Este fin de semana yo debía estar en Córdoba presentando El Cazador Cazado, como ya anuncié en este mismo blog, pero por cuestiones de salud he tenido que cancelar el acto. Otro día reflexionamos sobre qué coño hago en la cama metida, con dolores que no aguanta ni la perra de Diana Torres en una de sus performances, y escribiendo este post. Adicción al feminismo, se llama.
Hace tiempo que debo respuesta a una entrada que publicó La Periférica en su blog y de la que os dejo el enlace. Ya he dicho muchas veces que esta no es una web de debates pero está claro que no me refiero a este tipo de intercambios de ideas. Me parece de hecho maravilloso que las feministas podamos debatir entre nosotras en espacios cibernéticos a salvo de machos. Lo que no voy a permitir nunca son conversaciones del tipo “el feminismo es igual que el machismo pero al revés” o “los hombres a los que llamas acosadores solo quieren socializar contigo”. Este blog tiene un nivel. Será bajo o alto, pero lo tiene, y lo que exijo para participar en él es que las personas partan de una idea de igualdad.
En fin, a lo que iba. Querida Periférica, ahora que estoy enferma y que (más o menos) me libro de mis labores de cuidadora, tengo por fin tiempo para decirte esto: me gusta mucho cuando se parte del ideal de belleza femenino propuesto por el patriarcado para simbolizar la agresividad o la disconformidad. Una mujer con la cabeza rapada y piercings en las cejas es más respetada en un espacio público, pero la mayoría de las mujeres que conozco no se identifican con ese tipo de imagen y el resultado es que al final piensan: «para poder defenderse de una agresión hay que ser un tipo de mujer demasiado diferente a la que soy yo» o “para que el juicio que los demás tienen sobre mi cuerpo no me afecte tendría que ser una persona diferente a la que soy”. Me gusta la idea de una mujer con tacones altos y minifalda hostiando a un baboso porque creo que el valor no se lleva en la cresta, se lleva en el corazón. Quizás por eso también continúe vistiéndome así, con el pelo largo y en plan tradicional. Me gusta el factor sorpresa. A las punkies no las acosan por la calle porque su aspecto las protege. A mí mi aspecto me hace parecer indefensa. Y yo quiero reivindicar la libertad de vestirme como me salga del coño. Por eso este tipo de campañas en las que aparecen mujeres blancas limpitas me parecen muy efectivas, porque van dirigidas a mujeres blancas limpitas, que parecen muy vulnerables y muy correctas y que yo quiero que dejen de parecerlo a ojos de la masa de machos que inunda mi ciudad.
No sé si la liberación de la mujer consiste en romper con todo lo establecido por el patriarcado de un solo plumazo o si es mucho más revolucionario exigir a la sociedad que nos dé el tiempo que necesitamos, las generaciones que sean precisas, las décadas que nosotras creamos oportunas, para que podamos liberarnos de todas las represiones que el patriarcado ha ido tatuando en nuestros subconscientes. Me fascina lo subversivo de imponer la feminidad tradicional como modo de violencia en lugar de adoptar lo masculino como defensa. Y al mismo tiempo me fascina romper con cánones estéticos establecidos sólo de forma parcial, mucho más que de forma total. No digo que sea la única manera ni la mejor, digo que es la que más me gusta a mí.
Ya está, solo quería decir eso. Besos, reina mora.
En el mundo cabemos todxs
Y que lo digas.
gracias por la entrada!! 🙂
[teclado italiano, perdòn por tildes y demàs]
Por una parte, creo que en general no hay contradicciòn entre lo que tù planteas y lo que yo digo, sino que apuntamos a aspectos diferentes de lectura – interpretaciòn de los efectos de la imagen.
Con respecto al hecho de poder resignificar la feminidad impuesta para utilizarla como un arma de lucha contra el patriarcado, 100% de acuerdo, devenir perra, minifaldas y demàs. Obvio que la cresta se lleva en el corazòn, y-o en el conyo. En todos los matices que planteas en relaciòn a eso tambièn de acuerdo. Creo que nunca planteé en mi escrito nada que contradijera esto.
