Tras la publicación en la web de mi proyecto EL Cazador Cazado, a menudo los hombres me preguntan cosas como “Pero entonces ¿Una mirada ofende?¿Cómo voy a acercarme a una mujer a decirle que me gusta si tan solo mirándola ya estoy generando un conflicto”. También en los medios me han planteado a veces esta cuestión, siendo una de las preguntas preferidas de lxs periodistas la de “¿Dónde está el límite entre el acoso y un halago?”. Mi respuesta (que no tiene porqué ser la única ni la más cierta) es que el límite entre una cosa y la otra está en el sentido común. Y es que no se trata de eliminar el erotismo de la mirada, de convertirnos en unos seres asexuales, victorianos y puritanos. Mi proyecto nunca pretendió ni pretende descalificar el deseo sexual y tachar a los hombres de viciosos (pa viciosa yo). El vicio me gusta, lo que no me gusta son las demostraciones de poder. La mayoría de las veces que un hombre dice algo a una mujer por la calle no lo hace para ligar con ella ¿Cuántas veces uno de esos supuestos piropos terminan en la cama? Casi nunca, por no decir nunca. Y no terminan con sexo porque su objetivo no es el de obtener sexo. El objetivo de una acoso callejero es el de hacer explícito que el espacio público es un espacio donde la mujer debe sentirse observada y juzgada porque es un espacio donde manda el macho.
Así que, según todo lo que he dicho en el párrafo anterior, no descalifico el deseo sobre el cuerpo de la mujer, ya que no creo ese sea ni el problema ni el elemento desencadenante de una situación de acoso. Lo que descalifico en El Cazador Cazado es la perpetuación de un sistema patriarcal de poderes sobre los cuerpos y los espacios.
Voy a dejaros estas fotografías de Ismael Llopis, un joven fotógrafo que reside en Barcelona y con el que he tenido el placer de pasar unos días este verano en su ciudad de residencia y en la costa de Castellón.
El erotismo y el respeto en la mirada de Ismael son las cosas que más me gustan y me interesan de su trabajo, aunque está claro que no son el tema central de sus fotos (o sí, eso tendrá que decirlo él). Jamás me sentí juzgada, ni incómoda mientras me fotografió y el resultado de las sesiones (totalmente espontáneas e improvisadas) ha sido fantástico. Espero que os gusten.
El problema es que en esta sociedad falta mucho el sentido común y el crítico; se normalizan situaciones que son inaceptables y la forma de concienciar a la gente es despertarla a través de acciones e iniciativas contundentes como El Cazador Cazado. Me apunto Ismael Llopis, encuentro las fotos muy bonitas y sugerentes.
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Me gusta pensar que las buenas ideas son como el jazz. Si te interesan y quieres conocerlas, tienes que hacerlas vivas en ti y experimentarlas a través de tu propia interpretación.
Claro que ese ejercicio exige de la renuncia a que te den todo mascadito y el esfuerzo de tener el instrumento del sentido común bien afinado.
Las fotos me gustan, se te ve a gusto y relajada (además de superatractiva)
Menuda joya de comentario el de fgsdhfds; algunos imbéciles no dudan en aprovechar el anonimato de internet para sacar a relucir todos los demonios del machismo, y más cuando ven peligrar los privilegios que les proporcionsa el sistema del que son cómplices.
Sí, es muy fuerte. La cuestión es que estos tíos nunca firman. A mí me encantaría quedar cara a cara con un gilipollas de estos pero nunca aceptarían, son unos cagados.
Las fotos son preciosas. Me encanta lo que has escrito, sólo quería recordarte para todxs esxs periodistas que te preguntan que tú misma describiste muy bien la diferencia entre un piropo y una agresión callejera en uno de tus videos. A mí me convenció: uno, de frente, sugerente, despacio, claro, sincero y, el otro, por detrás, entre dientes, invadiendo el espacio público…como la diferencia entre estas fotos y tantas otras, no? Un abrazo y enhorabuena por tus entradas, gracias por hacernos pensar.