Cantar en Sevilla

No recuerdo muy bien cuándo canté por última vez en Sevilla con un proyecto dirigido por mí. En la última década he servido varias veces de instrumento a directores musicales y de escena en los teatros de mi ciudad, la última vez hace seis años, pero con algo mío, de verdad mío… ya ni me acuerdo. Cuidado con la Perra se pre-estrenó en el 2013. Han pasado ya cerca de dos años y el espectáculo aún no ha pisado Sevilla. No es casualidad, es miedo. Durante dos años he estado dándome excusas para no traer la Perra a Sevilla, dos años de salas llenas por toda España, de aplausos, de entrega de un público que ha acogido esta nueva etapa de mi vida artística con los brazos abiertos… y aún así, tan solo de pensar que el 22 de mayo actuaré en mi tierra, me tiemblan las piernas y se me hace un nudo en la garganta.

Han pasado muchas cosas desde la última vez que pisé un escenario sevillano. Yo antes no era como ahora. Ya sé que todxs cambiamos, pero hay cambios que atraviesan nuestras vidas de manera especialmente violenta. Yo antes era así, como en este vídeo, pero en el 2013 decidí que ya no más. Ya no más vestidos de princesas, no más directores hablándome en imperativo, ya no más fiestas de millonarios que bailan mientras yo canto “Cheek  to cheek”, ya no más morderme la lengua, ya no más sonreír sin ganas, ya no más zapatos incómodos. Ya no más de todo aquello: así nace Cuidado con la Perra. Y la cuestión, si no quiero engañarme, es que yo no quería que Sevilla la conociese.

Me costó mucho esfuerzo que mis padres estuviesen orgullosxs de mí y el 22 de mayo voy a echarlo todo a perder porque ya nunca más subirá al escenario esa soprano preciosa y joven con su vestido largo de raso color cobre, esa a la que tanto querían y que tantas alegrías les dio. La que sube al escenario el 22 es una mujer madura, con un vientre flácido atravesado por costurón de cesarea, una mujer lesbiana, una mujer rapada, una mujer que dice palabrotas y se ríe a cada rato. Y subo mandando. Ya no les voy a gustar, al menos no tanto, y eso me duele. Intenté esconderme de todos esos compañeros músicos. Me encantaría que sus opiniones me trajeran al fresco, pero no es así. Todos los que me formaron, de los que tanto aprendí, todos esos que me tuvieron paciencia cuando yo solo era una cría que quería ser cantante…

Cantar en Sevilla el 22 de mayo va a ser mucho más que actuar en mi ciudad. Esa noche cerraré una etapa, esa noche morirá una parte de mí que hacía tiempo que ya debía haber despedido. Sé que defraudaré a mucha gente y eso me duele, pero ya no puedo seguir fingiendo que en todos estos años no ha pasado nada. Marruecos, mis hijxs, el feminismo y tantas mujeres no pasan por encima de una pequeña soprano sin dejar huella.

El día 22 de mayo os espero en la Sala Tramallol para morirme y nacerme. Y para abrazaros en una actuación íntima como ninguna. Ojalá me acompañéis. Muero de miedo, que lo sepáis.

3 comentarios en “Cantar en Sevilla

  1. Hola Alicia! De alguna forma este post me ha recordado a la canción «Apathy» del grupo sueco Liechtenstein. Que sepas también que hay a otras personas a las que te ganas por ser como eres, y precisamente por no conformarte con una(s) estructura(s) opresoras de tantísimas personas. Y en el fondo todxs nos deberíamos deber al feminismo, a las personas, en contra de las desigualdades… pero tú te mueves, te expresas, te arriesgas, y eso lo hacen pocas. No es comparable a tu caso, pero yo también estoy perdiendo amistades y relaciones familiares por intentar ser menos machirulo, menos racista, menos capitalista… pero en el camino conozco a otras personas maravillosas que valoro por ser ellas mismas… así que aunque duele, de momento compensa (aunque claro, desde el privilegio todo es más cómodo). Mucha suerte el día 22!

  2. ¡Alicia!
    ¡Mucha mierda en tu cierre de ciclo en Sevilla! ¡Que emocionante tu carta! ¡Eres una valiente!
    Jodó, menuda pedazo de voz te gastas en la opera, muchacha; ya te había oído cantar super bonito, pero no sabía que habías hecho ópera. La verdad es que en la ópera no te hubiera conocido nunca (solo los yupis te hubieran utilizado para darse palmaditas luego), pero en tu nueva vida estoy encantado de conocerte. Ahora estás más con el pueblo, y las que sabemos lo que es lo bueno te queremos mucho. Tu padre y tu madre puede que no te comprendan, pero te van a querer igual, porque eres un tesoro.
    ¡Un besote! ¡Ánimo! Viva tu, que eres tu, que eso no tiene precio, y si tiene mucho valor.

    Gabo

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