¿Cuánto tendremos que esperar las mujeres para poder compartir de forma paritaria el espacio público? ¿Cuándo los machos dejarán de aprobar o desaprobar nuestros cuerpos, los cuerpos de las desconocidas? ¿Hasta cuándo soportar la demostración de poder que significa una mirada soez, un comentario evaluador de tu forma de caminar, de tu forma de vestir, de tus formas…? ¿Cuál es la actitud que me hace menos vulnerable a esa agresión diaria? ¿Ignorar el agravio? Es decir ¿Fingir una aparente normalidad, teatralizar una serenidad que no existe? ¿O debo quizás enfrentarme a ello de manera agresiva perdiendo así por completo toda mi tranquilidad, renunciando a mi paseo libre, a mi vestir como me salga del coño?
Da igual. No importa cómo me responda a estas preguntas porque la respuesta, la única que verdaderamente me hace entender como están las cosas, es que haga lo que haga una mujer en la calle está sometida a traicionarse a sí misma en cada esquina.
Puede que se consiga ese respeto que revindicas cuando se deje de hablar de dos mitades y se empiece a hablar de un todo. Desde mi punto de vista sólo cuando los hombres y las mujeres nos unamos en pro de un «algo» común se conseguirá algo.
La buena educación, entendida como conjunto de normas que facilitan la convivencia pacífica, es el camino.
Mi opinión es que al que agrede cuando le recriminas su actitud desde una postura «agresiva» puede que le consigas callar pero le enrocas en sus posiciones. Hay que convencer en vez de vencer, hay que hablar más de nosotros en vez de un «ismo» enfrentado a otro «ismo».
Un saludo.
Uff, qué va, qué va, Bogart, te equivocas. Ya llevamos demasiados ejemplos en la historia viendo como los hombres «progresistas» nos hablan de luchar juntos. Nos igualan en la lucha y después no reparten la tostada con nosotras. Las mujeres somos una clase social propiamente dicha. Otra cosa bien distinta es que el patriarcado os joda a vosotros también. De hecho estoy canasada de decir en este blog que la lucha feminista no es una lucha de hombres contra mujeres y viceversa sino de personas que creen en la igualdad contra personas machistas, independientemente de su sexo.
Y con respecto a lo otro que comentas: hace mucho que no pretendo cambiar las mentes de los machos. Es demasiado trabajo y no sirve absolutamente para nada, no puedes iluminar a quien no quiere ser iluminado. No está hecha la miel para la boca del cerdo. Quiero sólo callarles la boca y que dejen de actuar como machos.Con eso me conformo y no me parece poco. Lo que pase dentro de sus cabezas enfermas que se lo sufran ellos solitos.
Un saludo.
Por cierto que «el respeto que reivindico» lo vamos a conseguir el día que las tías nos aliemos en bandas callejeras a linchar a los maltratadores de mujeres y a los acosadores callejeros. Lo de las mitades esas que dices… pues como que no.
Saludos otra vez.