El patrón

Trabajo para un completo ignorante que el único contacto que mantiene con la música es a través de las bandas sonoras que escucha desde su despacho mientras sus hijas ven películas de Disney en el salón. Alicia ¿Por qué no preparas para la semana que viene la canción del Rey León? ¿Y por qué no te metes en tu jakuzzi mientras sujetas un tostador de pan enchufado? El mundo sería más bello. La única diferencia que consigue notar este tío entre un karaoke y una banda en directo es que la banda le sale más cara. Ni si quiera tiene la capacidad, que desde un cierto punto de vista es admirable, de hacer dinero. No sabe montar negocios rentables, sólo monta negocios donde le sea fácil robar. Vive en una especie de palacete a las afueras de Marrakech, en medio un parque natural que está siendo destruido por los especuladores inmobiliarios que hacen casas y restaurantes de lujo para el buen desarrollo del país.
En Marruecos las cosas están cambiando. En Marruecos hay esperanza. Marruecos no es Argelia, aquí hay móviles y coches y a cambio la gente se está volviendo loca y trabaja sin que se le respeten los derechos más básicos y nadie se queja porque el pueblo marroquí es el más estoico que yo haya conocido.

El muelle de Verlinde

El muelle, Verlinde, el muelle… y 120 Kg. de pianista saltando encima de la banqueta. El muelle, el muelle, Verlinde… y un swing que hacía temblar el rascacielos entero, de verdad, os lo digo yo que estaba al lado siempre cantando por el Duke o por Kurt Weill. Un día hasta rompió la banqueta de tanto saltar. Las melodías las dibujaba igual que dibuja Iván, con palotes rápidos que aparecían y desaparecían dentro del tempo pero cada uno puesto de tal manera, con una gracia tan acertada, que te imaginabas el resto. Eso era lo grande de aquel tipo, que te dejaba terminar la canción en tu cabeza, no podías sentarte sin más a escucharlo, tenías que pensar. El muelle de Verlinde… Eric Verlinde, el día que rompiste la banqueta no me di cuenta hasta que no acabamos la canción y te vi con la cabeza hacia atrás, divirtiéndote en tu propia risa de cerdito y diciéndome entre carcajadas semimudas: Parecía Jerry Lee Lewis tocando de pie, que risa, my god. Yo entonces no solía llevar más de 5 dólares en el bolsillo y andaba bien jodida porque USA es una porquería de país y no veía la hora de salir pitando de aquella mierda pero los ratos con Eric y los chicos de la banda, en aquel rascacielos que albergaba el club ese de ricachones eran una bocanada de aire fresco. Volvía a casa exultante jurando que ratos así sólo con el jazz. Lo malo era al día siguiente, me levantaba por la mañana, miraba por la ventana y otra vez la misma historia. Aquello no era para mí, ahora lo sé.

En fin, qué voy a contaros que no sepáis, los músicos de jazz americanos de hoy día son blancos, universitarios y ya no se drogan. Las improvisaciones están cortadas todas por el mismo patrón pero cuando alguien como Eric se pone a marcar todos saben seguir el juego, porque, a pesar de todo, donde hay técnica hay alegría.

Aquí os dejo su web http://www.ericverlinde.com/ . Y un video http://es.youtube.com/watch?v=vvzbm-bnU7Q donde por cierto está también José Martinez en la batería… cosa fina mi José. Ay, qué tiempos aquellos…