Si hay dos temas tabú en el feminismo, esos son la violación como fantasía sexual y la violencia entre lesbianas. Si os interesa el primero os recomiendo fervientemente Teoría King Kong de V. Despentes. Aparte de ese libro, no conozco otro texto que lo aborde de manera tan profunda y honesta, así que os agradecería que me mandaseis bibliografía al respecto si conocéis.
¿Por qué casi ninguna feminista habla de estos dos asuntos? ¿Por qué casi nunca se trabajan desde los colectivos? ¿Por qué, en el caso de la violencia entre lesbianas, no exigimos a los gobiernos leyes que nos protejan? Desde mi punto de vista es muy difícil para un colectivo de mujeres, o para una mujer a nivel individual, reconocer este tipo de violencia. Las diferentes instituciones, con mayor o menor acierto, lanzan continuamente campañas de sensibilización sobre la violencia de los hombres contra las mujeres. Existe ya un imaginario social acerca del tema pero la violencia lésbica, como cualquier otro asunto lésbico, permanece escondida, ignorada, camuflada. Por otro lado, el feminismo tiene aún una gran losa que superar: la de la justificación de sus movimientos ante la sociedad patriarcal. A menudo encuentro mujeres que tienen miedo de etiquetar sus proyectos, asociaciones, colectivos, etc. como “feministas” porque dicen que el término tiene muy mala prensa y que predispone a la marginación. Muchas feministas aún sienten la necesidad de justificarse delante del patriarcado, de seguir ejerciendo su labor de “educadoras”, de “madres” de una sociedad a la que pretenden cambiar teniendo “mano izquierda”. La realidad es que ese tipo de actitudes solo nos llevará a perpetuar la situación de injusticia. “La libertad se aprende ejerciéndola” dijo Clara Campoamor, y esa es una de las bases para mí del buen feminismo, por eso, si queremos conquistar la igualdad, tenemos que empezar por dejar de dar explicaciones a quien no las merece, porque dándoselas estamos otorgándole el mismo poder que pretendemos quitarle. Abordar abiertamente el tema de la violencia entre lesbianas, sin tener miedo a que el feminismo quede desvirtuado, es algo que muy pocas feministas se atreven a hacer. Normalmente es uno de esos temas que los colectivos no están interesados en tratar, los que quedan siempre en el tintero, los antipáticos, los políticamente incorrectos. Pero la violencia entre lesbianas existe.
Otra razón por la que se tiende a no visibilizar este problema es el miedo de las mujeres a perder la protección de la manada. La sororidad es la base del feminismo: “todas a una contra el patriarcado”, “si tocas a una nos tocas a toda”, etc. El sentimiento de unión en un grupo de mujeres es tan fuerte que acusar a alguna de ellas de algo talmente grave como una violencia de este tipo puede llevarte a ser automáticamente marginada si no puedes probar fehacientemente dicha violencia.
La interiorización de los valores del amor romántico no es un problema exclusivo de las parejas heterosexuales. Es más, yo diría que se acentúa muchísimo en las parejas de lesbianas. Esto también dificulta el reconocimiento de la violencia como tal. La víctima de violencia entre lesbianas reproduce el canon, ya conocido por todxs, de mujer maltratada: justifica la actitud de su pareja con frases del tipo “fue el alcohol, si no bebe no hace esas cosas, en el fondo es buena persona”, “eso no es violencia, es normal que las parejas tengan problemas pasionales”, etc. Si la víctima en cambio es capaza de reconocer la agresión nos encontramos con un segundo problema: el miedo a denunciarla públicamente. En este caso las razones son “la agresión se cometió en la intimidad ¿Cómo voy a demostrarlo?” o bien la absoluta certeza de que las instituciones no están preparadas para ayudarla, de hecho ¿Entendería un policía una denuncia de este tipo? Si aún hoy las denuncias de violencia de género en parejas heterosexuales encuentran barreras legales y policiales de todo tipo ¿Cómo no esperar dicha incomprensión y falta de preparación para abordar el problema en una agresión lésbica?
La autodefensa a menudo se convierte, paradójicamente, en una traba para la víctima. Una vez más se perpetúan los valores del patriarcado y llega la frase “yo me defendí luego me puse a su altura, también yo soy una maltratadora”. El reconocimiento de la agresividad como valor legítimo dentro de nosotras mismas supone un largo y complicado viaje que no todas las mujeres están dispuestas a recorrer.
