecos anda a la deriva, sin un objetivo firme. Que Alá salve Marruecos porque los marroquíes no van a hacer nada y los europeos menos.

¿Y cómo he podido yo llegar a amar este país tantísimo? ¿Y Cómo puedo odiarlo tanto al mismo tiempo?

Vanesa, Juan, Bárbara, Nati, Diego, Agathe y Carmen, gracias


Marruecos ha sido uno de los regalos más bonitos que me ha hecho la vida, a pesar de todas las malas horas, a pesar de todo el sufrimiento que he visto de frente, sin filtros televisivos ni veladuras de ningún tipo. Ahí, bien delante de mis narices, un niño de unos once años patalea en la puerta de un centro de acogida mientras su madre forcejea con él para que entre en el edificio. Ahí, ante mis ojos, vuelvo de trabajar y la misma mendiga, con el mismo niño, las 2 de la madrugada, frío ¿A quién esperaran? Sé que tienen una casa, son del barrio ¿Por qué a veces duermen a la intemperie? Los pies descalzos del crío, los ojos resignados y serios de la madre. Ahí, en mis narices, las casi mujeres que se prostituyen en los locales donde canto, putas de lujo las llaman. Cuarenta euros un polvo, descuenta lo que se lleva el proxeneta, lo que le paga al policía de backshish, y reflexionemos sobre qué lujos puede haber en la vida de esa prostituta. Todo ello y mucho más en vivo y en directo para que yo me entere bien de que este país no es el de las maravillas y que existiendo sitios así, del ecuador para arriba lo que queda no es más que el otro lado de un espejo de esos de feria.
Y a pesar de todo, o quizás precisamente por todo ello, Marruecos ha sido uno de los mayores regalos que he encontrado en mi camino. Porque aquí la gente mira como miran los/as niños/as. Sólo aquí me he sentido aceptada sin explicaciones, sólo aquí me abrieron las puertas sin preguntar cuánto ni cómo.
Por eso gracias a todos/as aquellos/as que respondisteis a mi llamada aportando vuestro grano de arena enviando leche y dinero al Orfanato de Issil. Me habría encantado compartir con vosotros/as la satisfacción que David, Iván y yo hemos experimentado hoy saliendo del supermercado. El dinero dio para tres carritos repletos de aceite, azúcar, biberones, jabón, carbón, sal y un largo etc. Mi niño se contagió de la alegría y no hacía más que exclamar ¡Sí, pa’ os ñiños! Gracias por vuestra generosidad. Gracias por recordarme que estos últimos meses en Marruecos siguen siendo un regalo y que debo disfrutarlos al máximo. Gracias por amar y ayudar a Marruecos a través de nuestro pequeño-gran proyecto.

Vuelta a empezar

Como los castillos de bloques de Iván, como los polvorones en Navidad, como la libertad de S o de F, como ese adiós repentino e incomprensible: se me desvanece Marruecos. En estas semanas me agarro a lo que encuentro para mantener a flote un sueño que no tiene ninguna posibilidad de salir adelante. Es un aborto, estoy expulsando una utopía.
Escribo a entidades privadas porque las públicas no quisieron saber nada ni de los huérfanos con olor pescadito, ni de mis marionetas. Me agarro a un clavo ardiendo pero en realidad yo lo sé, vosotros los sabéis, todos somos conscientes de que mi estancia aquí tiene los días contados.
Me estoy estafando en cualquier modo, tanto si me quedo como si me voy.
Lo siento, hoy estoy tostón, es lo que hay, se me está yendo todo al carajo justo ahora que las cosas parecían arreglarse. Pero nunca debes fiarte de las circunstancias si tus pies están pisando tierra africana porque aquí no existe más que el hoy.
Ya hemos estado aquí antes me dice David no tengas miedo. Y supongo que tiene razón, es sólo que hoy me he levantado tostón y con la lágrima fácil. Miro a mi pequeña familia organizando una mudanza de un país en la miseria a un país en crisis. Contaremos con la ayuda de mamá Estado… pero no puedo soportar haber perdido esta batalla que estaba perdida desde un principio ¿Cómo pude pensar ni por un momento en ganarla? Y aun así me ofende la llamada de teléfono del empresario que me ofrece cantar para sus mierdas de clientes con silicona. La silicona deberían metérsela en el culo a quien la solicitara en los pómulos en un país donde hay niños que huelen a pescado, que no tienen acceso a un filete, a libros ni a marionetas. Los puros que se fuman mientras yo canto a Kander me asfixian porque me los estoy fumando con ellos. Pero no encontré otro modo de quedarme aquí.
Han ganado ellos, me largo. Aun sabiendo que Marruecos me ha tatuado para siempre en la epidermis del corazón. Me ha hecho un tatuaje doloroso, no es un tatuaje de henna, de esos para los turistas de Jma Fna, no, Marruecos me grabó a fuego lento nunca te irás de aquí, aunque te vayas. Y así será.

