
La privacidad es un invento de las instituciones para justificar el miedo, la doble moral y la incoherencia. Solemos confundirla con intimidad o con soledad elegida pero no tienen nada que ver: se puede hablar de forma íntima delante de cientos de personas y, por otro lado, la soledad elegida es una de las formas más honestas que existen de enfrentarse a una misma. Lo privado, en cambio, es ese agujero donde guardamos nuestra violencia contra los demás, el lugar y el tiempo que empleamos para maquillar nuestra brutalidad, nuestras fobias, para disfrazarlas de hipocresía. No me gusta la gente que se ancla en lo privado para no avanzar. A mí la que me gusta es la gente que vive cada momento de su vida desde el rincón más íntimo de sí misma, inagotablemente y sin descanso, como una respiración pausada y constante, necesaria e imparable.