cosas mías
Ivanadas
Me gusta que tú seas tú y me gusta que yo sea mí.
Triana queer
Gente disfrazada de personas normales
Si algo me ha enseñado el feminismo es a no juzgar jamás a ninguna mujer por el camino que pudo tomar para sobrevivir en este mundo de machos. Por eso no condeno ni a la puta ni a la que decidió llegar virgen al matrimonio. Tampoco juzgo a la que usó sus curvas en beneficio de su carrera, ni a la que abraza al patriarcado, se hace fotos con los más rancios varones centenarios y, poco a poco, consigue un puesto cedido por esos mismos viejos. Yo todo lo comprendo: tengo amigas que se depilan y llevan tacones, otras que llevan hijab, otras que lucen axilas aterciopeladas. Todas están en mi círculo de amistades, todas caben en mi vida. Soy cómoda, ya digo. Tampoco me permitiría juzgar a los hombres, es mi amigo tanto el que sigue el dictamen de la tradición, como el que se acuesta con este o con aquella… cualquier cosa menos el machismo, claro está.
Trago con prácticamente todo… pero existe una tipología de persona que me toca mucho las narices. Es aquella que me juzga mal pero hace uso de mi confesionario cuando le conviene. Es esa persona que me critica por ser feminista, por denunciar en mi blog a la Iglesia, por decir palabrotas, por exponer a los cuatro vientos mi bisexualidad, por no respetar las reglas pero luego, cuando echa la canita al aire, viene a mí a ser escuchada y comprendida porque sabe que no conoce a nadie con el embudo más ancho que yo. Es la que en un momento dado me pidió ayuda para sobrevivir a algún ataque de misoginia y hoy me da la espalda porque cuelgo fotos guarras en Facebook. Es la que se lio con alguno de mis ex porque sabría que a mí me daría igual pero que si yo osase a tomarme una cerveza con alguno de los suyos me retiraría la palabra. Es la que obtiene todo el beneficio que puede del patriarcado y de mi amistad paralelamente pero después niega en público ser mi amigx y confidente porque tengo mala fama en ciertos ambientes. Es, en definitiva, el ser humano que vive disfrazado de persona normal, esa persona que en realidad no existe, nunca existió y aún así nos empeñamos en establecer como modelo único.
Limpiemos los barrios
¿Y desde cuando los/as españoles/as tenemos más pedigrí por robar? ¿Y por qué uno es más andaluz por hablar mal? ¿Y cuándo un/a trianero/a fue alguien a quien no le importó la seguridad de sus vecinos? ¿De dónde sale esa idea vulgar que algunos/as tienen de sí mismos/as y que pretenden extender a la totalidad de sus coetáneos amparándose en la estupidez de sentirse arropado por una manada de borregos?
…la Zambrano, Juan Ramón, los Machado, Antonia Díaz, Lorca, Blanca de los Ríos y también Juana Reina, Caracolillo, Lola, Camarón, Fernanda y Bernarda, Paco y por supuesto Luisa Roldana, Murillo, Velázquez, etc., etc., etc. todos ellos/as, según una chusma que me es contemporánea, deben ser símbolos andaluces por robar, hablar mal e invadir el carril bici caminando.
Hombres, nombres
En Madrid
Me pegan pellizcos en las mejillas y me hacen fotos.
Adiós, Sofía Noel, ayer tú morías y yo cogía un tren en Valencia para conocerte y ninguna de las dos lo sabíamos, tú menos, claro, es mucho peor morirse que coger un tren, eso es verdad, pero lo que quiero decir es que nuestras vidas son hilos que se beben y mientras más hilos mejor, sobre todo si son hilos como los de la España que llena Madrid de eñes, ondas al agua y personas. Son vivos y vivas murientes, que a base de encontrones se van viviendo. Qué guapa eres, es de verdad muy guapa ¿De Triana? Y qué guapa y qué guapa y qué guapa y venga sonreírme y darme pellizcos en las mejillas y probarme vestidos bonitos y hacerme fotos y abrazarme y mirarme con ganas de quererme mientras antes mejor y de ponerme a cantar (asalto a partitura armada) y hacerme dormir en una cama enorme y Hugo en el sofá.
