Soy agresiva, violenta, soberbia y testaruda. Usé tacones y colorete y sonreía. Me iba como el culo. Bueno, tampoco tanto, me iba diferente. Pero hoy soy muy antipática. «Tienes dos caras, una violenta y otra tierna que conozco solo yo» me dijeron una vez en la época misma del colorete, lo que me hace pensar que quizás ya entonces era bastante rancia y que a lo mejor ahora tampoco lo soy tanto como parezco.
Si fuese un hombre tendría carácter. Pero me diagnosticaron hembra así que soy una gilipollas. Me miden cada movimiento y me recuerdan dónde estoy, quién soy, quién debo ser, qué podría ocurrir si…
Me revuelvo por dentro ante los chantajes, sobre todo ante aquellos en los que tengo todo perdido. Acabaré, mal supongo. No me parece descabellado, ni triste, ni poco atractivo. Acabar mal, mucho más violenta que ahora, mucho más antipática y sin rastro ya de colorete. No es un mal plan.
Dí que sí, Ali. Que se jodan. Punto. ¡Ya está bien de ser la que todos esperan que seas!