Por qué ya no trabajo en teatros de hombres

Antes yo creía que deporte significaba deporte, ahora sé que significa deporte masculino. Es más, la mayoría de las veces significa fútbol masculino, pero yo, por aquel entonces, no lo sabía y cogía el periódico y me leía la sección de deportes pensando que las mujeres no salíamos porque no estábamos aportando nada interesante al deporte, así, como término genérico. Lo mismo pasa con todo: camiseta significa camiseta masculina. Todo significa la parte masculina. En mi profesión me pasó lo mismo… fue devastador.
Hace ya cerca de 20 años que me dedico a la noble profesión de subir al escenario a hacer cosas. Durante los primeros años conseguí trabajo en una compañía artística de hombres que se hacía llamar compañía artística a secas. Entré muy despistada, confundida por el nombre. Yo era la única mujer y la más joven, la que menos ganaba y la que menos derecho tenía a opinar en cuestiones legales y económicas. Yo lo atribuía todo a la casualidad, “al fin y al cabo- pensaba- se trata de una compañía artística y no a una compañía artística de hombres”. Seguí mi carrera y seguí colaborando con otras compañías de hombres de estas con el nombre cambiado. A medida que me hacía mayor me iba coscando de algunos detalles: las mujeres que trabajaban a mi lado o eran jóvenes o eran mujeres solteras y sin cargas familiares. Los hombres en cambio tenían cualquier edad y muchos de ellos eran padres de familia, incluso de dos familias. Incluso eran padres de dos familias que tenían una amante que viajaba con él en las giras. Me empezó a dar asco todo aquello porque ya, a un cierto punto, el nombre dejó de engañarme y me di cuenta de la evidencia: las compañías artísticas son compañías de hombres.
Decidí entonces hacer una compañía propia: papeleo, proceso creativo, ilusión, ensayos… y cuando voy a proponer mi proyecto me informan de que no puedo llamarlo “compañía artística” así sin más. Por lo visto mi proyecto, a todos los efectos, era una “compañía de mujeres”. Me pareció muy injusto porque, como ya hemos visto, a las compañías masculinas sí que se les concede el genérico, pero accedí con tal de tener independencia. La otra opción era pasar por la cama de un cincuentón y eso no me apetecía.
Y así empecé a buscar trabajo con mi propia compañía y conseguí hacer muchas cosas interesantes, cantar en muchos teatros finos y en festivales de esos de mucho prestigio, de los de poner en el CV.
En resumen: a los 20 me dijeron que podía seguir siendo quien era. Pero el seguir siendo quien era implicaba ser mujer, es decir, cobrar menos, no opinar y cumplir años lo más lentamente posible. A los 25 dejé de comportarme como esperaban y me convertí en uno de ellos: presentaba mis proyectos con soberbia y fingida seguridad y así me dejaban cantar en teatros finos, eso sí, sin ganar igual que ellos y con la premisa de no ser madre. A los 30 decidí que ya bastaba, y empecé a participar en la creación, a través de internet, de unas maravillosas redes de mujeres que hacemos “proyectos de mujeres”, que colaboramos, creamos, nos ayudamos y nos dejamos, unas a otras, ser nosotras mismas, sin que esto suponga ningún perjuicio dentro del curro en sí. Cuando trabajo con estas mujeres, por ejemplo, puedo expresar mis dudas. El expresar una duda en un trabajo de hombres es mostrar debilidad, inseguridad, amateurismo. En cambio, en un contexto femenino la duda es una invitación a la creación conjunta. Y todo eso es fantástico, pero la cuestión es que esta burbuja no está exenta de pagar impuestos. Pagamos, igual que ellos, pero no tenemos acceso a los espacios públicos ni privados. Porque, no nos olvidemos, al igual que ocurre con la palabra deporte, ocurre con la palabra teatro. Un teatro es un teatro de hombres o bien un teatro de hombres y mujeres que se adaptan al modelo de hombre blanco heterosexual. A un teatro de estos, por ejemplo, no puedes llamar diciendo que no vas al ensayo porque estás menstruando y nadie se imagina la posibilidad de cambiar la hora de una entrevista en la radio para que puedas ir a recoger a tu hijo al colegio. Cuando trabajo con las mujeres de la red de espacios, colectivos y proyectos de las que os hablo, todo esto es posible.
Ahora me acerco a los 40 y me empiezo a formular la siguiente pregunta: ¿Por qué para poder seguir siendo nosotras mismas tenemos que conformarnos con la precariedad de medios y recursos? Yo quiero acceder al dinero, al reconocimiento, a las primeras planas, a los teatros con buenos micrófonos y cheslong en el camerino. Quiero más, quiero todo. 