Lo que planteo es que a mì no me interesa la belleza como valor, que no la reapropaciòn de la feminidad tradicional. Y ésta es una diferencia crucial. Sì, con tacones y a lo loco, pero con sùper napia, o pelos debajo de las medias de seda encontradas en el contenedor, el rìmel corrido, una pierna màs corta que la otra y un michelìn inesperado. O no, ok, «monìsima de la muerte», pero no linda. No quiero ser leìda ni mucho menos reivindicarme como bella, guapa ni preciosa, sì como femme (fatal) o mujerona…
Es decir, a mì lo que me preocupa de la imagen [e igual aquì es donde no coincidimos] no es tanto la imagen en sì sino la frase de la que viene acompanyada: «o necesitamos ser barbies para ser preciosas!!» Cuando tù dices: «Por eso este tipo de campañas en las que aparecen mujeres blancas limpitas me parecen muy efectivas, porque van dirigidas a mujeres blancas limpitas, que parecen muy vulnerables y muy correctas y que yo quiero que dejen de parecerlo a ojos de la masa de machos que inunda mi ciudad» yo no estoy de acuerdo. Me parece que estas imàgenes no aumentan la capacidad de defensa o disminuyen la vulnerabilidad o la correcciòn de las mujeres blancas, limpitas y «gorditas», sino que instan a esa gordurita dulce a instaurarse en los paràmetros patriarcalmente prefijados -nos abre un poquitito màs la posibilidad de encajar-: la belleza como valor inherente a la construccòn mujer. Sin resignificaciòn por ningùn lado. [otra cosa es que tù, como feminista, puedas «ser» asì, blanca y limpita, y lo utilices como arma de lucha, pero dudo muuucho que estàas campanyas tengan tal efecto].
Sin màs, un placer debatir contigo.
Muaaaa!
Y otra cosina. Tampoco concuerdo del todo con » Una mujer con la cabeza rapada y piercings en las cejas es más respetada en un espacio público» o «A las punkies no las acosan por la calle porque su aspecto las protege». No veas las veces que a mì, en ciertos momentos de mi vida estética, y a muchas amigas, nos han sicho «depìlate, guarra», «cerda» o nos han acosado por parecerles «exòticas» y ponerles nuestra aparente dureza… Ni que decir tiene las posibilidades de encontrar curro, tener credibilidad en la uni o no ser senyalada con cuchicheos en un sùpermercado, entre otras muchas situaciones. Aquì pringamos toas, colegui… 😛
Pues sí, parece que en realidad estamos más de acuerdo que en desacuerdo aunque con matices importantes.
Vayamos por partes: en primer lugar decir que no creo que marcas como Dove tengan interés alguno en otra cosa que no sea vender jabones, soy inocente pero no para tanto. De todas maneras eso no significa que sus campañas tengan efectos sobre la sociedad, tanto negativos como positivos. El negativo que tú propones, el de “tener que ser linda” aunque la palabra “linda” se rija ahora por parámetros distintos a los patriarcalmente tradiciones lo veo claro. El problema, para mí, a este punto, es un problema semántico. Las feministas estamos revisando un montón de terminología: amor, belleza, fealdad, feminidad… la cuestión es que hay quienes dentro del movimiento reivindican la reutilización de esos términos con un nuevo significado y lxs que prefieren aniquilarlos. A mí me encanta llevar las cejas sin depilar y sentirme guapa. A ti te gusta llevar cresta y sentir que te da igual estar “guapa”. No es lo mismo pero ambas estamos jodiendo los cánones establecidos que al final es de lo que se trata.
