Como volar en bicicleta

Manda el aire hacia la barriga, la boca bien abierta, no bloquees la mandíbula… y yo: no puedo pensar en tres cosas a la vez. Y ella: te aguantas y te concentras, es normal que te líes, ya te saldrá todo mecánico un día de estos, cuando menos te lo esperes. En realidad siguen apareciendo los errores y son tan tontos como los del primer día, es sólo que ahora no me hace falta nadie delante para reconocerlos y, además, aparecen menos frecuentemente. Cantar es como ir en bicicleta, por muy bien que lo hagas te puedes caer en cualquier momento, porque el camino está lleno de piedras. Es sólo que ahora, cuando canto, la voz hace que se pare la cuenta atrás. Ahora sí es diferente, es cierto, sale todo de manera mecánica, la mandíbula relajada, la boca bien abierta, el diafragma flexible pero implacable, ahora sí que sí, ya no hay otro modo más que ese, cantar sin técnica es lo que hoy me sería imposible.
Qué cosa inútil he terminado aprendiendo, no sirve absolutamente para nada. No existe, es aire en vibración, sólo un soplido en la garganta (como le decía Onassis a la Callas), nada palpable, ni comible, nada visible, ni heredable. Aunque sí vendible. Porque todo puede venderse, incluso las cosas que no existen.

En un lado del espejo estoy cantando algo de eso que me compran y que me gusta (Ellington, por decir algo). Mi voz sale con la ilusión de siempre pero encuentra sólo oídos franceses con un alto nivel de alcohol circulando por el tímpano. Es ahí donde me vuelvo pija y soy incapaz de reírme de mí misma. Es ahí cuando me vuelvo peligrosa y los quiero matar a todos, o al menos cuando quiero que les pasen cosas malas. En seguida me arrepiento pero por algunos momentos su debilidad se me hace vulgaridad. Criaturas, qué culpa tendrán ellos. En el otro lado del espejo estoy cantando algo de eso que no me compran y que me gusta, cualquier cosa (Caccini, por decir algo). Suelo estar sola o bien acompañada, mi voz sale con ilusión y con mucho swing y yo de tanto pedalear termino como el niño de E.T.: porque cantar es como montar en bicicleta en una película americana de los 80, cuando menos te lo esperas sales volando.

Sálvame Bruce Lee

En el sopor de las siestas sevillanas, mi tía abuela María y mi abuela Herminia pasaban las tardes viendo la televisión y, mientras, se abanicaban dándose golpecitos contra el abundante erguido pecho. Las nalgas quedaban apretadas en el sillón de sky y el pelo permanecía perfecto e intocable, cardado hacia arriba, en un suflé hueco, tieso de laca baratita . Niña, a ver que hay en la otra. Por aquel entonces yo era un mando a distancia. Por ahí, por ahí se fue todo al carajo. Los/as niños/as han pasado de ser un mando a distancia de un televisor que emitía sólo dos canales a poseer un mando a distancia de un televisor que emite 25 canales. Ser y tener, ahí radica la diferencia, por eso anda el mundo como anda, que hemos pasado de Don José a Pepito y no nos hemos dado ni cuenta. Pero a lo que iba. Si en La Segunda había chinos dándose hostias mi tía decía deja, deja, déjalo ahí… y si el chino que endiñaba patadas era Bruce Lee mi tía quedaba embobada frente a la pantalla, los ojos entornados y murmurando ea, tómate por culo. Después miraba a mi abuela, cambiando la expresión por una de sabia y plácida complicidad, y con voz pausada le decía hay que ver, Herminia, lo bien que pega este tío, a lo que mi abuela respondía, verdad, María, verdad…

Bruce Lee es el vengador de las frustraciones más escondidas. Te pones delante de la tele, te imaginas que le está pegando a tu jefe y entonces sólo te entran ganas de decir ea, tómate por culo. Eso es lo que, seguramente, mi tía María experimentaba. Porque ya de adultos uno no puede hacer lo que hacen Iván y sus compañeros de guardería. Esta mañana han interpretado una bella llantina para 25 voces blancas y mocos transparentes. Pobres míos, que mal se lleva lo de empezar el curso cuando tienes 2 años. Aunque aquí la cuestión es que con 34 lo llevas igual de mal pero no puedes llorar ni echarle los brazos a tu jefe. Por eso me voy a ver un video de Bruce Lee, para desahogarme. Ea, tomate por culo.

Confesiones de una emigrante hemafrodita

En la provincia de Alicante. 19 agosto 2009.

Han pasado ya once años desde que decidí que quería echar un vistazo fuera. Viajar era mi complejo, mis ganas, mi pasión, mi timón, mi vida. Cualquier precio, cualquier separación, cualquier trozo de corazón perdido en el camino era bien sacrificado. Y mientras mi pila se convirtió en una especie de caramelo bajo un grifo. Pero no se gasta el asqueroso, si al menos se gastase yo podría por fin parar: oposiciones, maletas en el altillo cubiertas por el polvo y la rutina. Rutina, rutina, rutina repetida, repetida, repetida por días, meses, años. Antesdeayer en Sevilla me encontré con Esther, una década trabajando en el mismo supermercado, pasea todavía por la misma calle que la vio nacer. Se ve que nunca puso su chupa-chus bajo ningún grifo. También tuvo sus desgracias pero ahí la tienes, chupa-chus de la búsqueda intacto y casi feliz.

