La bola de nieve

Empieza como una simple canica que se desliza bailando caprichosa cuesta abajo, camino de la ladera, y en su viaje alegre va tomando más y más volumen. Hacia la mitad de la montaña ya es una señora bola de nieve pero nadie podría imaginar cuanto pesa porque su caminar es tan ligero, tan despreocupado el brío con el que se desplaza, tan juvenil y alegre su paseo que toda aquello no puede ser otra cosa más que ligereza. Hasta que de pronto aparece un pino. No tiene que ser un pino gordo, basta un pinillo cualquiera. De ahí lo humillante de la situación, si al menos se tratase de uno de esos impresionantes abetos alpinos suizos, pero no, no hace falta más que un triste tronquillo con cuatro ramas recién germinadas y la bola de nieve se desmorona.

Esa soy yo. Más burra no la hay. Ayer me encontré con un pino. Ya se me irá pasando y después vuelta a empezar.

5 comentarios en “La bola de nieve

Si vas a comentar debes saber que: si eres hombre tendrás menos posibilidades de que te lo publique y que si me insultas o hablas con tono paternalista o faltón no tendrás ninguna. No acepto opiniones, ni consejos, soy así de chula. Adiós.

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s