Por otro lado por supuesto que aquí todas pringamos: crestudas, niñas pijas, putas y monjas. De la discriminación no se libra nadie, pero creo que las realidades de unas y otras son distintas. La catedrática de la universidad, feminista de la igualdad cincuentona, se enfrenta al rector machirulo que le quita la beca a sus pupilas. La inmigrante trabaja 12 h por un plato de comida, limpiando el culo de un anciano o mamándole la polla. Las punkies lidian con el peso de la cresta a la hora de pedir un trabajo. Y las que más coincidimos con los cánones de belleza tradicionales (pelo largo, khol y tacones) sufrimos un mayor acoso sexual. Eso no quita que a una punky no le hayan quitado una beca, que una inmigrante no sufra discriminaciones de otro tipo o que a cualquier mujer la discriminen en una entrevista de trabajo o le silben por la calle. Por supuesto. Pero hay características que, socialmente, te marcan de un modo u otro con mayor fuerza. O no, puede que me equivoque. Lo único que digo es que mi experiencia en la cuestión de acoso sexual (que por desgracia es amplia) me ha hecho ver que no tiene nada que ver con el nivel de centímetros de piel que se enseñe sino con el nivel de feminidad tradicional que se tenga. Cuando yo iba rapada a penas me decían nada. Ahora con mi melenón, no paran. Cuando me he travestido de hombre he gozado de un respeto que me era desconocido en los bares por la noches, si voy vestida de tía todo vuelve a ser incertidumbre si me voy de jarana a las 4 de la mañana. En Marruecos he visto a hombres acosar a mujeres con nikhab (atuendo parecido al burka), con eso digo todo.
Besos mil.
Quien quiera unirse al debata que lo haga, pero por favor absténganse personas que no tengan ni puta idea del tema o que no sean capaces de dar una definición concreta de la palabra «feminismo». Gracias.
Jajaj! 100% de acuerdo con el ùltimo comentario.
Y con el anterior tambièn, guapa cejuda! Sòlo quise senyalar lo de las punkis o pintas y tal, siendo consciente de las diferentes opresiones que sufrimos unas y otrxs, porque me parecìa que no quedaba claro. Vaya a ser que algunx se pensara que punkarrear fuera la panacea contra el patriarcado. Ay, cunyà, los juicios familiares y sociales que me ha acarreau… con su sufrimiento adjunto.
Pero vaya, construyendo a poc a poc la libertad para que cada cual «sea, esté y devenga como le salga del coño y le dé la gana».
Jo, otra cosilla relativa a la representacièòn de los cuerpos legìtimos (es lo que tiene ser tan impulsiva al contestar y releer la entrada y reflexionar…
No entiendo bien tu lectura de mi entrada cuando dices: «Una mujer con la cabeza rapada y piercings en las cejas es más respetada en un espacio público, pero la mayoría de las mujeres que conozco no se identifican con ese tipo de imagen». Yo en ningùn momento hablo en mi escrito de abandonar una feminidad especìfica ni de la imposibilidad de resignificarla, hablo de representar otras feminidades y otras subjetividades. Digo «qué pasaría si mostráramos a un ser abyecto, una «mujer» mutilada, no blanca, sin un ojo, con cicatrices, granos o celulitis, vieja, arrugada, gritando con una boca en la que se entreven algunos dientes podridos, dolorosamente marcada por su clase, etnificación o lugar en el contexto geopolítico..» y, como se lee, no me refiero para nada a las masculinidades femeninas (que pueden ser maravillosas, ojo) ni a las punkis. Me refiero a muchas mujeres que yo sì conozco, siguiendo tu discurso: marujas sin un diente, viejunas con arrugas, mestizas migrantas… que para nada creo que se sentirìan identificadas con la imagen que has colgado, la de un piboncete (normativamente hablando) un poco màs «carnudo» de lo habitualmente representado.
Màas besos!
