-¿Cómo se creó todo, mamá?
-Pues, depende de a quien preguntes te va a decir una cosa diferente.
Me mira con cara de otra vez esa respuesta no, por favor.
-Ya, pero, mamá, quiero decir, cómo se hizo el universo.
-Bueno… según la ciencia hubo una gran explosión y así se crearon los planetas y las estrellas y…
-No, no, mamá, yo no quiero saber cómo se crearon los planetas ni las estrellas, lo que yo quiero saber es cómo se creó “lo negro”, lo que vemos negro cuando miramos el universo.
-Estoooo… no sé si te estoy entendiendo bien, Iván.
-Verás, lo que yo quiero saber… lo que quiero que me digas… uf, es que no sé cómo explicarlo.
Se le saltan las lágrimas así que me doy cuenta de que estamos en uno de “esos momentos”. Lo abrazo, le doy muchos besos…
-Verás, Iván, hay veces en la vida en las que tenemos una intuición muy grande y no sabemos ponerle un nombre, no encontramos una palabra. Pero eso no significa que esa cosa no exista, es solo que no sabemos nombrarla.
-¿Pero cómo se creó todo, mamá? – insiste (¿alguien lo dudaba?).
-Hijo, no lo sé…
-¡Pues búscalo en Google!
-Iván, eso no sale en Google.
-Pues yo lo voy a poner – y lo pone: se acerca al ordenador, mira muy fijo el teclado y sacando la lengua por la comisura izquierda se concentra y empieza a escribir la frase: “La primera creación del universo” pero cuando va por la mitad Google le ofrece “La primera creación de Dios”.
-¡Mamá mira!
El resto de la tarde la pasamos viendo un documental de astronomía y comiendo bocadillos de mermelada. Sobre las 19 h. me dijo que ya tenía “tres hipótesis sobre el tema de la antimateria”.
¡Hermosa anècdota!