No puedo parar porque cada país es una esperanza que me regalo neciamente… pero en esta ocasión todo se ha complicado. Marruecos me ha arrancado el corazón de cuajo. Ya, ya, hay gente desgraciada en cualquier parte del mundo, pero África es África.

Mis maletas empiezan a latir, las descaradas nunca encontraron un lugar preciso en el apartamento de Daoudiate y se pasean estorbando por el salón aun sin amueblar. Pero ¿Qué ocurrirá ahora que Marruecos me ha pegado el navajazo en plena cara? Ahora quiero quedarme a faltarle el respeto, a vestirme de hombre, a publicar, a seguir cansándome. Marruecos me mata. Marruecos me puede, Marruecos me ha enamorado como no se debe, con trampas, con posesión, con chiquilladas. He llegado a España planeando mi vuelta y a medida que leo en la prensa europea los artículos sobre Mohamed VI y escribo la próxima función de marionetas en Dar Tiff, me doy cuanta de que esta vez es diferente. El chupa-chus, ahora lo sé, lleva años regenerándose el cabrón, sin avisar, bajo el chorro de agua helada. Los empresarios corruptos, los palos de la pasma y la cara grasienta del rey han hecho de mis ganas un hermafrodita que se reproduce en mi interior sin ayuda y sin permiso. Me queda mucho camino y Marruecos, ya lo he dicho, me mata en vida. Me ha enganchado, ya no podré volver aunque vuelva, ando por ahí mordiendo mi propia cola. Ni con él ni sin él. Ni puedo largarme al abrigo de las ayudas estatales de mamá Europa ni puedo quedarme a convivir con la gentuza que me da empleo aquí.

Señoras y señores, empieza la función, es una obra de teatro nueva en la que se abre el telón y se me ve a mí dando vueltas sobre mi misma. Te partes de risa, es cómica. Porque aquí, en la puerta de mi casa hay niños sin escolarizar, y en el barrio de al lado hay huérfanos que mendigan y en el campo gente que lo está pasando muy mal. Eso me produce una risilla nerviosa y floja ¿De veras nadie lo sabe? ¿Por qué nadie hace nada? Es que si no arreglan todo esto no me voy a poder ir y es mucho trabajo para mí sola.

Qué bodorrio

Qué guapa iba mi madre, qué bodorrio, qué fiesta nos pegamos, cuánta alegría, cuánta alegría también de la empañada, cuánta emoción… por cierto, qué guapa iba mi madre…

En el mismo pasillo dónde hace dos días pasaba junto a ella las calurosas siestas sevillanas jugando a las muñecas, hoy aparecía mi hermana vestida de blanco, ramo de rosas rojas en las manos, evocación tras evocación, símbolo tras símbolo… menos mal que está ella para recordarnos al resto de la familia que las tradiciones y los ritos son parte de nuestra historia como la carne que nos hace estar vivos/as. Cómo creció mi pequeña, única entre nosotros, pandilla de hippies sin miedos aparentes. Qué modernos somos todos y cómo ella en cambio copia el ramo de flores idéntico al que llevó mi madre 35 años atrás, como se esfuerza por explicarle al joyero la forma de la alianza de las Murillo, como se viste de riguroso blanco y nos lleva a la iglesia, sin ánimo de dar lecciones a nadie, para que una vez allí, todos podamos abrir los ojos y darnos cuenta: a veces es muy inteligente pararse a celebrar la vida. Si no hubiese sido por ella, cuántas cosas nos habríamos perdido en esta vida familiar de originales que llevamos adelante.

¿He mencionado ya lo guapa que iba mi madre? Y el padrino, con ese chaqué y ese plante, orgulloso con su chica del brazo y su mayor cantando por Villalobos. Que no sé cómo me salió la voz del cuerpo pero allí estuve, concentrada como una tía, lanzando gorgoritos a las bóvedas de Santa Ana, para que a la boda de mi hermana y mi cuñado no le faltase la música de llorar.

Queridos Miguel e Irene, gracias por regalaros… y qué guapa iba mi madre.

Tercer aniversario de A través del espejo de Alicia

Parece que fue ayer cuando, como por juego, empecé este proyecto. He aquí mi primera entrada, una poesía. Poco a poco el blog fue tomando forma, hace menos de un año nos mudamos a blogspot… y quién sabe hasta cuándo.

Lo más curioso es que no me había parado a pensar en el tiempo que llevaba en esto. Ayer vi una entrada en el blog de mi admiradísima Erotomana, que celebra también su cumpleaños como bloguera (ella tiene un añito), y hoy, por curiosidad, fui a ver en qué fecha empecé a escribir encontrándome con la sorpresa de que justo el 27 de julio del 2006 abrí la página en Windows Space Live. Qué casualidad ¿no? A mí me ha parecido de verdad alucinante.