A veces pienso que,
-La crítica al aspecto físico tiene un origen (para mi) más capitalista que machista.Y eso es porque creo que el concepto de belleza está bastante manipulado.Si una chica con el pelo corto no llama tanto la atención es que no es un ideal de belleza comercial, evidentemente requiere muchos más ciudados y más consumo de productos un pelo largo y rubio por ejemplo que un rapado. Igual que una chica con cejas hiperdepiladas, étc…Y es claro que en la sociedad en la que vivimos la imagen y los gustos están claramente influenciados por las modas/mercado.Por eso todo lo que salga de ahí estará marcado.Hombre o mujer nunca veremos a un presentaor de telediario con rastas.Y por eso a mi lo de ser punki lo asocio más a una actitud anticapitalista que de lucha feminista.
– No veo mujeres con cicatrices y celulitis. Tampoco a demasiados hombres.
-Absolutamente de acuerdo con que aquí estamos jodidas todas. Leyendo a Despentes y su admirada (para mì) teoria king kong, cuando habla de las putas, de las feas, de las que nadie mira, de las discapacitas…étc…eso no quiere decir que las mujeres con dinero o atractivas (según el modelo mainstream) en esta sociedad estén realmente mucho mejor.
Ya sé que no es a eso a lo que Alicia se refiere; pero a mí es que el modelo de las blanquitas limpitas me recuerda a esos anuncios obsesionados con el olor que (no) debe desprender un coño estándar, verbigracia: https://www.youtube.com/watch?v=4oo9_TJPXLw
Lo que quiero decir es que el discurso dominante lo tiene muy fácil para deslizarse de lo uno a lo otro. En el modelo de la limpita hay algo en donde ancla todo el higienismo neurótico de nuestra sociedad, amén de toda la industria cosmética, como señalaba Alfa. La limpita está apaciguadita, segadita, delimitadita: se le atribuye el control de sí misma, de un cuerpo cuyo desatamiento siempre se ha temido. No lleva corsé como en el XIX; pero el corsé está en la dieta, la ropa mona y la postura: todos sus temibles impulsos están contenidos.
En fin, aquí lo explican mucho mejor: http://palomitasenlosojos.com/2011/10/11/sweet-feminism-gordas-y-rebeldes/
Ana, yo sí que he visto campañas de ese tipo que dices. No de DOve pero sí, por ejemplo, de ayuda a recaudación de fondos para el cáncer de mama. O las fotos que hizo la seguna mujer de Paul Mccartney, Heather Mills, a la que le falta una pierna. Son cmapañas dirigidas a pùblico masivo, no se trata de postporno ni nada de eso, más elitista, y las estéticas son de «mujeres como dios manda» pero mutiladas.
Alfa, el maromo con el que comparto techo y facturas (inventemos otra palabra diferente a marido, ya, por favorrrr) siempre dice eso, que los cánones de belleza obedecen a lo que es más caro.
Gemma, me ponen mucho esos anuncios de Evax. Desatan todo mi odio y entonces me pongo taaaaan cachonda.
Hola
Yo no veo en principio oposición, veo 2 estrategias distintas. La de Alicia en torno a una feminidad normativa que esconde su politización feminista y por ello sorprende (Caperucita deviene perra). La de la Periférica se refiere a un plano más profundo de la construcción de la mirada occidental y el binarismo feo/bello que produce cuerpos abyectos. La fea, la gorda, etc. «no gusta» porque, en principio, no responde a estereotipos de belleza femenina. Lx abyectx «es monstruoso» porque rompe las reglas de la inteligibilidad donde se construyen la posibilidad misma de la apreciación estética, el binarismo bello(bueno)/feo(malo). La de Alicia está más focalizada en un feminismo del «sujeto mujer que deviene perra»; lo que plantea Periferica es la posibilidad de un «devenir otra cosa que no sea mujer». Alicia subvierte desde dentro de las categorías de apreciación estética instauradas por el heteropatriarcado-capitalista-colonial; Periférica las cuestiona y pone en suspensión, demanda un desplazamiento. Algo así como Ziga y Halberastam debatiendo. Ambas estrategias pueden ser compatibles, pero yo no comparto los argumentos con los que Alicia defiende su postura:
– Me da la sensación de que la respuesta de Alicia responde a una pregunta distinta a la planteada por Ana. Quiero decir, que lo que Periferica rechaza es esa necesidad de expresar que se puede ser «feminista y linda» a la vez. Es como si las propias feministas -al reclamar la belleza- asumieran la imagen reaccionaria-patriarcal construida en torno a las feministas como «feas, amargadas, agresivas, locas, bla bla bla (https://www.facebook.com/media/set/?set=a.10150633802360546.439073.559810545&type=3)». Periferica está cuestionando ese deseo de encajar en lo bello «pese al feminismo de una.”
