Nos llaman valientes, a David y a mí, también inconscientes y se me hace de lo más raro. Dicen que una niña adoptada de diez años es demasiado grande, que un país en dictadura es demasiado castrante, que una profesión bonita casi no es un trabajo. Y tienen razón en todo, pero cada mañana David y yo nos despertamos a la voz de mando del tirano de Iván que pide guerra, leche, energia e ir al cole. No hay tiempo para pensar mucho, unos cuantos besos y el día comienza. Y hay que ir a hablar con el contable y pagar la factura de la electricidad. Si es lunes preparar la clase, si es martes preparar la cena, si es miércoles ver a F y a los demás, si es jueves ensayar, si es viernes o sábado cantar. Cantar para los ricos, cantar sólo para mí, cerrar los ojos y salir volando del recinto con las piscinas de luces violáceas, alejarme de las putas enfundadas en sus trajes de falso Armani, del perfume a ambientador caro y pestoso, de lo peor de Francia… ya no estoy, soy sólo aire que vibra y ya no hay adolescentes esnifando cola en la puerta del hotel, ni H de 12 años trabajando en la tienda de comestibles a cambio de propinas, ni T que quiere ir al cole y su padre no lo deja… hay, entonces, sólo voz. Y ese es el único momento en el que mi vida se parece a la de un superheroe, el único momento en el que me elevo del suelo. Por lo demás, Marruecos es cotidiano, en serio.
Hola Alicia, leyendo este artículo me viene a la memoria una frase de una canción de Amaral
» yo quiero vivir a mi manera, eso no hace daño a nadie, solo quiero que me entiendan..», que no te importe lo que digan o piensen la gente, un saludo.
Hola Nes,
¿Qué tal?
En realidad la gente que más nos quiere es la que más se preocupa por nosotros. No me tomo a mal esas críticas porque sé que en el fondo algo de razón lleva. Es sólo que a veces me cuesta hacer entender a los demás que yo soy muy consciente de las consecuencias de mis actos. Las decisiones que tomo no son fruto de la inconsciencia, sé lo que se me viene encima.
Besos y bienvenido, como siempre.