Vamos a relajarnos

Debería yo relajarme un poco. Es que a veces me creo que el mundo tiene arreglo y al final sois vosotros los que la pagáis. Se me pone el blog cabezón y venga poner posts de salvar cosas y personas. Me van haciendo falta unas vacaciones. De aquí me voy tiraita para Sevilla, sus 37º me parecen primavera al lado de estos 55 que sufrimos en Marrakech. Estoy por echar una rebequita en la maleta no sea que con el cambio de clima me resfríe, que Andalucía es muy traicionera en agosto, lo mismo tienes 35 que bajas a 30 y no te das ni cuenta. Por cierto que me está saliendo joroba, no de una mala postura al leer, sino de una mutación a camello que sufre mi cuerpecito serrano. Ahora, eso sí, voy a ir de morenita a la boda de mi hermana… y no he pisado ni una piscina, lo mío es de las calles de Daoudiate, cargando las bolsas de la compra y empujando el carrito. Así sí que tiene mérito estar morena.

Las tormentas de arena se suceden unas a otras desde hace una semana. Hoy he dado el espectáculo en la terraza. Iba yo con un camisón fresquito que me pongo para estar por casa y escucho que el toldo está pegando porrazos contra la reja. Me voy para afuera y valientemente empiezo a luchar contra el viento saharaui que tiene muy mala leche. Yo que parriba y él que nanai, que el toldo para él solito. A una de estas me coge desprevenida y el camisón hasta las cejas. Claro, tuve que soltar el toldo. La alegría habrá sido para mis vecinos musulmanes. Creo que terminarán echándome de este país, si no al tiempo.

A pesar de todo

Aquello de lo dejo lo he dicho en más de una ocasión, lo reconozco, pero fueron momentos de cabreo o tristeza (o de ambas cosas juntas) muy extremos. También el cansancio aprieta a veces y le entran ganas a una de mandarlo todo a tomar por saco, pillar un curro en una oficina y trabajar de 8 a 2, sueldo fijo y emociones asfixiadas, pero con la tranquilidad que da el saber que estamos haciendo lo que nos ordenan. En cualquier caso, conste que si no lo he dejado ya no ha sido por miedo a tirar tantos años de esfuerzo y estudio a la basura. Me he rehecho tantas veces que una más daría igual. Es que creo que me seguiría cabreando y poniendo triste igual así que pa qué.

Cada vez que piso un teatro, cada camerino que habito, cada traje de noche que me viste, cada nota que entono la vivo como si fuera la última de tan intensa. Si me paro a pensarlo sé que es ridículo, llevo ganándomela vida con esto desde hace más de 10 años ¿Por qué deberían cambiar las cosas? Pero no puedo evitarlo. Sé que soy una privilegiada y cada día, al caer el telón, estoy dispuesta a ceder mi puesto. Ya lo he disfrutado bastante, no es justo, le toca a otra. En cambio, milagrosamente, la noche después el escenario es mío otra vez…

Y es que a pesar de todo creo que esta profesión me tiene enganchada.

Tengo miedo

Si yo debo decir la mía… os cuento, ahora que no nos escucha nadie que, cada mañana, al despertar, me invade una ansiedad terrible, una angustia de no saber afrontar lo que el día me tiene preparado. Para que nos entendamos, tengo miedo, recelo, jindama, inquietud, escama, terror, temor, pavor, pánico, espanto, susto, turbación, canguelo… llamadlo como querais, el caso es que me cago. Una parte de mí (cada mañana, insisto), quiere quedarse en la cama, hundir la cara en la almohada y decir un relajante y liberador no puedo. Pero no sé decir no puedo, no puedo decir no puedo. Pienso en Iván, en David, en mis padres y en mi hermana y es por todos ellos por los que cada día me levanto y aunque estoy hartita de lushá debo decir ¿orgullosa? que soy una miedosa valiente. Porque la cobardía no entra en mis terroríficos planes. No hay lugar en mi vida para la rendición y (cada día, cada minuto de mi vida, insisto) no es otra cosa que un sumergirme en una piscina olímpica rebosante de miedo.
Él guía mi vida, es la zanahoria del burro, lo sigo ciegamente y me lleva a hacer cosas que ni yo misma entiendo: cambiar de continente como de camisa, dedicarme a una profesión absurda, tener un hijo con un desconocido, hablar alto y claro incluso al jefe… mi miedo me tiene enganchada como una yonqui a la heroina. Cada mañana me despierto y él me reta y lo siento tan grande, posee hasta tal punto mi existencia que, sabiendo como sé del amor que algunos me procesan, sólo me queda el afrontar la vida como una mula, empujando hacia adelante.Los que no me conocen bien dicen: Qué envidia ¿Nunca tienes miedo?. En cambio los que sí que saben de mí me dicen: Tú palante, ánimo valiente.