Fechas de gira noviembre 2013



ACTUACIONES


14 Sevilla
Librería Relatoras
Presentación de Pikara

29 Galda
Colegio de Trabajo Social


TALLERES Y PONENCIAS

1 Sevilla
Ponencia “Micromachismos”
C/. Isaac Peral 2—16,30 h
Organiza http://www.cje.org/es/

9 Vídeo conferencia con Nicaragua
Enredadas: tecnología para la igualdad
Evento privado

16 Estella
Taller “El Cazador Cazado”
Organiza  www.areaigualdad-estellalizarra.com

30 Tenerife
Taller “El Cazador Cazado”
Organiza Asociación Contramarea

Gracias Femen


Y si en lugar de emplear toda esa energía y tiempo en decir en a las putas (en interminables parrafadas) que están vendiendo un prototipo de cuerpo enmarcado en los cánones patriarcales porque se depilan y ponen tacones para ir a trabajar…
Y si en vez de remarcar que sí, que las Femen hicieron bien con ir al congreso, pero que hay muchos peros en su recorrido como activistas….
Y si en lugar de emplear todo ese tiempo en lanzar piedras contra nuestro propio tejado, de una puñetera vez, nos olvidamos de definiciones, nombres, teorías, libros y nos damos cuenta de que nos están matando por tener un coño entre las piernas. Estamos haciendo el ridículo con esta desunión, eso es lo que siento.
Estoy cansada de orgullos, de egos. Señoras, esto no es un concurso de popularidad, si una compañera tiene éxito mediático, mejor para ella. Decir que las Femen están invisibilizando el trabajo de otras compañeras es quitar responsabilidad de ese hecho a la prensa machista de este país facha en el que vivimos. Es como decir que nos violan porque llevamos minifalda.
Unión, señoras. Pacto, solo si vamos todas a una vamos a poder conseguir algo. No hace falta que pensemos igual, ni que nos admiremos las unas a las otras, ni que seamos amigas, basta que aprendamos a caminar juntas de una vez.
¿No te gusta que las Femen se depilen las axilas y se declaren femeninas? No te unas a ellas, pero seamos prácticas y démosles las gracias por haber pasado una noche en chirona para luchar por nuestros derechos reproductivos.

De lxs creadores del amor romántico y del príncipe azul, llega a sus pantallas: el feminismo es una verdad única.

