El Robo de Astarté

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¿Qué mejor manera de abrir el 2017? Aquí os dejo la portada de mi nueva novela. Dentro de muy poquito podréis adquirirla en esta misma web. Nervios, ganas, miedo, ilusión… y por favó, por favó, qué felicidad más grande también. Y satisfacción. Y agradecimiento a tanta gente que lo ha hecho posible. Qué mezcla de emociones. El Robo de Astarté está dedicada, con todo mi cariño y admiración, al feminismo religioso más radical y feminassi. Vamos que nos vamos…

Sin escollos

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Mi tía María me preguntó un día que qué era eso de «las mujeres maltratadas», que lo había oído por la televisión y no se aclaraba. A veces me preguntaba cosas que no entendía o me pedía que le marcara un teléfono porque ella no se aclaraba ni con los números ni con las letras. A mi tío le dijo que si un día tenía cojones de levantarle la mano, antes de haberla bajado iba a estar rodando escaleras abajo.

Después de la menopausia no quiso más «pitraco». Una vez mi tío insistió un poco más de la cuenta y ella se fue a la cocina, se untó las manos con guindillas y volvió a la cama en busca del pitraco de mi tío: «Cuando lo vi llorar me dio pena, la verdad», me decía. Y después rompía en una carcajada escandalosa. Mi tío también se reía recordándolo: «Hijalagranputa qué bruta has sido siempre», le decía medio molesto y se reían juntos otra vez. Y al rato se enfadaban de nuevo por algo y ella lo llamaba cagón y le decía que debió haberse casado con el rico ese del pueblo que la pretendió siendo mocita y que el problema fue que mi tío tenía las pestañas muy bonitas y el otro era muy feo y al rato se reían otra vez y ella se lo comía a besos. Y después él le ponía una mano en el regazo y ella se la rascaba para sustituir el flujo sanguíneo que el hielo del barranco donde mi tío trabajaba había roto. Las emociones fluían entre ellos como el caudal de un riachuelo, abriéndose paso entre los escollos, sin pausas, naturalmente.

Esa suerte tuve yo en mi infancia.

Sin diques

escanear0013Mi abuela lloraba todos los días. No era un llanto salvaje ni torrencial, como el mío, era más bien como una llovizna suave que se alternaba con sonrisas, bromas, recuerdos y trabajo. Las emociones fluían en ella con total libertad, sin diques. «No llores ¿otra vez estás llorando?» Le decíamos a veces, necias, las personas que le rondábamos la vida. «Yo soy así», respondía y seguía llorando. Al rato contaba un chiste, hacía un guiño o preguntaba que qué queríamos de comer. Esa suerte tuve yo en la infancia.

 

Las dos cosas me parecen mal

clinica-de-reproduccion-asistida-de-ivi-en-elcheNos parece fatal que una mujer con dificultades económicas alquile su vientre pero no nos parece mal que una clínica de fertilidad (dirigidas casi todas por hombres ricos) comercialice el nacimiento de seres humanos poniendo fotos de bebé de reclamo publicitario como si de muñecos se tratase.

Nos parece fatal que una mujer decida, comercialice y obtenga beneficios de sus capacidades físicas pero nos parece muy normal el maltrato del cuerpo de las mujeres que se llevan a cabo en las clínicas de fertilidad con tratamientos tan agresivos como innecesarios (casi siempre) e inútiles (muchísimas veces) que nos cuestan la salud y un capital que no tenemos.

Nos inflan a hormonas para reducir gastos a las clínicas públicas y privadas evitando «intentos» en lugar de ayudar a las mujeres a concebir de forma respetuosa, con paciencia y tiempo, desde los laboratorios, tratándonos, ahí sí, como a verdaderas vasijas a golpe de Visa pero si en todo ese proceso es la mujer la que cobra, en vez de la que paga, todo nos parece erróneo.

Y por último: controlamos la maternidad subrogada, la adopción, la acogida «por el bien del bebé» y sostenemos unas maternidades/paternidades biológicas agresivas y pederastas sin control alguno.

Así nos va.

A algunos sectores del feminismo les parecen mal las dos cosas pero desde ningún sector del feminismo se reivindica una legislación en contra de la violencia en las clínicas de fertilidad y sí en cuanto a los vientres de alquiler. Es igual que con el matrimonio y la prostitución, cuando ambas cosas se comparan se suele decir:»yo estoy en contra de las dos» pero no he visto jamás abolicionistas del matrimonio a pesar de todas las violencias que vivimos las mujeres casadas (económicas, sexuales, psicológicas, físicas, emocionales, obstétricas…).

Por cada acción que hagáis en contra de los vientres de alquiler, haced una contra la violencia de las clínicas si queréis ser coherentes, si no vamos a pensar que es una cuestión clasista.

Por ejemplo: mucho repartir condones entre las putas y ninguno entre las amas de casa. ¿No son los mismos penes infectados los que los penetran? Pues eso, más abolicionistas del matrimonio en la puerta de los colegios quiero ver y menos «las dos cosas me parecen mal».