Marrakech no sueña

Una píldora de Gueliz por la mañana, después del desayuno, y otra por la noche antes de acostarse. A medio día, un sobrecito de Palmeraie y siempre que le duela la conciencia, un jeringazo de Hivernage. Quedará usted como nuevo/a en pocos días. Y es que Marrakech es una especie de somnífero, una ciudad analgésica, con barrios narcóticos, anestésicos. En Marrakech todos duermen. Unos, bajo el sol, ven pasar las horas, la nada, el hastío, sólo la oración fragmenta el día en partes, altera el tedio. Es el arte de no hacer nada, en parte porque no hay nada que hacer, no hay nada que se pueda hacer por esta ciudad, por este país. Marruecos es así, Inshahlá, Amduhlá y todo está en manos de dios así que para qué molestarnos en intentar cambiar lo que está escrito. Daoudiate somnolienta, con sus mendigos resignados, hambrientos, enfermos, con sus viejos y viejas abandonados a la voluntad del señor y de una seguridad social inexistente, con el pegamento durmiendo las narices de una juventud sin posibilidades. Medina antigua, rota, también tú duermes en la penumbra de un zoco, no donde los comerciantes levantan su telón cada día, más allá digo, en los barrios del norte, donde tus hijos hibernan en el infierno de las fraguas, duermen al arrullo del tintineo de los martillos, ellos marcan el ritmo que Alá dicto, que Europa, desde Hivernage, se esnifa con el beneplácito de un monarca.

En Marrakech se vive muy bien – sedados hablan los otros – todos sonríen- ¿Nunca oyeron los gemidos?- no es como en España– las dos orillas se mecen en el cántico de un oleaje Británico- yo odio ir allí, me deprimen los españoles… aunque claro– aunque claro- es comprensible, allí están las cosas muy mal, no como aquí. Aquí se vive con dos duros, apenas hay que trabajar…

Para leer en voz baja

Así, flojito, para que no se entere nadie, no vaya a ser que la liemos otra vez: las cosas están yendo estupendamente. Marrakech me mata, me sube y me baja, me lleva y me trae… un trajín, como diría mi abuela. Esto, en realidad, no es vida, pero es que en esta ciudad, cuando las cosas van bien, van de verdad bien. Porque las calles de sus barrios andan derrochando un no sé qué que hay que venir a verlo y todo funciona tan mal que no puedes hacer otra cosa que relajarte. Marrakech, querida mía, eres tremenda, si de verdad vuelvo a casa el año que viene voy a llevar tantas cicatrices que voy a resultar irreconocible para mi gente. Pero al menos mi vida aquí es de verdad vida, no es estéril como lo era en España, ni vieja como en Italia, ni estúpida como en los USA. Tremenda Marrakech, eres como un novio adolescente.
Nuestra pequeña sociedad de gestión cultural marcha, no sé por cuánto tiempo y mejor no pensarlo (repito, esto es Marruecos) pero ahora no canto para ricachones borrachos acompañados de tristes y repudiadas jovencitas marroquíes. Antoine y yo nos hemos encontrado en un dúo de jazz que aunque me esté feo el decirlo, tiene tela de swing. Y después están mis niños/as, por un lado los del orfanato y por el otro los/as ricos/as, que también ellos/as son criaturitas del señor. Voy a que me den clases de teatro y música, creo que vamos a sacar todos/as sobresaliente porque son unos/as profesores/as excelentes.
En casa la cosa va también mejor, crisis de principio de curso superada, diarreas colectivas casi sitiadas (ahora es el turno de Iván) y limadas las asperezas correspondientes, henos aquí al pie del cañón esperando (sin prisas) un frío que parece no querer llegar y trasplantando un jazmín para ponerlo en la terraza. Mi padre me visitó este fin de semana. Todo va por su camino, la vida fluye, que no se entere nadie, por dios, no vaya a ser que la liemos otra vez.