La reacción de los grupos de mujeres (feministas o no) tampoco suele distar mucho de la reacción de la sociedad ante las violencias de hombres a mujeres: se suele negar la agresión y a la vez se cuestiona la denuncia y la reacción, no se entiende el porqué de la denuncia que parece estar hecha solo para crear malestar y destrucción del grupo en sí, etc. Aunque debo decir que, afortunadamente también ocurren finales felices donde el colectivo hace vacío a la agresora y esta no tiene más remedio que retirarse. En cualquier caso este tipo de violencias suele resolverse, para bien o para mal, sin intervención alguna de las instituciones. Creo que esto ocurre porque las mujeres seguimos prefiriendo el mundo privado al público porque sabemos que lo público es aún un terreno masculino. Personalmente he tenido la desgracia de presenciar esto ya en dos grupos y mi experiencia ha sido que todo es más fácil de resolver si es la propia víctima la que denuncia la agresión en lugar de ser terceras personas.
Por último me gustaría hablar de la figura de la agresora porque el objetivo de este artículo es el de que las lesbianas maltratadas puedan reconocer su situación. Quisiera crear un modesto y breve imaginario que las mujeres en este tipo de situación puedan usar como forma de autodefensa. Así pues, la lesbiana maltratadora, según mi experiencia, puede haber sido a su vez víctima de una situación de maltrato en una anterior relación heterosexual. Es muy difícil reconocerla como agresora dentro de la pareja porque, al contrario de lo que ocurre en el modelo masculino de maltratador, la lesbiana no tiene una doble cara y más bien juega la baza de la auto-victimización. Los modelos femeninos aprendidos constituyen la base de este juego macabro donde la maltratadora juega a ser la persona maltratada, sobre todo en los casos de violencia psicológica. Otro rasgo que he observado es el hecho de que en el colectivo suele reproducir las mismas actitudes que dentro de la pareja: se victimiza, actúa con prepotencia, asume el mando de forma autoritaria, falta continuamente a los acuerdos establecidos por el grupo, impone sus propios asuntos en las conversaciones para adquirir protagonismo, etc.
También es importantísimo que los colectivos feministas y de lesbianas sean capaces de reconocer estas situaciones. No puede dejar de sorprenderme el ver a grupos de mujeres que tienen clarísima la teoría del destructivo amor romántico, del empoderamiento, de la autodefensa como única salida, que luchan cada día de forma sincera contra el terrorismo machista y que, en cambio, ante la situación de autodefensa y denuncia de violencia lésbica, responden con frases del tipo: “Esa mujer a la que acusas no es un macho, es una compañera que no merece ese trato que le estás dando” como si los genitales y la condición de ciudadana de segunda le librase de su responsabilidades.
Nota: Este artículo es uno de los que más dificil me ha resultado escribir por diversos motivos. La falta de bibliografía al respecto, el que el tema resulte de por sí un tabú, el que entren en juego emociones personales muy fuertes, etc. lo hacen un artículo lleno de errores y contradicciones. Pero siento que necesitamos hablar de esto, aunque sea desde el error, desde el dar palos de ciego. Os animo a que entre todxs intentemos encontrar una base mínima a la que poder agarrarnos. Debatamos, creemos, compartamos. Corregidme todo lo que os dé la gana.
Enlaces de interés:
Libros donde traten bien el tema de la violación, Baise-moi, también de Virginie Depentes. Después ya la adaptación cinematográfica. El clásico de Thelma y Louise también lo retrata bastante bien y el corto de Pornobrujas(me encanta) también. Si se me ocurre alguna más te comento.
Luego te cuento qué me pareció el resto del artículo(guay, en general pero matizaría algunas cosas).
Ciao linda.
Me parece super interesante sacer el tema a debate, gracias!!! y también pienso que necesitamos visibilizar que las violencias en las relaciones entre lesbianas existen, pero para mi es mucho más complejo de cómo lo estás planteando… aunque todo es empezar, claro…
aquí os dejo un link de RARASS que hace ya muchos años que trabajan el tema desde una perspectiva feminista y super potente
http://rarassfrentealmaltratolesbico.blogspot.com.es/
yo no me atrevería a decir que el modelo de amor romántico afecta más a las bolleras, la verdad… pero sea como sea está claro que existe, que es violento en si mismo y que justifica diferentes formas de violencia. Ahora bien, cuidado! que el hecho de que exita la violencia/agresiones/maltrato/abuso entre lesbianas, no significa que no existan las violencias machistas que provienen del privilegio de la masculinidad y que difícilmente podrán ser ejercidas por las lesbianas…
Pero entonces, ¿qué formas concretas/específicas de violencia se dan entre lesbianas? ¿Cómo intersecciona de forma específica con la clase, las situaciones de precariedad, el racismo…? ¿qué papel tiene la lesbofobia (interiorizada y estructural)en todo esto? ¿cómo gestionamos el tema de que todas somos, de alguna forma, potenciales agresoras? ¿es algo que debemos trabajar solo entre lesbianas? o por el contrario, ¿debemos trabajarlo entre todas las que tenemos relaciones con otras mujeres/lesbianas? ¿qué papel juegan entonces los privilegios de las que tienen prácticas heteros?
y así sucesivamente…
Gracias a ambxs por vuestra intervención. Este ha sido uno de los post más dolorosos de escribir para mí. Quizás no he sabido plasmar la cantidad de dudas que me asaltan a mí también , es un tema que me ha causado mucho dolor a nivel personal y quizás eso me impida escribir desde la lucidez. Os animo a que le déis repasos, lo sobéis, lo machaquéis y le saquéis todo el jugo que queráis porque realmente está lleno de imperfecciones, está escrito desde el dolor y la soledad que me causa este tema tan tabú en el feminismo.
