¿Una copita?

Según la ley si eres marroquí, eres musulmán y si eres musulmán no puedes beber alcohol. Aunque bueno, sí que se bebe en muchos sitios: en los hoteles de lujo, en algunas tascas estratégicas y cada uno en su casa, previa adquisición de las botellas de vino (también de denominación de origen marroquí) que pueden adquirirse en cualquier supermercado, incluido los de propiedad del rey.
Al igual que en cualquier país con restricciones alcohólicas (EEUU, por ejemplo), en Marruecos la población está dividida en dos partes: los abstemios convencidos y los borrachos. No hay término medio y poquísimas personas consumen alcohol con naturalidad y sin que ésto les genere problemas de adicción.
En los supermercados existen cajas especiales para los clientes que compran bebidas alcohólicas y las estanterías con los licores, cervezas y vinos se encuentran en una parte aislada que se cierra a las 8 de la tarde. En los días de fiestas religiosas (Ramadán, cumpleaños de Mahoma, etc.) los/as marroquíes no tienen acceso a estas zonas que son controladas por guardias de seguridad y es necesario demostrar tu nacionalidad, previa muestra del pasaporte, si pretendes adquirir una simple lata. En esos días el consumo de alcohol está permitido sólo a los extranjeros e incluso en los hoteles y restaurantes quien quiera beber una cerveza tendrá que identificarse. Obviamente los negros, de vez en cuando, además de enseñar su carnet, tendrán que pelearse, exigir sus derechos o incluso irse a casa sin beber, aunque vengan de Costa de Marfil y sean más católicos que San Martín de Porres.
Pero de todo esto, lo que me ha causado más impresión han sido las broncas que se forman en los establecimientos en esos días señalados. Ni las injusticias sociales, ni los abusos laborales de los constructores europeos, ni la baja calidad de la sanidad y educación pública, ni la situación de explotación de los/as campesinos/as y de los pastores en las zonas rurales y las mujeres en cualquier rincón, ni la presencia de los/as niños/as de la calle… nada de eso genera protestas y sin embargo un sólo día se prohíbe la venta el alcohol en los supermercados y lo que se presencia en las colas es una sucesión de insultos, empujones e incluso guantazos y puñetazos. ¿Podría hacerme el favor de comprarme 6 cervezas? Usted es extranjera, no tendrá problemas, me preguntan a veces en esos días. Pero a mí en realidad lo que me entran ganas es de comprarle un periódico o llevarme al tipo en cuestión al orfanato a ver si se entera de una vez de cómo están las cosas. No, la pobreza no genera espíritu reivindicativo, otro mito social que se me ha caído en este Marruecos conformista.
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4 comentarios en “¿Una copita?

  1. Aqui está claro que se montan broncas mucho mayores por el furgol que por las injusticias sociales, el estado deleznable de la escuela y la sanidad pública, los asesinatos de las mujeres a mano de sus novios/maridos/etc., la política «personalizada» del señor B. y en principio el furgol ni siquiera tiene que ver con la religión…
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  2. Claro, pero en el «primer mundo» todos achacamos ese conformismo a la falta de verdaderas necesidades. La gente se preocupa por el futbol porque tiene la barriga llena y porque la política racista de Berlusconi no les afecta directamente. Pero mi reflexión es acerca de que antes de venir a África yo pensaba inocentememnte que la pobreza generaba inconformismo. Desgraciadamente no es así.
    Besos Giu, y gracias por leerme.

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