Como los castillos de bloques de Iván, como los polvorones en Navidad, como la libertad de S o de F, como ese adiós repentino e incomprensible: se me desvanece Marruecos. En estas semanas me agarro a lo que encuentro para mantener a flote un sueño que no tiene ninguna posibilidad de salir adelante. Es un aborto, estoy expulsando una utopía.
Escribo a entidades privadas porque las públicas no quisieron saber nada ni de los huérfanos con olor pescadito, ni de mis marionetas. Me agarro a un clavo ardiendo pero en realidad yo lo sé, vosotros los sabéis, todos somos conscientes de que mi estancia aquí tiene los días contados.
Me estoy estafando en cualquier modo, tanto si me quedo como si me voy.
Lo siento, hoy estoy tostón, es lo que hay, se me está yendo todo al carajo justo ahora que las cosas parecían arreglarse. Pero nunca debes fiarte de las circunstancias si tus pies están pisando tierra africana porque aquí no existe m
ás que el hoy.

Ya hemos estado aquí antes me dice David no tengas miedo. Y supongo que tiene razón, es sólo que hoy me he levantado tostón y con la lágrima fácil. Miro a mi pequeña familia organizando una mudanza de un país en la miseria a un país en crisis. Contaremos con la ayuda de mamá Estado… pero no puedo soportar haber perdido esta batalla que estaba perdida desde un principio ¿Cómo pude pensar ni por un momento en ganarla? Y aun así me ofende la llamada de teléfono del empresario que me ofrece cantar para sus mierdas de clientes con silicona. La silicona deberían metérsela en el culo a quien la solicitara en los pómulos en un país donde hay niños que huelen a pescado, que no tienen acceso a un filete, a libros ni a marionetas. Los puros que se fuman mientras yo canto a Kander me asfixian porque me los estoy fumando con ellos. Pero no encontré otro modo de quedarme aquí.
Han ganado ellos, me largo. Aun sabiendo que Marruecos me ha tatuado para siempre en la epidermis del corazón. Me ha hecho un tatuaje doloroso, no es un tatuaje de henna, de esos para los turistas de Jma Fna, no, Marruecos me grabó a fuego lento nunca te irás de aquí, aunque te vayas. Y así será.
Le has llamado batalla, no guerra. Pero, mientras solo se pierdan batallas queda esperanza. Y, de las batallas perdidas también se aprende y en ocasiones hace falta perder mil batallas para tener la oportunidad de ganar una y a veces esa una lo compensa todo. Es más, a veces hay batallas perdidas que te ayudan a ganar la guerra.
…Por ahora no se me ocurre nada mejor que decir, pero a veces desde la retaguardia se ayuda más a ganar una guerra que desde las trincheras, aunque para ello haga falta primero saber lo que es luchar en primera linea. Allí donde todo es fuego, humo y estruendo, muerte, desesperación y sangre a veces se nos olvida que hay otras formas de luchar.
Eres una guerrera de luz, de amor, de solidadridad, de vida… aquí, allí, ayer, hoy y siempre…confío siempre en tu alma que ahora necesita volar. Te quiero Ali
Manuel, según me ha dicho un amigo «Volver a empezar es seguir adelante». Es unabuena filosofía ¿No?
Moni, gracias cielo. Oye ¿Qué pasa con tu blog?
Buena no; la mejor 🙂