Mi amada Mai, menstruando
Estrenamos página web y tengo la misma sensación que cuando me compro un cuaderno nuevo y no quiero empezar a escribir para no estropearlo. Pero ayer fue mi cumpleaños y mi gente me rodeo de amor, mimos, cuidados, regalos… además fue el día del Orgullo LGTB, me bajó la regla, me cambié de bragas en medio de la Alameda, nos reímos, bailamos y todo fue precioso. Hasta que apareció él, disfrazado. Siempre se disfrazan. Reconozco a los maltratadores a leguas, era un ser tan despreciable como predecible. Después de un rato infernal a su lado me dijo adiós con un “sonríe”. Quise decirle que mejor me comiera el coño, pero es que es el novio de un amigo. No… ¿He dicho “pero”? Cambio la conjunción “pero” por la conjunción “y”, porque resulta que suma, no contradice. Quise decirle que me comiera el coño “y” era el novio de mi amigo. Debí decírselo precisamente porque es el novio de un amigo, “pero” (ahora sí) la menstruación me da lucidez y vulnerabilidad al mismo tiempo, así que no pude. Sangrar me hace lenta y para enfrentarse a un gilipollas de esos hace falta intuición, sí, pero también rapidez mental. Para más información sobre nuestros superpoderes hormonales consultar www.elcaminorubi.com.
Lo voy a buscar y se lo voy a decir. Me resulta muy incómodo estar entre hombres que no saben “eso”, ya sabéis a lo que me refiero. Esas situaciones deben ser resueltas, si no me quedo mal, se me estropea el día… no sé, me quedo medio jodida, hasta que lo miro a los ojos y se lo explico, sin rodeos, sin más. Le explico “esa cosa”, “el asunto”. Le cuento dónde está él, dónde estoy yo y ya. Se enteran en seguida y cuando vuelven a verme me miran diferente. Es una mirada especial, que solo tienen los cobardes. De repente entienden que, simplemente, delante de mí, no.
Buenasa! Me encanta leerte, me lleno de valor