Trini y yo

¿Saben uds. quién fue Trini Ramos? Pues la mujer que inspiró la conocida copla Triniá en la que se cuenta (más o menos) la historia de su vida. En la canción ella es la mala. En la vida real, por lo que llegó a mis oídos, el malo era el pintor que iba pa’ lo que iba na’ más según dicen que ella dijo. Trini, bailarina, cantante y actriz sevillana, se casó no con un banquero (como dicta la tonadilla) sino con un empresario americano y judío para más señas. Pasar de tener relaciones con un calé para casarse con un judío debió ser en la época motivo de bastantes cuchicheos pero ella, por lo que sé, era más bien de las valientes. En América llegó Gardel y hasta aquí puedo leer. La cuestión es que antes de partir vendió su casa… a mi abuela. Siempre escuché hablar de esta tal Trinidad, de su madre, de su hermana, de que la inmensa casa roja donde me crié se llamaba Villa Trini hasta que mi abuela la comprara y nunca le di importancia. Ahora, después de muchos años de ausencia, por avatares de la vida vuelvo a vivir en esta preciosa casa hoy que mi abuela ya no la necesita más.
Trini Ramos y yo compartimos profesión, un viaje a América por amor y una casa.

La procesión infantil

La línea que separa lo cultural de lo religioso es fina y afilada. No me gusta que me vistan al niño de costalero y mucho menos sin mi permiso y menos si es dentro del horario escolar y menos aún en un centro de enseñanza pública. No me gusta, mire usted. Y otra vez mi vehemencia y el dar la nota y es que el mundo que yo tengo en la cabeza es tan diferente del que me encuentro todos los días después del desayuno que a veces no doy crédito. Pero, de verdad ¿Tan difícil es?¿Tan complicado resulta entender que el/la que tenemos delante es diferente a nosotras/as?¿Tanto chirría una piel de tonalidad oscura, unos ojos rasgados, un velo, un señor que ama a otro señor o una madres que, simplemente, no quiere ver a su hijo vestido de alguien que se tortura el cuerpo por fe? Dice la señora directora que mientras que ella esté al mando no entrará una niña con velo por la puerta del centro pero que cruces al cuello sí, todas las que queramos, y dice también que si interpongo una reclamación en Delegación por lo de la procesión ya se encarga ella de anular una por una todas las celebraciones, que si no se celebra la Semana Santa no se va a celebrar nada, ni carnaval, ni fin de curso, ni nada de nada.

Ya veremos. En principio me quedaron tres opciones: o el niño de costalero o el niño perdiendo un día de cole o el niño solito en la biblioteca mientras sus compañeros/as adoraban la caja de cartón. Menos mal que el Iván es mucho Iván. Llegado el momento y por su propia iniciativa (doy mi palabra de honor de que lo he dejado al margen de toda la polémica) le dijo a su profesora que él pasaba de procesión, que lo acompañara a dar un paseo y a leer un libro.

Mi identidad

Cantar fue un acto que se me impuso de forma postiza y que en los principios de mi más tierna infancia me producía incluso enfermedades psicológicas tales como colitis musical (que aparecía en cuanto pisaba el conservatorio), pérdida del apetito, enuresis, estrés y, sobre todo, aburrimiento crónico. Odiaba la música, ahora lo sé, entonces ni si quiera me atrevía a pensarlo por aquello de la obediencia filial. La cuestión es que, misterios de la vida, algo ocurrió durante la adolescencia que lo cambió todo y hoy por hoy considero estar dedicada a esta profesión por verdadera vocación. Es parte de mi identidad de una forma mucho más fuerte de lo que jamás hubiese imaginado y por eso me pregunto ¿Qué ha quedado de esa niña que se culpaba por encontrar aburrido a Czerny?

