No, we can’t. No podemos elegir entre el binomio izquierda-derecha, no podemos, no debemos volver a hacernos esto a nosotras mismas. Es una violencia histórica, antigua… tan antigua como el hombre. No hay vía hacia el feminismo desde ninguna de las dos posiciones políticas y esto es algo que el feminismo debe entender de una vez por todas. El discurso izquierda/derecha es reduccionista e invisibiliza la lucha de las mujeres. Hay que acabar con él y partir del feminismo como herramienta de lucha básica. Las reglas las ponemos nosotras o no se juega. Todo lo demás es hacerles la cama a ellos. Basta leer un poco de historia para darse cuenta, no hay revolución de izquierdas que no haya sido una estafa para las mujeres… y lo peor de todo es que muchas feministas están volviendo a caer en esa mierda.
Tengo claro que lo mejor que hay en Podemos son sus mujeres y, más concretamente, sus feministas. Y al mismo tiempo tengo claro que el trabajo de esas feministas está siendo obviado y ninguneado por la cúpula de un partido machista como el que más. La foto de Pablo Iglesias con los dos patriarcas economistas detrás lo dice todo. Y las propuestas de igualdad que han hecho dicen aún más si cabe.
Feminismo radical de base con transversalidades de clase, raza, diversidad funcional, ecología, etc. Esa es la única vía. Cuando hago estos planteamientos, las mentes resumen, adaptan para poder entender y sueltan:
ARGUMENTO 1:“¡Qué fascista es lo que acabas de decir!”. Porque si no es blanco, claro, es negro. No comprenden que no me dé la gana elegir entre las dos caras de un binomio patriarcal.
ARGUMENTO 2: “¿Y se te ocurre algo mejor? ¿Por qué no aportas ideas en vez de criticar a las que luchamos contra el capital?”. Claro que se me ocurren ideas, de hecho estoy llena de ideas, propuestas, planes que expongo en este blog, en conferencias, en talleres… dedico mi vida a luchar contra el capitalismo. Y también contra su aliado, el patriarcado, pero el de derechas y el de izquierdas.
ARGUMENTO 3: “Muchas de las herramientas que usas en tus planteamientos son de izquierdas” claro, porque reciclo, me inspiro, aprendo y, finalmente critico y elaboro mi propio pensamiento. Pero que haya elementos reciclables en la izquierda no lo hace una corriente respetuosa con las mujeres y su lucha.
Da pena ver como las mujeres, las propias mujeres, etiquetan, enmascaran y colorean la violencia y las demostraciones públicas machirulas en nombre de la lucha antifascista. Un ejemplo de esto que hablo es el fútbol, por eso me cago en el ese deporte, me cago en él como instrumento de violencia machista de masas, como justificación de usurpación de espacios públicos por la masculinidad, como enmascaramiento de violencias patriarcales y como uso de ideologías políticas que esconden agresiones machistas en toda regla.
Los colectivos de izquierdas están llenitos de machirulos deseando medirse las pollas con los fachas ¿Qué hacemos, mujeres, les pasamos el metro o nos liamos a cortárselas a unos y a otros? Estos “camaradas con complejo de Jonh Wein” no me representan, no son héroes, ni compañeros. Estos tíos no quedan para pegarse con los fascistas porque crean en un mundo mejor, quedan para demostrar que son más machos. De hecho entre sus insultos favoritos están «maricón» y «puta» y quien no se lo crea que se vaya a un estadio un domingo y espere fuera.
Todos los sistemas comunistas han sido ejemplos de un machismo estructural brutal y es importante darnos cuenta de que ese machismo parte precisamente de los planteamientos teóricos que obvian el análisis de género e incluso lo niegan. Hace poco leí a Gisela Zita Pérez Danczi, en Facebook algo así como: “Meterse en un grupo comunista o anarquista para introducir en él el feminismo es lo mismo que meterse en el Ku Klus Klan para intentar meter el respeto a los negros: una contradicción”. Creo que todo este post puede resumirse en esa frase.
El feminismo debe dejar de ser condescendiente con la izquierda porque ese ha sido el cáncer de la lucha de las mujeres: el aportar nuestras energías a los intereses de estos “camaradas» que tenían y tienen objetivos patriarcales como los que más.
Yo estoy, sencillamente, del lado de las mujeres. A menudo, cuando suelto cosas del tipo “las mujeres somos menos violentas que los hombres” o “las mujeres follamos mejor que los hombres” siempre hay alguien que me viene con…
ARGUMENTO 4: “¿Y entonces las mujeres trans?”… ¿Pero qué mierda de pregunta es esa? Las mujeres trans son mujeres y punto. Es como si alguien me preguntara ¿Y entonces las mujeres rubias?”. La masculinidad es una performance, es un rol que asumimos o no según se nos facilita, obliga o elegimos, dependiendo del caso. Y hacer performance de la masculinidad es hacer performance del elemento que asume el poder y la violencia en el patriarcado.

El caso de los hombres trans, es para mí, en cambio, un asunto diferente porque ahí sí hay subversión: es la asunción del poder a través de un cuerpo que había sido predestinado para la sumisión, pero es el único caso en el que acepto la masculinidad como aliada del feminismo.
Por todo ello mi lucha está del lado de las mujeres y punto, me da igual que sean mujeres trans, rubias o bizcas. Por supuesto que no obvio la crítica a las teorías de los feminismos blancos y de clase alta, pero como transversalidad y sin obviar que el terrorismo machista afecta a todas, si bien a través de vías diferentes y nunca por igual.
La base de mi lucha es y será siempre la unión entre mujeres y mi enemigo cualquier ser humano que asuma la performance de la masculinidad como instrumento de poder y no como subversión.








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