Está muy feo eso de generalizar, debemos dirigir nuestro pensamiento de una manera pura y sin prejuicios, mirando a cada persona de frente y con valentía, con los ojos de un/a niño/a. Eso es lo que deberíamos hacer pero nunca hacemos. Pensando en ese tipo de afirmaciones creo que puedo decir que Marruecos sacó lo mejor y lo peor de mí porque ¿cómo no generalizar en un país cuya población está dividida en ricos y pobres, en blancos y árabes, en árabes y bereberes, en europeos y africanos…? Y, sobre todo, ¿cómo no seguir con la clasificación que cada día condiciona tu vida, determina en qué lugar trabajas, cuánto ganas, a qué lugares puedes ir a divertirte? Marruecos me impuso el ritmo del prejuicio y no pude hacer más que aceptarlo. Por eso si os hablo de los dueños de las riads como europeos pseudo hippies con algo de pasta ahorrada que vienen a Marruecos a multiplicar su dinero a costa de la mano de obra barata me diréis que peco de racista y tendréis vuestra parte de razón. De todo hay en la viña del Señor, vale, alguno bueno habrá, eso sí, no podréis rebatirme esta afirmación: en los dos años que viví en Marruecos nunca encontré una sola riad gestionada por europeos donde los marroquíes encargados del mantenimiento gozaran de un sueldo mayor al de 200 o 250 € mensuales (y conste que tiro por lo alto). Por seguir con cifras y para que os hagáis una idea de lo que eso supone, el alquiler de una vivienda de dos dormitorios en Marrakech en un barrio popular como Daoudiate, cuesta una media de 400 € mensuales. Las jornadas de trabajo según la ley marroquí pueden ser hasta de 12 horas con derecho a un día de descanso a la semana. Y eso si hablo de las condiciones legales, las reales son aún peores (días de descanso no concedidos, mobbing generalizado, etc.).
Está muy bien ir de vacaciones al país vecino, yo lo comprendo, entiendo el interés por hacerse la foto con los aguadores de Jma Fna, el placer de desayunar al lado de una fuente en el patio de una casa centenaria recién restaurada por un colono francés que se pasa el día en chilaba, pero, señores y señoras turistas, reflexionemos. Nuestro impacto como viajeros a África está siendo devastador. El boom turístico, que no ha hecho más que empezar, está señalando cada vez con más ahínco las diferencias económicas, así que, una vez más os ruego, si vais a visitar Marrakech seguid estos pequeños consejillos.
Las riads no son unos sitios guays donde emular a las mil y una noches. Las riads, por lo general, son lugares donde trabajan marroquíes en condiciones muy malas, rozando en muchos casos niveles de explotación. Sé que es muy difícil encontrar alojamiento que no suponga una contaminación social y turística pero, en la medida de lo posible, intentad alojaros en las casa de las familias marroquíes o en caravanas o haciendo acampada libre (existen lugares idílicos para eso) y el dinero que pensabais gastar en la riad o el hotel empleadlo en ayudar a la familia que os acoja comprándoles material escolar para los niños, medicinas o cualquier otra cosa que pensáis pueda serles de utilidad.