Sigo viajando por estas naciones que forman España. Estoy escoñaita. Conciertos y talleres se me solapan, no doy para más y, ahora, a la una de la mañana, en lugar de dormir, aquí me tenéis, ejerciendo de bloguera.
Pero es que quería deciros una cosa importante y la tenía que comunicar con urgencia. Resulta que por azares del destino me encuentro actualmente en una situación muy privilegiada. El taller está viajando por ciudades, colectivos, barrios y realidades muy diferentes en estos últimos meses. Gracias a esto he tenido el lujo de compartir espacio, tiempo e intimidad con mujeres de todo tipo. La semana pasada estaba en la provincia de Cádiz con las mujeres del SAT (Sindicato Andaluz de Trabajadorxs), algunas de estas señoras vivían en pequeños pueblos, muchas de ellas estaban en el entorno de la agricultura, se declaraban comunistas, otras anarquistas (pero no de cresta, anarquistas las otras, de recogida de uva). También he impartido el taller para anarquistas de cresta. Y para madres y para abuelas y para trabajadoras sexuales y para asociaciones de mujeres y para feministas declaradas, para las de la igualdad, para las de la diferencia y el largo etc. de toda la vida. Me faltan muchos colectivos aún, muchos… muchas mujeres, porque cada mujer es inclasificable. Y esto vengo a deciros con urgencia, porque es urgente de verdad: no hay colectivos. O sí los hay, pero da igual. Lo que quiero deciros no es eso… es que es muy urgente que os lo comunique porque me vengo enterando estos días y es tan grave y tan importante y este taller me ha puesto en una posición tan particular, pudiendo entrar en un piso donde curran trabajadoras sexuales y convivir unos días allí y ver salir y entrar a los clientes y al día siguiente estar con abuelas que se me duermen en las dinámicas y que abren la boca y sueltan algo que se me clava en el estómago de cómo está cargado de sabiduría y las madres con sus niñxs que vienen y lxs cuidamos entre todas y no os vayáis a creer que me he vuelto gilipollas y que os estoy contando una peli de Walt Disney, que en realidad lo que hacen las mujeres en mi taller es hostiarse vivas… pero… que es muy urgente que os cuente esto.
Todas decimos lo mismo y esa es la buena noticia. La mala es que cada una lo está diciendo reafirmándose en su posición y, de verdad, esta es la urgencia: no perdamos más tiempo mujeres, que estamos todas diciendo las mismas cosas. Es escalofriante pero es así. Que una puta suelte la misma frase que una jornalera, que una madre ama de casa diga lo mismo, palabra por palabra, que una transfeminsta… yo no sé a vosotras, a mí esto me abre un mundo. Igual lo sabíais todas y yo me estoy enterando ahora, todo es posible. La verdad es que suelo estar bastante en la parra, pero podríais haber avisado también ¿no?
¿Qué coño estamos haciendo?
¿Queréis que os dé mi opinión? Estamos haciendo las gilipollas. Eso es lo que estamos haciendo. Las feministas más, si me lo permitís. Bueno, no, igual que todas. Estamos haciendo todas las gilipollas. Eso, eso era esa cosa tan urgente que quería deciros, joder, que no me salía. La noticia es que llevamos todos estos milenios de patriarcado haciendo el capullo.
Y también quería transmitiros dos cosas más. Son dos frases de dos mujeres sabias de las muchas que han asistido a mi taller:
PRIMERA FRASE (En respuesta a mi pregunta “¿Cómo creéis que un hombre habría reaccionado a este ejercicio?”):
“Un hombre no lo aguanta ni 30 segundos”
M., anciana cuidadora de su madre aún más anciana.
SEGUNDA FRASE: “El día que las putas y las esposas se sienten a hablar se acabará el patriarcado”.
S., trabajadora sexual.
Como veis era muy urgente.
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