Google traidor o de cómo me volví prudente

Me recuerdo despeinada, desnuda y enajenada en una cama en Edimburgo diciéndole a un desconocido yo no me voy a casar nunca pero, de hacerlo, lo haría contigo. Recuero, meses más tarde, una china en chándal diciéndonos, como en un conjuro, abracadabra pata de cabra, por el poder que me otorgan los EEUU de América yo os declaro marido y mujer. Y a mí me pareció que aquel rito de chufla de repente cobraba una pizca de mágico y se me saltó una lágrima que ahogué pensando ni de coña lloro, a ver si éste se va a pensar por un momento que yo no soy una feminista anticonformista convencida, completamente en contra del matrimonio en cuanto que lo considero una institución castrante y burguesa…

Me recuerdo así, hoy. Al otro lado del espejo me veo siendo la misma sin serlo. Qué estúpidos/as solemos vernos en el pasado, con cuánta soberbia nos miramos en el presente como mejores sin darnos cuenta de que es sólo una cuestión de tiempo volver a ser otros/as, más sabios, haciendo de los/as que somos hoy unos/as nuevos/as necios/as. Yo no había vivido nunca en una dictadura y volvía del cabaret de Broadway cabreada porque las drags no me habían dejado ponerme una foto de Bush en el culo en el número de la muñeca mecánica. Hoy en cambio no escribo en mi blog el nombre de quién manda en el país donde vivo porque Google es un traidor y no quiero que la censura encuentre este lugar dónde me callo más que cuento y a pesar de todo, con lo poco que cuento, ya me la juego, y lo peor, hago que Iván se la juegue.

David ha solicitado un puesto de redactor en uno de esos periódicos de los que prefiero no escribir el nombre. Pienso que sería para mí un honor convertirme en algo así como una Loles León en Aquí no hay quien viva, orgullosa de estar casada con alguien en un puesto como ese, porque el trabajo de David es el mío y el mío es el suyo. Somos marido y mujer. Ni novios, ni compañeros, ni amantes, ni amigos. Es lo que hay, la vida nos lleva a veces a ser cosas que nunca pensamos que nos gustarían tanto. Y mientras tanto los meses pasan y yo cada vez soy más prudente y pienso más en unas oposiciones.

Aprovecho el tirón

No hay mal que por bien no venga. Ahora que mi blog tiene más visitas y antes de que la gente empiece a desaparecer aburrida en cuanto me ponga a hablar de mis orfanatos, aprovecho para dar la lata al personal: el Orfanato de Issil en Marrakech se ha visto desbordado por la llegada de un alto número de recién nacidos en las últimas semanas. Es urgente: HACE FALTA LECHE EN POLVO para alimentar a los pequeños. Así mismo si tenéis material escolar y/o ropa de niño/a de cualquier edad que queráis hacer llegar a centros de acogida de menores marroquíes por favor poneos en contacto conmigo.
Un saludo y gracias a todos por colaborar.

Feliz Aid Fitr, se acabó el Ramadán.

Que digo yo que lo del Ramadán (que termina hoy, Hamdulá) y por extensión cualquier sacrificio religioso, debe de ser algo así como lo del vídeo. Yo sería la morenita del final, la que se come el dulce antes de que la señora termine siquiera de hablar.

Feliz Aid Fitr a todos, aquí ya no pasa más hambre nadie hasta el año que viene (de entre los ricos, se entiende).

Amanda

Dice Amanda que no importa, que hay gente que no la entiende pero que eso es normal, no se puede caer bien a todo el mundo. C’est pas grave. Dice también que las ideas para el taller de teatro del orfanato están muy bien pero que para los horarios tendré que esperar a que acabe el Ramadán y los niños empiecen el colegio (este Ramadán me parece más largo que el del año pasado, no termina nunca y todo está hibernado, nada se mueve, hay que esperar a que pase). Dice Amanda que no me engañe, que la voluntad no basta y que es muy difícil. Todo es muy difícil, también para ella, no debo engañarme. Ayer se despertó en mitad de la noche preocupada y ya no pudo volver a dormirse. Amanda se ha recogido el pelo en bellísimas trenzas negras. Las une todas en la nuca. Sus muñecas son finas, como sus manos, como su cuerpo. Amanda tiene los ojos oscuros, duros y en su brillo por fin descansan los míos. Le he contado algunas de las cosas que presencié en la sala de fiestas durante el año pasado y se ha entristecido pero no se ha sorprendido. Las cosas son así, hay que luchar contra una mentalidad que a veces es como un muro. Pero ¿Cómo ha podido pasar un año entero? Un año haciendo justo lo contrario de lo que vine a hacer aquí, me he pasado todo un año cantando para franceses borrachos.
Dice Amanda que David y yo parecemos llenos de vida y energía y que está segura de que conseguiremos cualquier cosa que nos propongamos. Dice que si tengo ropa para bebé que se la dé, que conoce a una persona que la necesita y también latas de leche, si tengo.

Amanda ligera, fuerte, realista, va tres pasos por delante de mí. La sigo.