– Reivindicar un cuerpo que amplía los márgenes de la normatividad bello/feo que sigue definiendo el heteropatriarcapitalismo no tiene nada que ver con que si ese cuerpo encarna a una persona feminista o no… ahí el debate vira hacia otro tema, muy interesante, pero que creo que no era la cuestión que planteaba el post de la Periferica.
– Aparte de que comparto lo que dice Ana sobre los peligros de masculinizarte como biomujer, añadiría que me parece un poco injusto decir que la masculinización es contraproducente para las tías femeninas que acaban pensando «para ganarme el respeto debo masculinizarme, y yo no me veo ahí» (es interesante ese sentimiento de tener que ganarse el respeto masculinizándote, a través de una pose de dureza o seguridad, los chicos sabemos mucho de eso…yo, como tío atravesado por el feminismo, ¡huyo de eso!..o lo intento…me recuerda a lo del hermano mayor de Leolo). El caso es que si las chicas no se defienden no es por culpa de las que sí se defienden o se ganan el respeto público mediante una estética masculina -que no es tan así-, es por una cuestión de indefensión aprendida inducida por el dispositivo de feminización patriarcal. Si una chica piensa “para que el juicio que los demás tienen sobre mi cuerpo no me afecte tendría que ser una persona diferente a la que soy” posiblemente esté en lo cierto, y sería un buen síntoma, siempre y cuando no entienda que «lo que soy» es pura imagen o una esencia inamovible, sino que la diferencia pasa por emanciparse de la expectativa general interiorizada…ojalá que la que esté en esas se cruce con el feminismo. [sigo en el siguiente]
[viene del anterior]
– Masculinizarse es una transgresión para una tía, pero no implica que se sea feminista (pese a que sea de gran interés para o posibilitado por ciertos feminismos). Del mismo modo, las“campañas […] que van dirigidas a mujeres blancas limpitas, que parecen muy vulnerables y muy correctas y que yo quiero que dejen de parecerlo a ojos de la masa de machos que inunda mi ciudad”tampoco son feministas ni incitan a la autodefensa ni nada… más bien amplían la territorialidad del deseo erótico hetero en lo femenino, sin redefinirlo en profundidad. Los devenires revolucionarios no los va a desencadenar la revista Elle o Dove (pero igual sí el Cazador cazado).
– Lanzo una pregunta, ¿creéis que realmente nuestras presentaciones de género responden a “lo que nos sale del coño”? ¿Es posible una emancipación del gusto respecto al imaginario social en relación a la propia identidad en el día a día? Yo no lo creo, creo que, especialmente para quienes seguimos más la linealidad heteronormativa cuerpo-sexuación-género-sexualidad, es más honesto reconocer que hay una parte de incontrolabilidad respecto a cómo nos sentimos cómodxs como mujer femenina o como hombre masculino…el acomodamiento y la resistencia pueden fluctuar en una misma persona…
– Más allá del gusto personal de cada quien acerca de las estrategias revolucionarias, de lo parcial o lo total, me parece que no hay que obviar el sufrimiento, la cosificación, la espectacularización, la monstrificación de aquellos cuerpos que se salen de los esquemas de percepción heredados… es una forma de discriminación que los “cuerpos capacitados” desconocemos en primera persona… quiero decir, que me parece que cuando la reflexión sobre la belleza se traslada ya no tanto al género si no al estatuto mismo del cuerpo legítimo no podemos quedarnos en una cuestión de “gusto personal”.
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álvaro
gracias fresa salvaje !!!