
Todavía estoy en una nube, mi vida es una montaña rusa. De Sevilla, con mis amigos del alma en un teatro como el Lope de Vega (flamenco, mágico y sevillano donde los haya) a Marrakech y al jazz: calor, chilabas, orfanatos, la espera de que las cosas mejoren, la nada, la vida. No es que yo sea bipolar, es que esta vida que llevo, entre dos continentes, no hay quien la digiera sin quedarse medio tocada entre viaje y viaje.
El 18 lo pasé realmente bien, había que estar allí, no es posible explicar lo que ocurrió. A los que os lo perdisteis lo único que puedo deciros para consolaros es que dentro de un lustro celebraremos los 20 años. Paciencia y a estar más rápidos la próxima vez con la compra de las entradas.
Gracias una vez más a todos: compañía, público y prensa.