Gracias por tocar este tema del que muy poco se habla y mucho se vive. Aunque no estoy de acuerdo en la afirmacion de que muchas mujeres agresoras vienen de relaciones heteresexuales violentas, creo que es un buen primer paso para iniciar un debate desde cada lugar donde nos encontremos tratando de crear relaciones nuevas como mujeres lesbianas.
Por otro lado, siempre que veo el tema en un blog o alguna otra pagina, generalmente el tema se trata desde la explicacion de porque una mujer lesbiana puede sufrir una relacion de violencia con otra mujer, pero poco se habla de por que hay mujeres agresoras, que creo que es el tema que mas miedo da tocar abiertamente, porque es decir de frente que hay mujeres que se identifican con el estereotipo masculino de ejercer poder y, sobre todo, que las mujeres tambien ejercemos el poder desde la violencia. Conozco muchas relaciones donde las caracteristicas tipicas de un hombre violento se pueden ver en una de las mujeres en una relacion lesbica: ganar mas o tener mayor poder adquisitivo, tener mas anios que la otra persona, excesivo control de la otra persona, de lo que hace y dice, y como. Creo que en el fondo el problema tiene su base en el uso del poder que podamos tener y ejercer, siempre hay poderes en una relacion, el punto es como se gestionan y desde donde.
En fin, gracias por compartir y abrir espacios para el debate.
Hola Comodín, gracias por tu aportación al debate. Perdona que haya tardado tanto en responder. Efectivamente al final todo se trata de una situación de abuso de poder y de la interiorización de roles de pareja establecidos por el sistema patriarcal.
“Fue el alcohol, si no bebe no hace esas cosas, en el fondo es buena persona”, “eso no es violencia, es normal que las parejas tengan problemas pasionales” son algunas de las cosas que me he estado diciendo a mí misma durante una larga temporada que por suerte terminó hace unos meses.
Mi pareja -sí, sigue siéndolo- se puso violenta conmigo más de una vez y siempre le eché la culpa al alcohol hasta que lo hizo sobria. Quizá por conocer su infancia y sus anteriores relaciones (con hombres, especialmente con el último, que la maltrató) decidí no tenerlo demasiado en cuenta y darle otra(s) oportunidad(es). También es cierto que, estúpidamente, lo considero menos ataque por el hecho de que en la mayoría de las ocasiones me defiendo apartándola o atacándola yo también o porque no la creo capaz de hacerme daño grave. También es cierto que a veces la rabia y la impotencia nos hace perder la consciencia y hacemos cosas que nunca creeríamos posibles.
Ahora estamos mucho mejor y parece que ya no queda ni rastro de esos momentos. Parece, estoy en vigilancia.
Debo admitir que es difícil ver a tu amor como un/una maltratador/a. Siempre pensé que si alguien te ponía la mano encima no debía de ser difícil denunciar y alejarte. Tengo que morderme la lengua porque yo me he acercado aún más.
Estaba equivocada, es extremadamente difícil ver a la persona de mayor valor en tu vida, a la que amas como nunca has amado a nadie, como a la misma persona que te ha puesto la mano encima.
Yo evito pensar en ello, pero temo que vuelva a pasar y tenga que tomar una decisión que no me guste en absoluto, tanto fuese apartarme de ella como seguir a su lado.
Un dato curioso es que ambas nos consideramos feministas (yo más, a decir verdad) y que a ella la gente le suele decir «tú eres el hombre» por su aspecto y, a menudo, actitud (y por la mía, por supuesto, que siempre me vienen con lo de que soy «muy femenina» que no sé si agradecer o replicar).
PD: Gracias por sacar a relucir este tema, que ciertamente es muy pero que muy tabú. De esos que no se tocan ni aunque esté de moda desbaratar tabúes.
¡Ah! Y creo que otra buena entrada (algo tabú) sería lo de usar protección entre lesbianas… apenas conozco a una que lo haga.
Queridísima Alicia: Me llamo Eva Zubieta. Un comentario puntual en este artículo no es suficiente para alabar (sí, sí, así mismo, alabar…) la calidad de los guiones de tus vídeos, tu fuerza y lucidez como activista y tu calidad como artista, como cantante también, ea.