La soprano


Ella fue la reina de pasar por el aro. Nunca conocí a nadie que lo hiciese de modo tan magistral. Mi heroína. Su mundo de siempre se deshizo de la noche a la mañana: su novio, sus compañerxs de trabajo, casi la totalidad de su familia. Lxs vecinxs no, porque la madre nunca contó nada. En el barrio no lo saben, aunque siempre sospecharon. Perdió todo y fue su elección y yo la admiraba tanto, la respetaba tanto por haberlo hecho. Venía a veces a casa a tomar un café (dos veces al año máximo, las riendas eran cortas) y se desahogaba: siempre estoy sola pero ya me he acostumbrado, es el precio que he decidido pagar. A cambio un teatro en pie. En casa un señor que podía ser su padre y las riendas cortas. En la calle las palabras de siempre, los adjetivos de siempre, esos que ya no nos duelen, casi nunca. No quiero ponerme medallas pero jamás permití (ni permitiré nunca) que delante de mí nadie prendiera fuego a su aro y siempre me sentiré orgullosa de su decisión valiente y de que me tuviese de confidente. Solo yo sé.
Era la araña de la red hasta que aquello tan pegajoso dejó de ser su hogar, su reino, y se convirtió en una mentira viscosa… que decidió creer.
Hoy se levanta cada mañana, se mira al espejo y se jura que todo ha sido un sueño, una mala pesadilla: “Nada ocurrió  de verdad, nunca hubo aro, nunca hubo elección, nunca negocié con este señor. Eso es lo que dicen en el barrio, pero eso no es verdad, yo soy una señora que no va a ponerse un aro en el anular pero porque no quiere, no porque no puede. Todo está bien. Todo no, la confidente, hay que aniquilarla, que no me mire a los ojos, que no me diga que pasé por el aro ¿Quién se ha creído que es? ¿Cómo se atreve a ofenderme así, a manchar los valores cristianos? Yo soy una señora”.

No, no lo eres. Las señoras no existen y, si existieran, tú no serías una de ellas, créeme. Pasaste por el aro, todxs lo saben, yo lo sé y tú, tú también lo sabes. Y estoy muy orgullosa de ti por haberlo hecho. Solo yo me enorgullezco de quien realmente eres. Todo lo demás que te rodea no es más  que un teatro mágico lleno de aplausos, un mundo viscoso y soledad.

¿Qué es sororidad?


Al final de este post os dejo unos enlaces a artículos que han escrito tres compañeras estos días y que me han fascinado por su valentía y su incorrección política. Creo que algo se está moviendo dentro del feminismo y de la lucha de las mujeres en general. Estamos de verdad hartas del mal rollo, de la falta de compañerismo, de tener que pasar la prueba del feministómetro por parte de las feministas de pedigrí, de pata negra ¿Qué clase de lucha social es una llena de estereotipos? ¿Hacia dónde pensamos que vamos a llegar si nos vamos poniendo zancadillas unas a otras? ¿Qué clase de feminismo es ese que no incluye contradicciones y pensamiento plural? ¿Nos estamos creyendo esa idea tan patriarcal que dice que la verdad es una y atiende solo a la razón? ¿De verdad cada vez que una aporte una nueva estrategia o una nueva visión va a ser tachada de lesbófoba o machista? Mujeres, somos plurales y no pasa nada.
Prostitución sí o no. Lactancia materna sí o no.  Hijab sí o no… qué aburrimiento, señoras. Yo me apeo en la próxima. Estamos jugando el juego de los hombres, nos están dividiendo en aburridos binomios. La vida de las mujeres no es una cuestión de opinión, es una cuestión de decisión y las decisiones son tantas como señoras hay en esta tierra. Y a la que le dé vértigo tantas opciones que deje de volcar su miedo en las compañeras.
¿El acoso cibernético entre mujeres? ¿Estamos volviéndonos locas? señoras que publican datos privados de compañeras de colectivo en la red, que se mofan de sus características físicas, que hace capturas de pantallas de los que las otras escriben con no imagino qué fin, que se insultan, que hacen personal lo político, en lugar de hacer político lo personal que era de lo que se trataba…
Pero algo se mueve, ya somos muchas las que estamos cansadas de estos dogmas y últimamente veo cada vez más trabajos dedicados a apaliar esta desunión. Espero que os gusten los enlaces. Por cierto, no es que esté zen, más bien estoy hasta el coño…

Y no se trata de huir del conflicto, se trata de trabajar las diferencias políticas desde la valentía y la honestidad y dejar de un lado los egos. 
Sobre el feministómetro:
Sobre el feministómetro y la falta de compañerismo:
Sobre la falta de sororidad:
Sobre la ridiculez de pelearnos entre nosotras: