Piropeadores en el mundo


He pasado un par de días en Rabat, nunca había estado y lo habría pasado muy bien de no haber sido por el verdadero acoso al que me vi sometida por parte de la población masculina. Creedme, tras doce años dando vueltas por este planeta nunca me había pasado una cosa igual. No estaba asustada porque conozco muy bien a los marroquíes, en cuanto les dices shuma y les recuerdas a su madre y a su hermana se deshacen en disculpas y desaparecen avergonzados (algo bueno debía tener la represión sexual), pero la cuestión es que a las 21 h. tuve que refugiarme en la habitación del hotel porque no cabía ninguna posibilidad de poder comer tranquila en la terraza de ningún restaurante. Observé que yo no era ni mucho menos la única en sufrir el suplicio de los donjuanes de poca monta, de hecho es algo completamente intrínseco y admitido en la sociedad de Rabat: si una mujer camina sola por la calle debe aguantar las salidas de tono de los hombres.
Eso que muchos llaman piropos, es una costumbre extendida por casi todo el mundo, no es exclusivo de Rabat, lo que pasa es que allí es un fenómeno particularmente excesivo. Ni si quiera en la Plaza de España en Roma las turistas están sometidas a algo parecido. Sevilla o Madrid son también lugares muy desagradables por cualquier barrio y a cualquier hora. Si una mujer camina sola es o porque su dueño no está con ella o porque no tiene dueño y por tanto, cuando llega el verano y las mujeres nos colocamos las tirantas es como si nos hubiésemos colgado al cuello el cartel de DIME BORDERÍAS, GRACIAS. El “piropeador” español tiene las siguientes características:

-Te mira siempre cuando cree que no lo miras.
-Si habla nunca lo hará mirándote a los ojos.
-Si no habla entonces hará un ruidito de esos como para llamar a una cabra o a un cochino o a cualquier animal de granja y lo hará cuando ya hayas pasado.
Todo esto es consecuencia de su miedo, de su complejo de inferioridad y de la infinidad de represiones sexuales relacionadas con la culpa católica.
Pero, por favor, que nadie me malinterprete, yo no hablo de represiones de la expresión del deseo, yo hablo precisamente de lo contrario, de tener el valor de tratar a una mujer de igual a igual, de mirarla a los ojos y de expresar lo que se siente con libertad. Es posible hacerlo, ocurre en muchas ciudades del mundo, yo lo he vivido por ejemplo en Seattle y en una ocasión que viajé a Milán me quedé maravillada de las costumbres que encontré allí en el plano de la seducción. Quien no conozca Italia debe saber que Milán es una especie de excepción para todo y, para el sexo, también. En general existe una gran naturalidad a la hora de expresar los deseos y la represión católica no hace los mismos estragos que en el resto del país. Es, por ejemplo, naturalísimo que mientras una señora toma un café en un bar un hombre se acerque y le diga mirándole a los ojos y sin ningún titubeo señora, es usted bellísima, permítame que pague su café. Después el caballero en cuestión se sentará en alguna mesa a leer el periódico y a esperar la respuesta, si la hubiera, sin incordiar a la mujer. Ni que decir tiene que la situación bien puede darse al contrario, las mujeres pueden tomar la iniciativa sin ser por ello tachadas de nada indecente. A todo esto hay que añadir que en Milán los hombres son bellísimos, claro que, en Rabat lo son mucho más sólo que la torpeza les hace quedarse a dos velas.

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11 comentarios en “Piropeadores en el mundo

  1. Que agobio, por dios. Pa que tú te tengas que meter en el hotel ya tuvo que ser fuerte. Me acuerdo que en Marrakech, había una calle por la que yo no me atrevía a pasar porque había un grupo de chicos que me decían cosas, y tu pasabas como si nada…Yo en Rabat ¡me muero!

  2. Carmen, fue terrible, ya te digo,menos mal que este país me ha hecho costra. Lo increible era la actitud de resignación de las mujeres.

    Alberto, cuando te vea en un andamio con medio culo al aire y chillando cosas a las adolescentes te apunto aquí.

    Besos…

  3. Qué buen post!
    Es loco que en Italia y España tengan una manera de seducir tan distinta, los dos son países católicos, sin embargo en Italia los hombres pueden ser agobiantes, pesadísimos, toquetes… en cambio aquí para lanzarse se lo piensan 45 veces 🙂 No me ha parecido que en Italia sean muy reprimidos que digamos, aquí sí.
    Un saludo.

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