Hugo. Su casa es una especie de abrumadora mentira ritual. Hay un baúl con 25 mantones huérfanos y un maniquí que me da la bienvenida. Lo engalana un maravilloso vestido inglés de estilo victoriano, también huérfano, adopción internacional en esta ocasión, verde agua, encaje roto, es para ti, para el espectáculo, te estará algo corto, habrá que arreglarlo. Me estoy acordando de Italia, de la casa de Daniela, y de que ella no permitía entrar a nadie que no tuviese algún talento. Me estoy acordando de Marruecos y de cómo allí daba igual eso del talento porque había que andar esquivando los golpes. Me estoy acordando de mi abuela y de lo que habría disfrutado viéndome con este vestuario. Me estoy acordando de mi abuela, de cuando me decía que era muy guapa. Me estoy acordando de lo terrible que le resultó a mi abuela ser mujer.
Mira mi cuerpo
escalza por el asfalto y no podrás hacer nada. Ya no hay vuelta atrás. Mira mi cuerpo y simplemente, abandónate a la idea de que este cuerpo es el cuerpo de un mundo que comienza, un mundo exorcizado, abatido, un mundo que renace, un mundo bello, el mundo más bello caminando a través de mis piernas, desprendiendo olor a través de mi sudor, el sudor más bello, el sudor de la piel que heredé destrozada y he sabido zurcir. Mírame, mira mi belleza, mira el límite hasta el cual mi culo hace reventar
tus ojos, mírame de frente y embelésate con todo lo que me esputaste como un insulto y que siempre deseaste como un perro hambriento. Míralo y toma conciencia de que todo se acabó, de que ya no hay putas malogradas porque nuestros coños hoy están a la venta a un precio que no terminarás de pagar nunca. Míralo y ríndete. Y cuídalo como se cuida al ídolo, a la ama. El cachas
Era un puto paso de cebra y ese vehículo, además de estar mal aparcado, dio marcha atrás inesperadamente y casi nos atropella. Avisé al conductor con un par de golpes leves pero sonoros en la parte trasera de su coche. La tarde era soleada, habíamos dejado al niño con mi padre y estábamos contentos de haber ido al cine. El coche era muy hortera, igual que el tipo que lo conducía, igual que su novia, igual que su cerebro.
Pasó seguro más horas en el gimnasio que en la biblioteca. Mens sana in corpore sano, chaval, que no te enteras. De qué te sirve ese coche tan brillante y tan negro, para qué todos esos músculos y sobre todo, nene ¿Es que no piensas? ¿Para qué coño te depilas el pecho? De nada sirve todo aquello si dentro no eres más que un pávido.
A pesar de nuestra sonrisa dominguera y de un ten cuidadito que casi nos atropellas, el capullo va y nos suelta vale pero poquitos golpes en el coche ¿Eh?
David, Alicia, Alicia, David… tanto monta, nosotros sí que sí… (¿Dónde vas tetitas infladas? Pobre, no sabía que había dado con el esperpento hecho humanismo) y ahí mi David y yo exigiéndole una disculpa como si a un conductor subnormal le pudieses exigir un libro de reclamaciones. Esperpento y humanismo hasta que nos tocan las narices, yo un poco más, eso sí, que David está más leído y evolucionado, pero igual hacemos un equipo de puta madre.
Del coche se bajaron músculos y más músculos y un gilipollas los sostenía sobre el esqueleto de un cobarde que asomaba avergonzado de no atreverse con una mujer y un canijo. Y su chati que va y me pide disculpas ¿Eres su madre? – Le dije – ¿O es que conducías tú, acaso? Pero en realidad la pregunta clave era ¿Qué puede ver una mujer en un saco de mierda semejante?
Se puso chulo, le alcé la voz y le lancé toda la rabia que, por fin, he conseguido hacer salir. Ya no hago más yoga, decidido, esto es mucho mejor.
El de las tetas infladas a base de esteroides nos pidió disculpas. Sus ojos desprendían miedo, los míos rabia.
Chicas, en serio, están acojonados, no dejéis que el miedo os bloquee nunca más.








Debe estar conectado para enviar un comentario.