Le he traído un espejo para que se mire.
-¿Qué ves?
Su ceño fruncido, los ojazos negros disparando rayos de ira, la boca encogida…
-A mí triste.
-Pues desde fuera se te ve enfadada.
-No es lo que yo veo, yo veo tristeza.
Le he traído un espejo para que se mire.
-¿Qué ves?
Su ceño fruncido, los ojazos negros disparando rayos de ira, la boca encogida…
-A mí triste.
-Pues desde fuera se te ve enfadada.
-No es lo que yo veo, yo veo tristeza.
La tristeza a menudo muta en enfado, al menos desde la perspectiva de alguien de fuera. A la vez ese enfado percibido crea más dolor y tristeza para el que lo siente, ya que por norma general una actitud ofensiva se responde no con cariño, sino con más ofensiva.