Manda el aire hacia la barriga, la boca bien abierta, no bloquees la mandíbula… y yo: no puedo pensar en tres cosas a la vez. Y ella: te aguantas y te concentras, es normal que te líes, ya te saldrá todo mecánico un día de estos, cuando menos te lo esperes. En realidad siguen apareciendo los errores y son tan tontos como los del primer día, es sólo que ahora no me hace falta nadie delante para reconocerlos y, además, aparecen menos frecuentemente. Cantar es como ir en bicicleta, por muy bien que lo hagas te puedes caer en cualquier momento, porque el camino está lleno de piedras. Es sólo que ahora, cuando canto, la voz hace
que se pare la cuenta atrás. Ahora sí es diferente, es cierto, sale todo de manera mecánica, la mandíbula relajada, la boca bien abierta, el diafragma flexible pero implacable, ahora sí que sí, ya no hay otro modo más que ese, cantar sin técnica es lo que hoy me sería imposible. En un lado del espejo estoy cantando algo de eso que me compran y que me gusta (Ellington, por decir algo). Mi voz sale con la ilusión de siempre pero encuentra sólo oídos franceses con un alto nivel de alcohol circulando por el tímpano. Es ahí donde me vuelvo pija y soy incapaz de reírme de mí misma. Es ahí cuando me vuelvo peligrosa y los quiero matar a todos, o al menos cuando quiero que les pasen cosas malas. En seguida me arrepiento pero por algunos momentos su debilidad se me hace vulgaridad. Criaturas, qué culpa tendrán ellos. En el otro lado del espejo estoy cantando algo de eso que no me compran y que me gusta, cualquier cosa (Caccini, por decir algo). Suelo estar sola o bien acompañada, mi voz sale con ilusión y con mucho swing y yo de tanto pedalear termino como el niño de E.T.: porque cantar es como montar en bicicleta en una película americana de los 80, cuando menos te lo esperas sales volando.











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