La voluntad de H

Condicionamiento positivo, H y yo hicimos un trato, le compraría una gorra si accedía a ir al colegio y a no volverse a escapar. No tenía ni la más mínima esperanza de que la cosa fuera a resultar pero, el pasado lunes, ante mi asombro más absoluto, H se presentó a nuestra cita, siendo incluso más puntual que yo, y juntos nos dirigimos al colegio más pijo del barrio. La verdad es que no sé por qué elegí precisamente ese. Quizás porque pensé que H tenía el mismo derecho que cualquier otro niño a estudiar en un buen centro, quizás simplemente porque era el colegio más cercano a mi casa, quizás porque, en el fondo, un profundo sentimiento masoquista y cínico me impulsa siempre a ponerme delante de los más ricos de Marrakech a refregarles la mierda que sus imperios cagan en las calles de esta ciudad mágica y cruel. No podemos ayudarla señora, vaya a alguna asociación, quizás allí puedan hacer algo por él, muy bien eso haré, gracias, pero ¿Puede darme información acerca del precio de la matrícula? Tengo un hijo de casi tres años que quizás escolarice aquí el próximo curso. Si H accede a estudiar le compro una gorra, si la directora escolariza a H, yo le prometo el importe de una matrícula (condicionamiento positivo). Ni por asomo se me ocurriría mandar a estudiar allí a Iván, pero en cualquier caso hice mi petición en voz bien alta, para que la directora, que no había accedido ni si siquiera a recibirnos, pudiese oírme desde su despacho. Creo que ese fue el detonante para que saliera y me llamase a voces en el momento en el que H y yo ya estábamos en la calle camino del colegio público de Daoudiate. En quince minutos teníamos allí a un inspector que hacía llamadas para encontrarle un centro a H, tienes que ser bueno si no dios te castigará (castigo negativo), esta señora la pobre se ha tomado muchas molestias por ti, madame, tiene que tener cuidado, estos niños de la calle son unos delincuentes, así que busca una escuela para su pequeño, después le enseñaré las instalaciones, es usted musulmana, supongo, este es un colegio muy respetable, sí, sí, no se preocupe, mañana llevaremos a H al hamman y pasado a su nuevo colegio, siempre que se presente, claro, con estos adolescentes nunca se sabe ¿Fumas? ¿Bebes? ¿Esnifas cola? Sus ojos me dicen que lo único que quiere es sacarle a usted el dinero, madame. Nos vemos mañana… si se presenta.

No se presentó. Y es una pena porque su vida podría ser muy diferente si al menos aprendiese a leer, si aceptase un mínimo de disciplina, si accediese a someterse a reglas, a realizar esfuerzos a cambio de recompensas, a dejar de extender la mano para mendigar comida, ropa, una gorra. H está rodeado de hijos/as de puta pero H debe aprender a contar consigo mismo. Ningún reforzamiento positivo ni ningún castigo negativo podrán ayudarlo más que conocer el mecanismo de funcionamiento de su propia voluntad.

Un comentario en “La voluntad de H

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