En los últimos meses intento basar mi trabajo en la introspección psicológica de la voz. Quiero saber cómo sonaría si pudiese liberarme de el qué dirán. Necesito saber cómo soy sin querer decir más que: éste es mi yo escondido. Qué horror, parezco una bailarina de danza contemporánea, he metido en la misma frase las palabras introspección, psicológica y trabajo. Ustedes sabrán perdonarme, como sabrán también perdonar este rollo medio psicoanalítico que estoy soltando. Lo que ocurre es que, una vez más, me he dado de bruces con el feminismo. Contarme es contarme como mujer y yo quisiera poderme contar como ser humano ¿Es eso posible para alguien que pertenece al género femenino en el 2011? Parece que las mujeres seamos primero mujeres y después todo lo demás. Y es que si dejamos de lado esa faceta de nuestra identidad siempre llega alguien para recordárnosla obviando nuestro trabajo o menospreciándolo o juzgando nuestro físico o castigándolo o poniendo nuevo significado a nuestras palabras o borrándolas. No podemos dejar de defendernos en un mundo hecho a medida de ellos. Después nos llaman exageradas, pesadas, radicales o incluso, a modo de reproche, simplemente feministas. Yo, sintiéndolo mucho, no bajo la guardia ni un segundo. Y a quien no le guste, ya se sabe, ajo y agua. Ahora bien, no dejo de darme cuenta de la repercusión que eso tiene sobre mi vida. Las mujeres, una vez más, estamos expuestas a la auto-traición, tomemos el camino que tomemos.

Según Clara Campoamor la libertad se aprende ejerciéndola.

Miro mi infancia, miro a Czerny, a mi enuresis, a mi camino y veo el camino de una mujer pero debo también permitirme el derecho de ser feliz y de conocerme a través de mis propios ojos. Al fin y al cabo, seamos sinceros/as, Czerny es un verdadero tostón.

Bendita neumonía

Ayer visitamos la sala de urgencias del hospital infantil. Andaba yo en el coche, camino del lugar, entre un tráfico infernal, con mi niño detrás a 39,5 y subiendo y, sin exagerar, porque ya venimos conociéndonos las angustias maternales y yo y además porque lo de la abnegación nunca fue conmigo, sí debo admitir que el pellizco en el estómago y la falta de sonrisa me acompañó durante parte del trayecto. También anduvo por ahí el sentimiento de culpa por qué lo obligaría a comer yo ayer, no debí mandarlo al cole… y demás etcéteras. Me pregunté muchas cosas ayer noche, en ese hospital, viendo a Iván ya sin fiebre y diciendo con insistencia y energía repetitiva cuándo volvemos a casa, viendo pasar a la traqueotomizada, al hidrocefálico, al recién nacido-recién operado, oyendo los aullidos del pequeño de la consulta 2… y sobre todo viendo a sus madres y padres sin el derecho a derrumbarse ante la que es sin duda la situación más dura en la que la vida puede ponerte: ver sufrir a tu hijo/a.

Miro a Iván, le extiendo los brazos y le digo: ven con mamá. Y él viene, por su propio pie, sonriendo y feliz.

Es sólo un poco de tos.

Sobre la vehemencia



¿Nos hace ridículos/as la vehemencia? Lo que sí que es seguro es que nos hace incómodos/as. A veces me pregunto si no debería amoldarme a las circunstancias. Tengo una manía: me ha dado por creer que es el mundo el que está hecho de plastilina y no los seres humanos y ahí ando, desde los 14, pico y pala, intentando cambiar las circunstancias en lugar de adaptarme a ellas. Con los años he aprendido a reconocer a los/as envidiosos/as, que combinan a ratos la admiración con la frustración y te arrojan luego la burla en forma de miedo disfrazado de cinismo. Pero esas personas no me preocupan. Las que me dan que pensar son las que quizás lleven razón, las que se toman las cosas con esa distancia del no es para tanto, la vida son dos días.

En cualquier caso no hay mucho donde elegir y si lo hubiera yo seguiría en este camino. Por cabezona, supongo. O quizás también por seguir el ejemplo de quienes entre el deber de ciudadanos/as y el de seres humanos nacidos con la obligación de apreciar el regalo de la vida, escogieron lo primero. Porque la verdad, esta vida, tal y como está, no hay quien la digiera y ni mucho menos quien la disfrute, así que sigamos enfadándonos, aunque se rían de nosotros/as.

PD: QUé bien dice Cidinha Campos la palabra cinismo, me ha emocionado.