Pero en lo relativo al artículo exclusivamente, comentarte que creo que, desgraciadamente, los moldes en los que hemos adquirido nuestra IDENTIDAD, cosa indispensable para sobrevivir, ha sido a través del sistema que nos integra en un género. Es muy difícil (aunque siempre estemos en el proceso) separar intelectual y vivencialmente esa identidad de la clasificación de género, que es la que sabemos, dual, opuesta y limitada. Por tanto, aunque posteriormente hayamos decidido nuestra orientación sexual, nuestro sexo y nuestras tendencias, no estamos libres de repetir partes del rol en que nos ha encuadrado ese género en el que nos han embuchado.
Las lesbianas, como los homosexuales hombres, no dejan de haber adquirido su identidad en un determinado género. Las lesbianas se comportan como mujeres víctimas de violencia o bien agresoras victimizadas, porque en parte de forma externa asumen el rol del hombre (agresor), pero de forma interna ESTÁN en el género mujer (víctima), así que ofrecen una escena de pareja SIMILAR a una heterosexual en la que sí se acepta que se da la violencia, aunque en el caso de las lesbianas la que ejerce la violencia tiene, por su oculta conciencia de género, mayor facilidad para también ofrecerse como victimizada.
Los homosexuales hombres están en las mismas. Reproducen el comportamiento tradicional de los hombres aunque haya variado su orientación sexual. Y esto se nota mucho en su afán de visibización, en su comportamiento sexual, en los roles que adoptan en su pareja… hablamos siempre en líneas generales, claro, habrá excepciones.
Yo le encuentro esta explicación. No sé qué te/os parecerá.
Un abrazote, Eva.
No es dominación, pero es poder. La autoridad e historia feminista de mujeres que agreden a la pareja lésbica desde un imaginario amoroso juega -creo- un rol importante en las relaciones agresivas. Y como en los colectivos mixtos, las aparecidas con menos poder y autoridad que sus parejas hombres agresores, deben salir, retirarse luego de vivir aislamiento y burlas veladas.
En una colectiva feminista, al quejarse, la agredida puede oír cosas como «es tu problema personal» (y de «lo personal es político no quedó nada ante la imagen de liderazgo y notoriedad de quien agrede). También pueden haber actos evidentes de misoginia de parte de quien agrede y sus amigas, borrachas o no, contra la «aparecida novia» y las demás callarán. Hay poder en juego, relaciones institucionales, pegas de por medio, proyectos… en fin. Muy doloroso. Agradecida de este artículo.
No es dominación, pero es poder. La autoridad y notoriedad de mujeres que maltratan a la pareja lésbica desde un imaginario amoroso, juega -creo- un rol importante en las relaciones agresivas entre lesbianas. Y como a menudo pasa en los colectivos mixtos, las aparecidas con menos poder y autoridad que sus parejas, escapan luego de vivir aislamiento y burlas veladas.
En una colectiva feminista, al relatar dolor y malos tratos de su pareja también inegrante de la colectiva, la menos notoria o menos importante para el grupo, puede oír cosas como «es tu problema personal» (y de «lo personal es político no quedó nada). También pueden haber actos evidentes de misoginia y maltrato, delante de todas, incluso acompañada por otras, borrachas o no, contra la «aparecida», la «nueva novia», en fin, y las demás feministas callarán, harán la vista gorda, no dirán nada o lo verán como un chiste, algo sin importancia; y es que, hay poder en juego, relaciones institucionales, pegas de por medio, proyectos… en fin. Muy doloroso. Agradecida de este artículo
Ojalá te hubiera leído en el 2012. Yo caí en las redes de una lesbiana agresiva que me hizo sentir peor que cucaracha. Te juro que la amaba tanto que le disculpé mil cosas. Pero un día, después de tres años de llorar, reír, medio dormir, soportar malos humores, mal comer; decidí que debía volver a amarme.
Ella durante el tercer año de relación, me estuvo repitiendo que estaba muy gorda, que no me había quitado el bigote, que me vestía fatal… Pero si me arreglaba o preocupaba por estar guapa, entonces sus celos afloraban «seguramente alguien te gusta del trabajo» o comentarios así. Logró que dejara varias amistades «porque no son buenos», «no te convienen», «se ve que le gustas.»
Bendito Dios, me dejó por otra. La conoció en su oficina y en cuanto yo me enteré, tomé mis cosas y corté de tajo. Desde ahí, decidí que jamás estaría con alguien que me quiera manipular, maltratar, joder, mandar y mucho menos, tratar como pendeja.
Ahora estoy en una relación bastante sana. Y cada que recuerdo lo que viví, suspiro con mucho alivio.
Gracias por el artículo, Alicia y gracias a todas las que escribieron porque también fue un gran placer leerles.
Saludos!