Nunca fui serena. Siempre fui una loca, histérica, extremista y todas esas cosas, ya sabéis. Nunca me molestó serlo, pero la vida te modifica y yo hoy siento un cambio. Ha pasado ya más de un año desde que se estrenó El Cazador Cazado y, en este intenso periodo de activismo feminista, mi vida, mis circunstancias y mi persona han sufrido cambios brutales. Este post va a ser largo, lo aviso, porque necesito soltar algunas cosas importantes y porque estoy menstruando y no tengo ninguna prisa. Va a ser un post largo y desordenado. Es lo que hay.
No ha sido un año fácil, como digo, al contrario, he debido enfrentarme a cosas muy fuertes y me he sentido a veces estúpida por la inocencia con la que me expuse de forma completamente gratuita a agresiones y malos rollos. Pero a cambio he aprendido mucho.
No quiero vivir enfadada, esa es una de las conclusiones más importantes a las que he llegado y también a la de que es posible vivir feliz y llevar adelante un activismo agresivo y que erosione los vicios más corruptos de la sociedad.
En este último año y pico he aprendido a enfrentarme al agresor, a anularlo y a seguir luego mi paseo tranquila, dejando atrás lo ocurrido. Hace tan solo unos meses me temblaba la mano al grabar con mi móvil o volvía a casa llorando, llena de indignación. Pero el tiempo pasa y la técnica mental de autodefensa se va perfeccionado, en parte mucho gracias a los talleres y al contacto con otras mujeres, estupendas, valientes, sabias, a las que tanto debo, de las que tanto aprendo día a día. Mis cazadoras…
Otro dolor grande al que tuve que hacer frente fue al de la mitificación a la que a menudo las personas más activas y conocidas en la red nos enfrentamos por parte de las propias compañeras. Lo he llevado mal, muy mal. No me gusta que me carguen de expectativas ajenas a cambio de reconocimiento social, de apoyar al “mito feminista”. No me interesa ser líder ni gurú de nadie porque es un juego demasiado parecido al fascismo. La lideresa sierva, te ensalzo y te venero pero a cambio tú obedeces al movimiento, dejas de pensar por ti misma y lanzas consignas siempre políticamente correctas porque de lo que se trata en el fondo no es de que luchemos contra un sistema corrupto, sino de que creemos un rebaño en el que nos sintamos protegidas todas las ovejas negras que esta sociedad repudia. Pero ese no es el feminismo que me interesa y me cago en toda la fama y prestigio social con la que la gente pretende a veces sobornarme. Porque al final es solo eso, todo esto no es más que un soborno en el que no estoy dispuesta a caer. La razón es bien simple, como he dicho antes pretendo ser feliz, es mi objetivo principal, y no sé cómo podría llegar a serlo sin la diversión que me proporciona ir por ahí diciendo lo que me sale del coño.
El miedo. He visto miedo en donde menos pensé que lo vería pero también he conocido a mujeres tan llenas de valor que la palabra admiración tiene hoy un color diferente. Yo, que creé el hastag #somosmanada (y del que estoy tan orgullosa) reivindico hoy el de #soylobaesteparia. Porque ambas cosas son necesarias.
Hay ojos llenos de vida, los he visto. Este domingo, sin ir más lejos, en el taller de Sanlúcar. Hay miradas que conmocionan, por la pelea interna que hacen adivinar, por la honestidad consigo mismas. Con eso me quiero quedar, porque este va a ser el año del buen rollo.
🙂
Eres un artista multindisciplinada, y es posible que eso te convierta inevitablemente un poco en loba esteparia.
Decir lo que te sale del coño, es perfectamente compatible con establecer un compromiso activo y visceral con una causa, pero con un movimiento… es distinto. Comulgar en todo momento con sus doctrinas, sus consignas y sus jerarquías a menudo marcadas por relaciones entre líderes mitológicas y fieles discípulas que acaban despellejándote si te mueves de la foto… No digo que todos los movimientos sean iguales, ni mucho menos, pero si tienes un coño libre pensador, por mucho que se compartan causas, la relación a veces es complicada.
El año del buen rollo. Suena muy bien.
Qué disfrutes y hagas disfrutar en tus próximos bolos 😉
«No quiero vivir enfadada, esa es una de las conclusiones más importantes a las que he llegado y también a la de que es posible vivir feliz y llevar adelante un activismo agresivo y que erosione los vicios más corruptos de la sociedad.»
No sé si puedes hacerte una idea de hasta qué punto comparto esta reflexión contigo. Salvando distancias, mi año ha sido también muy así.
Permíteme dedicarte este fragmento de «Reportaje al pie de la horca», de Julius Fucik: «Hemos vivido para la alegría; por la alegría hemos ido al combate y por ella morimos. Que la tristeza jamás vaya unida a nuestro nombre.»
Salud
Por supuesto, compañera. Adelante, sin prisa, sin miedo, sin piedad, sin odio y con la conciencia tranquila. Enhorabuena. Todo lo que expones son algunos de los motivos por los que sólo aguanté 7 años consecutivos en la lucha activa. Un abrazo.
Te deso un buen año con mucho buen rollo ánimo Alicia¡¡¡¡¡