Sobre lo introspectivo

Aquí se me ve todo. Camino en la red como Marilyn sobre las rejillas del metro, con el culo al aire. Por eso y por la frenética vida europea que recién estreno, en los últimos meses de este blog, me ha costado confesarme. Me escondo en noticias, reivindicaciones, artículos feministas… y no respiro. Por otro lado están los 35, supongo. Muy bien cumplidos pero cumplidos ya, con sus reflexiones y recapitulaciones, con sus reajustes y adaptaciones, con un guión original del que ya queda sólo un manuscrito repleto de tachones y fragmentos reescritos. Es un yo debía estar allí, no aquí. Y de pronto darme cuenta de que ni el allí ni el aquí tenían la menor importancia.

Este post va a resultar cortito. No está mal para una vuelta a lo introspectivo.

Me estoy quitando

Judith Scott abrazando una de sus esculturas.

¿Lo hago? ¿Digo la pregunta en cuestión o está ya muy manida?… venga va: ¿Qué es el arte? Mis alumnos/as están componiendo unas canciones que me han vuelto el mundo del revés. Nadie me enseña más música que ellos. Y es que ahora soy profe a jornada casi completa. Echo de menos el escenario con todo mi corazón pero, lo que son las cosas, debo ser bicárdica porque de las clases salgo feliz y con la mente dándome vueltas, llena de ideas sobre cómo facilitarles las cosas, cómo colocar el andamio alrededor de sus construcciones. C, de tan sólo once años, ha escrito una obra para flauta travesera realmente impresionante. Yo no puedo describiros aquí las cosas de los sonidos, tenéis que oírla a ella, que siempre llega con sueño porque los martes flauta pero los lunes y los miércoles inglés, el jueves piano y también pilates y los deberes del cole. Ahí aparece, muertecita, con la flauta acuestas y va y le pone al primer movimiento allegro y al segundo cansado. I en cambio trae una conmovedora melodía de una melancolía tal que la obra de Satie podría quedarse perfectamente para banda sonora de Torrente… y va y le coloca en el título Estoy alegre. Saquen conclusiones si gustan, yo, ya digo, me estoy quitando. Porque esta experiencia y conocer la obra de Judith Scott y ver los dibujos de mi hijo Iván me han dejado un nuevo concepto de creación. Parece ser que el arte sale del corazón de una manera mucho más directa de lo que jamás me imaginé.

Me estoy quitando el miedo.

Los piratas cibernéticos apoyan a Wikileaks

Este es el aspecto de la web www.anonops.net

cuando no está saboteada por otros piratas.

Andan los periódicos soltando mierda por esas portadas a una velocidad que ni da tiempo a digerirla. Cuánto hacía que no andaba yo tan enganchada a la prensa. Se había puesto la cosa (por los sagrados ABC, El País y demás hermanos cotidianos vendidos) de aburrida y predecible para arriba. Pero llegó Assange y cambió el mundo de la comunicación y por fin nos hemos enterado todos/as de para qué servía realmente esto de internet. Eso sí que es ser un artista.

Últimamente me ha dado por pensar en los masones (los de verdad, los antiguos, no los de ahora) esos que consideraban la cultura y la ciencia un arma tan poderosa como peligrosa. Ellos decían que el saber debía ser dosificado y distribuido entre el pueblo a una velocidad a la que pudiese ser asimilada de forma pacífica. Saber es poder. Saber es joder. Pues que se jodan, todos/as: Clinton, Obama, Zapatero, Moratinos, Berlusconi, Gadafi, Chaves, Putin ¿Sigo? Lula, Sarkozy, Pallin, etc. y ahora también VISA, Mastercard, Paypal, el banco Suizo y todo aquel que le ha llevado la contraria al angelito de la guarda de la transparencia internacional, al que con cara de modosito y una organización de pocas decenas de personas ha puesto en evidencia todo el secretismo de estado internacional, San Julian Assange. Que la prisión te esté siendo leve, compañero.

Los masones tenían razón. Hemos aprendido a usar el conocimiento de manera peligrosa y lo hacemos en zapatillas de estar por casa. Yo me contento con este blog y con Facebook pero los piratas de verdad son capaces de reventar las webs más blindadas y son dueños y señores de la situación gracias a su anonimato.

Como dijo Sabina, de entre todas las vidas yo escojo la del pirata cojo… quiero ser una hacker ¿Cómo se hará eso?